Fue puente entre generaciones y entre géneros. Amante y difusor del rock, pionero en su hibridación con la milonga y el candombe, Gastón Ciarlo era, hasta el lunes pasado, testigo viviente de la historia de la música popular uruguaya anterior a la dictadura, y a la vez, un cantautor que se negaba a dar por cerrada su obra. En esta edición especial incluimos, además de repasos y análisis de su legado, una mirada al paso de Dino por las páginas de la diaria

“Nunca dejé de pensar como un rockero. Es cierto que todo es milonga, pero también todo es rock and roll. Por eso podés hacerlo. Además, esa clase de canciones que tienen una estructura muy sencilla admiten toda una cantidad de versiones que son maravillosas. Yo recuerdo haber escuchado una de ‘Milonga para una niña’ hecha en plena, y pensás: ¿cómo puede ser? Sin embargo, quedaba brutal”.

Sobre las versiones de sus temas que han hecho otros artistas

“Me gustan todas, pero hubo dos que me partieron. ‘Guardo tantos recuerdos’, por Garo Arakelian, que cierra el disco de él [Un mundo sin Gloria], es impresionante. Y esa misma canción en una versión totalmente diferente que cierra la película Tus padres volverán, de Pablo Martínez Pessi. Con otra canción creo que no hubiera funcionado tan bien como con esa”.

Sobre “Milonga de pelo largo” versionada por Zitarrosa

“No lo podía creer, no sabía qué decir. ¿Viste cuando quedás con la boca abierta? Recuerdo cuando pude escucharla bien en una grabación de un concierto que había dado en Santiago de Chile, que habla de la canción, me pareció brutal. Yo ya había tenido contacto con él porque trabajamos juntos mucho tiempo en radio Ariel”. (Con Ignacio Martínez en la diaria del 16 de setiembre de 2017)

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“Cuando yo era muy jovencito, allá por el 56, había visto aquella película que era espantosa pero que tenía música de Bill Haley, Semilla de maldad, que en inglés era The Blackboard Jungle, y por esa época conocí a Arnoldo Schuster y a otros que me empezaron enseñar a tocar la guitarra eléctrica”.

“Eran milongas tocadas en la clave del candombe. Con la guitarra bien amplificada se lograban efectos muy interesantes. Habíamos empezado a ensayar con el asunto de la fusión, y de golpe hacíamos un malambo y con dos golpes de batería pasábamos a un ritmo de jazz de 6 x 8. Y de ahí sale la ‘Milonga de pelo largo’ en clave de rocanrol. Una cantidad de cosas que fueron gratificantes, pero como las letras eran bastante duras para la época, no trabajábamos nada”.

Dino en la casa de sus suegros en Dolores, a un mes de tornado que destruyó su casa (archivo, mayo de 2016).

Dino en la casa de sus suegros en Dolores, a un mes de tornado que destruyó su casa (archivo, mayo de 2016).

Foto: Santiago Mazzarovich

“Nosotros estábamos todos melenudos y vestidos de jean, meta al rocanrol, y de repente una vez en el lugar en el que estábamos aparece Alfredo [Zitarrosa], vestido de traje y de corbata, muy peinado, y se toma una grapita. Entonces voy a saludarlo, porque él era compañero mío de trabajo: era informativista en radio Ariel y yo estaba en la parte de discoteca. Y me dice: ‘Che, es muy interesante eso que hacen, pero la guitarra eléctrica tiene un secreto que no quiero investigar’”.

(Con Rodrigo Ribeiro en la diaria del 21 de setiembre de 2012).

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Desde afuera de la casa suplente se escucha el riff de “I’ll Feel A Whole Lot Better”, de The Byrds, una rareza en el mapa sonoro de Dolores. Dino nos recibe con la sencillez de sus acordes y un ánimo apagado. “Todavía no hemos hecho el inventario de lo que perdimos, pero se me voló la discografía entera de Zitarrosa”, lamenta. No fue lo peor: también perdió su propia discografía. Eso sí: las guitarras quedaron intactas.

Dino en la casa de sus suegros en Dolores, a un mes de tornado que destruyó su casa (archivo, mayo de 2016).

Dino en la casa de sus suegros en Dolores, a un mes de tornado que destruyó su casa (archivo, mayo de 2016).

En eso, pela una guitarra Epiphone negra, de caja grande, y se sienta en el sillón. Le pido “Los tanos”, pero no se acuerda de la letra, y su carpeta también se perdió en el tornado. Entonces pone los dedos en do y nos dedica una versión despojada y folk de “Vientos del sur”. Hace años (los que lo seguimos lo sabemos) cambió la letra: donde decía “vientos del sur sobre Montevideo” ahora canta “vientos del sur sobre mis dolores”. Me pareció o quise escuchar “sobre mi Dolores”. Y me partió la cabeza.

(Federico de los Santos, en la diaria del 27 de mayo de 2016).

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“Soy más frenteamplista que comunista o socialista. Lo soy desde el 71. Es más fuerte que yo”.

“Siempre he tenido problemas con Jekyll y Hyde, con el Dino y el Gastón. Durante un tiempo no se llevaron nada bien. No tengo idea de por qué, quizá porque soy hipercrítico conmigo. Cuando digo algo, enseguida me doy cuenta de lo que estoy diciendo y me reto: callate, estúpido, qué estás hablando”.

(Con Martín Pérez, en revista Lento, abril de 2016).

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Dino en el festival acústico de Montevideo (archivo, abril de 2014).

Dino en el festival acústico de Montevideo (archivo, abril de 2014).

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Sobre sus comienzos laborales

“Haciendo mandados en la radio Ariel, con Luis Batlle. Al tiempo, a los músicos que trabajábamos ahí nos habían permitido usar uno de los estudios, en los que se grababan los radioteatros”.

Sobre el vínculo con el movimiento de canto popular

“Era algo muy sencillo: en ningún lugar se dice que con una guitarra de cuerdas de acero no se puede hacer milonga. Ni [Lauro] Ayestarán lo dice, sino que más bien insinúa lo contrario. Porque del lado brasileño se hacía. Así que la gran mayoría de nosotros hacíamos lo que nos gustaba, y no criticábamos lo que hacían los demás. Nos llevábamos bien, incluso, con Santiago Chalar, que fue una gran persona. Me acuerdo de que en Varela, unos nabos empezaron a molestar, y él saltó en nuestra defensa, ‘los cantores están cantando y se tiene que hacer silencio’, siempre con su poncho colorado. O sea, siempre nos llevamos bien, y eso era fundamental. Porque el enemigo estaba ahí; estábamos juntos en su contra”.

Dino en el bar Montevideo Sur (archivo, marzo de 2020).

Dino en el bar Montevideo Sur (archivo, marzo de 2020).

Foto: Iván Franco

Sobre la función del artista

“Claro que sí: socialmente. Y es su obligación tratar de cumplirla lo mejor posible. Porque un artista no es únicamente alguien que se sube al escenario y los demás tienen que aplaudir. Te van a aplaudir más si tomás ciertas actitudes con las que la gente se sienta identificada. Hay sólo dos vías: o estás con los poderosos o estás con tu gente. Si estás con tu gente sabés que las cosas van a ser difíciles, y si estás con los poderosos, te quedarás con las migajas. Nosotros sabemos lo que es una olla popular. Nosotros miramos y sabemos cuál es nuestro lugar y qué debemos hacer”.

(Con Débora Quiring, en la diaria del 20 de marzo de 2020).