En la madrugada del sábado el economista y coleccionista Claudio Rama compartió un texto en Facebook con el título “Arbitrariedad y destrucción de patrimonio cultural”. Se refería a lo que acababa de ocurrirle en el aeropuerto de Carrasco cuando, al momento en que ingresaba al país, “un joven funcionario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)” le confiscó siete máscaras de madera que traía de México y que serían exhibidas en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI).

“Son de mucha calidad y antigüedad”, escribió en su cuenta de Facebook. “Me fueron no sólo confiscadas, sino que van a ser quemadas por ser artesanías en madera, entre hoy y mañana, y sin derecho a defensa. Insólito”. Contó que lleva 20 años construyendo una “colección de máscaras latinoamericanas” y “pasando por muchos aeropuertos”, y señaló que el Estado uruguayo le había “robado” las piezas, de más de 50 años de antigüedad, sin ningún análisis, aduciendo que eran “maderas no tratadas”.

En conversación con la diaria, Rama fue muy crítico con la norma que se aplica para el ingreso de artículos. “Es de tal amplitud, que no habría ninguna persona que estuviera en situación legal. Basta que tú tengas unos zapatos de cuero y pases por la frontera, para que tengas que entregar la factura de compra y el certificado de que ese cuero fue tratado. Eso es de una arbitrariedad en la potestad del Estado a un límite que supera todo marco”.

“Además, en la resolución no es que me dicen que en 24 horas tengo que entregar un certificado o que tengo derecho al amparo. Nada. Se me dijo que iban a ser quemadas sin ningún análisis técnico”, agregó. “Sin la prensa, me clavan. Me lo dijo una muchacha en Facebook: 'Haz barullo en los medios'”.

Virginia Guardia, directora de la Dirección General de Bioseguridad e Inocuidad Alimentaria, explicó a la diaria el trabajo de los funcionarios de barrera sanitaria en la frontera. “Se busca evitar el ingreso de plagas cuarentenarias, que pueden significar una amenaza para la sanidad animal y vegetal”.

“Parecería que estamos teniendo más controles, pero estamos teniendo los que están previstos; tal vez en otra época no se daban de esa manera. Tratamos de avanzar hacia una mayor efectividad en el control y una mayor conciencia de que este es un tema de interés nacional”, expresó Guardia.

En el caso de las máscaras, venían sin ninguna certificación sanitaria, por lo que se procedió a intervenir. Lo necesario hubiera sido que “previo a ingresar se hubiera hecho el trámite correspondiente con servicios agrícolas” en el caso de las máscaras de madera. “Y la máscara de cuero corresponde con servicios ganaderos. Debió comunicarse previamente y consultar cuál era el trámite correspondiente, para ingresar con la documentación necesaria”.

Al no existir la documentación, las máscaras fueron retenidas. “Cuando se decomisa, se destruye, si corresponde decomisar y destruir. Cuando se retiene y hay alguna duda de si realmente implica un riesgo a la sanidad, se interviene esa mercadería y queda retenida en custodia de barrera sanitaria hasta que se aclara la situación. Si el viajero tiene algún argumento por el cual demuestra que hay un interés en buscar la manera de que pueda ingresar, se le da esa posibilidad”.

Y explicó que la destrucción también existe para “tranquilizar de que no hay chances de que alguien se quede con el producto”. En algunos casos se llega a la “desnaturalización” de los productos, que son rociados con un espray para asegurarse de que no serán consumidos.

El caso comenzó a resolverse en la tarde de este lunes cuando Rama recibió una comunicación de la Dirección General de Servicios Agrícolas, dependiente del MGAP, en la que se manifiesta que el organismo “podrá autorizar el ingreso de las máscaras de madera, sujetas a una fumigación con fosfuro de aluminio”.