Entonces, un día, Papina de Palma se fue a España. También a Italia y a México. Llevó su música como territorio posible para la existencia y giraron sus melodías. En ese mundo sin fronteras, la música se pareció a aquel pájaro que migra, o emigra o inmigra o transmigra, salta barreras, burla las aduanas, algo que corre y se difunde. En el medio del vuelo apareció Esta podría ser la señal.

Hijo de su tiempo, el nuevo disco de la cantautora tiene varias particularidades. Primero, y quizás obvio, su lanzamiento fue desde ese lugar que han dado a llamar virtualidad –aunque las canciones siempre suenan donde se quiera–. Además, y bastante más importante, el disco fue producido por ella misma. Dice Papina a la diaria que aprendió, “en la temporada de apocalipsis que pasamos, que puedo producir, que es una posibilidad que antes había estado pasando por alto. Quedé re contenta”.

Dame canciones

Lo que se puede encontrar en estas diez canciones es bien diverso. Primero, el disco fue un lugar para temas que ya estaban en el repertorio de Papina pero aún no habían sido grabados. Sólo una, Tiempo al tiempo, canción que canta junto a Camila Ferrari, una de las tantas invitadas, es inédita. A propósito de quienes fueron invitados a participar en Esta podría ser la señal, están Edú Lombardo, Samantha Navarro, Inés Errandonea, Luciano Supervielle, Luciana Armas, Guillermo del Castillo, Juan Pablo Chapital, Julieta Taramasso, Federico Blois y Victoria Brion. Además participa el técnico en grabación Juan Manuel Cola. “Es gente que aprecio y admiro mucho. Es un honor que participen en el disco”, dice Papina.

No hay sentido narrativo en el orden de canciones, pero sí sentido estético. Lo confiesa la propia autora de forma simple: “Escuché distintos órdenes. Elegí el que más me gustaba”.

Más allá de todo orden, lo que sí se nota en este nuevo disco es el cambio de enfoque en las letras. Hay un giro que desencadenó el viento, y Papina lo explica así: “En el primer disco, que tenía canciones de toda mi vida, hasta una de cuando tenía 13 años, el resultado fueron canciones de amor romántico; no me sentí plenamente representada. Por un tiempo pensé no hacer más canciones de amor, dije basta. Después me di cuenta de que no tenía que ser una cosa drástica, sino que lo que me estaba embolando era la manera de hablar del amor. Las canciones que están en este disco reflejan un intento de vincularme mejor, una cosa más nueva, dejando de reproducir patrones viejos y dañinos. Cuando te parás arriba de un escenario tenés que decir cosas de las que estés éticamente convencida. La transformación en mi poesía es una responsabilidad y busco no reproducir cosas con las que no estoy de acuerdo”.

La guitarra –o las guitarras, que, a diferencia del disco anterior, esta vez fueron todas grabadas por Papina– son centrales en Esta podría ser la señal. También abunda la buena palabra, con letras que atraviesan las canciones. Si a guitarras y letras se les suma la voz de la cantautora, se genera un hermoso ambiente sonoro, representante moderno de la típica canción uruguaya. “El folclore de donde venís es inevitable”, cree.

A propósito de los ambientes sonoros, aparecen en el disco dos instrumentos no tradicionales en las canciones de Papina. Uno es el piano, tocado magistralmente por Luciano Supervielle en la canción “Cosas para darte”. Según cuenta la cantora a la diaria, un piano en ese tema era una idea que le gustaba. Para ella, “cuando llega esa canción se abre una ventana y entra aire fresco. Haber podido invitarlo, que se copara y que grabara eso tan bello es un privilegio”.

El otro instrumento que rompe con la hegemonía de la guitarra es un sitarel tocado por Guillermo del Castillo en “La memoria” –canción que es uno de los puntos altos del disco–. Papina y Del Castillo se conocieron en Italia en una residencia musical. Ahí surgió la idea, y Del Castillo grabó desde su casa. En este tema, además, canta Pitufo Lombardo.

El viento desencadena canciones y una de las últimas del disco es “La manada”, que todavía no estaba grabada. Plasmada en el disco, quedó muy bien: tiene un coro de voces impecable –arreglado por Camila Ferrari–, el contrabajo de Julieta Taramasso y también el redoblante tipo marcha que toca Federico Blois. “La manada” es un canto feminista, como un despertar, como una fuerza, mucho de lo que Papina deja plasmado en su nuevo disco.

Futuro y memoria

¿Por qué la memoria marca huella en el disco?

Es inconcebible avanzar sin memoria. No se puede pensar en el futuro sin memoria. Sin memoria estamos destinados a repetir errores. Hay que recordar, tener el relato completo de las cosas que hayan pasado. Con esto me refiero a nuestros desaparecidos y los discursos que los quieren dejar atrás. Pero vamos a seguir insistiendo.

Esta podría ser la señal. De Papina de Palma. 2021.