Alma fantasma pone en escena a estos personajes que son el epítome de las historias de horror. Tan es así, que en ese pueblo en el que sucedía “algo terrible”, los humanos aparecen sólo como caja de resonancia de los sentimientos y acciones de estos seres evanescentes. De esta manera, trastocando el punto de vista, esta historia de fantasmas no es una historia de miedo sino más bien de angustia existencial al percibir que ya nadie cree en ellos, ni se asombra con ellos, ni –mucho menos– causan miedo.

La protagonista es Alma, una fantasma costurera cuya herramienta, por supuesto, es una antigua máquina de coser. Aunque, es evidente, los fantasmas no tienen edad y las referencias temporales son amplias –esta situación de decadencia los aqueja desde hace cientos de años–, el oficio de Alma la emparienta con las abuelas y, a un tiempo, con la creatividad y la capacidad de reparar. Así, preocupada por la situación, Alma concibe y pone en práctica una idea que le trae el viento y que surge desde la propia práctica de remendona cuando llega Pedro, un fantasma enorme que rompió su sábana al intentar, sin éxito, asustar a una pareja de enamorados en un rosedal.

Alma ensaya una estrategia para que los humanos los vean: agrega color a la tradicional sábana blanca, con una incertidumbre doble: si va a surtir el efecto deseado y, antes que eso, si este cambio va a conformar a su cliente. Pedro se fascina con los lunares rojos que Alma colocó en su atuendo y se apresura a ponerlo a prueba. Este ensayo ocurre frente la única que persona que aparece en singular: una niña. Este acento en la mirada infantil es central en el libro, ya que, por un lado, es la que reacciona con una carcajada que suelta de su boca abierta de par en par en un instante en que un posible atisbo de miedo troca en asombro; por otro, determina la búsqueda de los fantasmas, que a partir de entonces se centran en sus vidas pasadas para encargarle a Alma los diseños de sus sábanas.

El color impera en el pueblo, y en los sueños y recuerdos de estos personajes que, lejos de dar miedo, acompañan, asombran y habitan el lugar con sus historias. Y luego deberán unirse para ayudar a Alma.

Alma fantasma no es una historia para espantar el miedo, un tema al que aborda más como tópico literario que como posible problema de la vida cotidiana. Sin embargo, el miedo –y su superación por experiencias más complejas como el asombro y la alegría– está ahí como telón de fondo de esta historia en la que un pueblo pasa de la quietud a la fiesta fantasmagórica.

Alma fantasma, de Choca. Criatura, 2021. 36 páginas. $ 590.