Fue una de las productoras de La letra chica, el programa que se transformó, durante 2020, en el más exitoso de la historia del canal de la Intendencia de Montevideo. Tras la llegada de Carolina Cosse al gobierno departamental, Alejandra Casablanca asumió como directora de TV Ciudad el 10 de diciembre. Desde entonces, comenzó una carrera contrarreloj para llegar a marzo con una programación renovada. “La tarea es entender la televisión pública de Montevideo como una voz distinta frente a lo que está sucediendo en el panorama mediático”, dice la periodista, que conformó un equipo de dirección basado en personal que ya trabajaba en el canal (Christian Quijano como coordinador general, Omar Borges en Operaciones, Pablo Anzuela en el área técnica, Leo Pérez en programación y Pablo Arriola, él único “nuevo”, en Innovación y Contenidos).

De esos cambios, de la expectativa que despierta el retorno de La letra chica, de sus más de tres décadas en los medios y de algunas polémicas en las que se vio envuelta recientemente conversamos con Alejandra Casablanca.

Conociendo tu perfil, uno calcula que va haber más peso de lo periodístico en la nueva programación.

No, va a estar más equilibrado entre lo periodístico y otras áreas. Creo mucho en los liderazgos horizontales más que en los verticales Y entonces con el mismo equipo hay gente que tiene experticia en muchos temas que no son los que yo manejo más fuertemente, en lo que tiene que ver con las series, el deporte, otras cosas que no pasan por lo periodístico duro y puro. De todas maneras sí va a haber una pata periodística fuerte que tiene como columna vertebral a Informe Capital.

Se va a fortalecer el informativo.

Sí. Y además gana una edición del mediodía, que no tenía. Estaba sólo la edición central en la tarde. Creemos que tenemos que dar información en otros horarios, con las características de este canal, que no tiene por qué buscar la competencia con el tipo de agenda de un canal privado. Hay un respaldo muy grande para esta concepción y para este protagonismo del informativo. No es algo más dentro de la programación.

Vos venís de la radio, pero habías trabajado en televisión con Sonia Breccia en Hoy por hoy, en TNU.

Sí, hice varias cosas en televisión. Desde 1997 a 2003 estuve en ese programa. También hice trabajo más documental: para los 40 años del golpe de Estado produje un programa que condujo Ana María Mizrahi. También estuve en el armado de la cobertura del proceso electoral que se intentó con los medios públicos. Y bueno, después La letra chica.

Alguien comentaba que, con tu llegada, parecía que La letra chica se iba a expandir a todo el canal.

Creo que el programa fue producto de una gran visión del equipo anterior de dirección y de producción, que pudo ver que podía funcionar en ese lugar y en ese momento, con una elección muy buena de los conductores. Creo que eso también rompió prejuicios, porque al principio decías “¿qué está haciendo un conductor como Diego González en un periodístico?”. Sin embargo, es uno de los sellos de La letra chica: es el que, más allá de estudiar, pregunta desde el sentido común, hace la pregunta que haría el televidente que no necesariamente es especialista en el tema que estamos tratando. Los roles fueron un hallazgo. Es muy raro que un producto se imponga así en televisión. En un mes ya tenía un sello y es algo que en algún momento alguien estudiará, por qué se dio en ese momento y por qué se impuso tan rápido y en un canal público.

Creo que tiene que ver, entre otras cosas, con la sensibilidad política de mucha gente que sentía una orfandad de contenidos audiovisuales. Había un hueco.

Sobre todo un hueco político-cultural, no político-partidario. En su momento quisieron pegarnos, y luego dijeron el disparate de que éramos [como el programa argentino] 6, 7, 8. Pero sí hubo un agujero político-cultural, en el sentido de que los programas periodísticos que se emitían en ese momento iban por otros carriles, ni mejores ni peores, otros, en donde se recurría más a la interpelación, el llamado al senador, al candidato, mientras que nosotros tratamos de volver al periodismo que aprendimos en nuestra generación. O sea, dejar hablar al tipo que invitás, estar preparada para esa entrevista, estudiar, que la persona que invites tenga una experticia en el tema que querés tratar, porque La letra chica es un programa temático que intenta buscar voces alternativas que nadie conocía –de jóvenes, de la academia, de distintos institutos– y no ir solamente a las voces que están en todos lados, los cinco politólogos que todo el mundo conoce, más allá de que Daniel Chasquetti nos acompaña. No sé cuánta gente sabía cuánto manejaba Ana Laura Pérez todo el tema del mundo digital, más allá de conocerla como periodista. Natalia Uval, que viene de la prensa escrita, no era de los periodistas que veías sentados en los estudios. Creo que esa mezcla, con un equipo de producción que busca hacer una diferencia, que si quiere incluir las voces políticas hace el tape de presentación del programa con todas, pero para hablar del tema trae a especialistas. Si es desnutrición, a un nutricionista. Y así.

No es común ese esfuerzo de producción.

No, pero se amalgamó muy bien y lleva una pasión interesante. También tiene que ver con la humildad periodística de poder contactar a otros colegas que sabés que saben de ese tema, pedirles recomendaciones, tener ese ida y vuelta. Yo debo agradecer porque con Leo, con Maite Sarasola, que va a ser la coordinadora general de la producción este año, y con Pablo tuvimos mucho ese intercambio y debemos agradecer muchísimo a los colegas, a los académicos. Vos ibas y decías: “Yo quiero un economista que me explique, no quiero las mismas cinco voces que están en todos lados, que me lo explique, que la gente lo entienda”, y siempre tenías alguien que decíamos: “Me parece que este tipo es ideal”. Es un esfuerzo grande, y un esfuerzo grande que también ayuda a recuperar los orígenes nuestros del periodismo, o sea, estudiar, no estar saliendo al grito. Recomendar los libros cuando terminaba cada programa.

También se combinaba muy bien el interés permanente de algunos temas con asuntos de coyuntura.

Sí, el seguimiento de agenda es fundamental. No necesariamente nos tiene que marcar la semana, pero sí es de lo que habla la gente y La letra chica es eso: pasar la lupa sobre lo que estamos discutiendo todos de distintas maneras. Que no quiere decir que no nos tomemos nuestras licencias para otras cosas. Por ejemplo, nos sorprendió mucho que programas filosóficos midieran lo que midieron. Cuando empezó esta copia berreta de la grieta de Argentina, que es inexistente en este país, donde el debate político-partidario existió desde el nacimiento del Partido Nacional y el Partido Colorado. Hace 35, 40 años se retaban a duelo; imaginate si habrá habido grieta. Nosotros nos lo planteamos desde ese lugar: ¿qué grieta? Ese tipo de programas también midió muy bien, y también lo vimos en el ida y vuelta con la gente en las redes. Capaz que necesitamos tener un lugar donde pensarnos un poco más, donde quedarte con ganas de un poco más y pensarte más allá del escandalete de Twitter. Levantar la mirada y darnos cuenta de que siempre hay alguien que te enseña. Me parece que era un poco lo que antes pasaba en el boliche, en el bar. Yo me acuerdo de que cuando cuando nosotros trabajábamos en redacciones y no existía la carrera de Ciencias de la Comunicación y tus maestros de periodismo eran tus editores o tus jefes, a lo que ibas era a escuchar todo y a absorber como una esponja cuando se terminaba de editar el diario o cuando terminabas el programa. Ibas a escuchar a la gente que realmente te abría la cabeza. Y querías salir a comprarte el libro que estaban citando. Creo que La letra chica generó un poco de eso en tele, y con un formato fuerte a nivel gráfico. Mucho trabajo de edición, para que fuera esa canción. Lo que pensamos, y va a seguir así, es que cada minuto de La letra chica vale.

¿Cómo vas a hacer para estar y no estar?

Capaz que me dejan ayudar en la producción. Igual, la dirección de un canal es una locura. Te lleva todo el día, pero por suerte tenemos un equipo que cubre todos los flancos. Yo soy una esponja desde hace dos meses para aprender de cosas que no eran lo mío, sobre todo a nivel técnico y burocrático. Pero bueno, despuntaré el vicio un poquito, a veces.

Cuando el programa apareció también surgieron críticas de tono político, especialmente desde representantes del Partido Nacional. Es posible que esas críticas ahora se extiendan a toda la programación.

Las críticas van a surgir. Cuando pusimos el primer tuit anunciando que volvía La letra chica ya lo vimos. Hay que separar las cosas. Mi nombramiento, sí, obviamente, fue político; si no, se habría ido a un concurso. También es político el nombramiento de Gerardo Sotelo en la televisión pública, y lo fue el de mi antecesor Federico Dalmaud, y el de Ernesto Kreimerman en TNU, por poner todo en paralelo. En el momento en que se vaya a un concurso, se irá. Otros cargos aquí adentro son por concurso. Los periodistas en su mayoría entran por bolsas de trabajo y por concurso. Los directores que están en áreas están esperando para concursar las coordinaciones, dentro de los mecanismos de la Intendencia. El mío es un nombramiento político. No hay que tenerles miedo a esas cosas. La historia es saber si uno es independiente, respetuoso; entender que es el canal de la ciudad de Montevideo. Será la gente la que lo evalúe. No tengo dudas de que le van a caer a La letra chica. Ya le cayeron el año pasado. Pero son las leyes del juego. Qué pueden decir de político-partidario de un programa de ciencias que cuenta con un equipo que coordina y trabaja desde hace añares con el Institut Pasteur. Sería medio tonto decir que detrás está la mano del partido de gobierno en el gobierno departamental. El programa Relatos: capaz que le tiran un balde de agua a la pobre Ana Laura Pérez, que además es editora del diario El País. ¿Les van a pegar a los programas culturales?

Foto del artículo 'Alejandra Casablanca: “No precisamos iluminados; creo en la fuerza del trabajo”'

Foto: Federico Gutiérrez

¿Cómo te imaginás la relación del canal con los medios públicos nacionales?

Ojalá exista. Hasta ahora yo no tuve ningún relacionamiento con el director de la Televisión Nacional, o el Canal 5 como se llama ahora nuevamente. Sí lo tuve con directores de otros canales públicos del continente, a través de la Red TAL, a través de todo lo que tiene que ver con las televisiones públicas y educativas de Iberoamérica, de televisiones públicas europeas que también han firmado acuerdos con nosotros y con las que vamos a trabajar fuertemente. Tenemos acuerdos con televisiones de China, Francia, la Deutsche Welle de Alemania, esperamos tenerlo con la BBC y, por supuesto, con las televisiones latinoamericanas a nivel público. Hay mucha gente que ha trabajado mucho y muy bien, con más conocimiento que nosotros. Ni que hablar del otro lado del charco, desde donde han puesto a disposición de TV Ciudad muchas cosas que agradecemos. No es fácil el presupuesto. La posibilidad de acuerdos internacionales también suma para la gente de Montevideo.

Ojalá tuviéramos medios públicos fuertes. Los países que tienen medios públicos fuertes tienen mejores medios en general. Los medios británicos, por ejemplo, le tienen que agradecer a la BBC, porque puso la vara muy alta en todas las áreas, entonces los privados ganan en esa competencia. En Francia pasa lo mismo. Estoy estudiando un poco sobre casos en Latinoamérica. En Medellín pasó algo maravilloso, y mucho tuvieron que ver los medios. En Argentina depende de la línea mediática, porque los medios públicos argentinos son muy buenos. Los canales universitarios brasileños también.

No sé, la verdad, qué relacionamiento vamos a tener. Yo espero que le vaya muy bien, muchos compañeros queridos, amigos míos, están allí. Tenemos visiones distintas, eso está claro. Pero eso no quiere decir que no se pueda trabajar en conjunto. Al contrario, toda el área cultural debería poder trabajarse en común. Yo voy a tener otros errores, pero no tengo ningún espíritu refundacional.

Se ve que en muchas cosas va a haber una continuidad con la gestión anterior.

Hubo un trabajo muy bueno, con las improntas de cada uno de los directores, a lo largo de estos 25 años. Me encantaría tener sus opiniones, su asesoramiento. Por eso digo que tengo otros complejos, pero no los refundacionales. Es una continuidad, sí, porque al canal lo hacen los trabajadores. Mi primera reunión fue con los sindicatos. Los directores pasan, pero los trabajadores quedan. La mayoría, no las caras y los talentos que contratás para la pantalla por un año. El resto: los realizadores, los productores, los editores, la gente que es el corazón del canal, tienen que ser escuchados. Al menos desde el lugar del que vengo, que es desde el periodismo y desde lo sindical. Lo primero que hago cuando asumo una responsabilidad es escuchar a los trabajadores. Luego veré cómo logramos ensamblar todo. Pero, más allá de que estuve el año pasado cinco meses trabajando acá para La letra chica, me encontré con un equipo con muchas ganas de hacer cosas en el canal, con la camiseta puesta, con muchas ideas. Tengo proyectos y proyectos de gente de adentro del canal, no sólo de afuera. Eso quiere decir que vos tenés el capital más fuerte, que es el profesional y humano, que está acá adentro. Estamos muy entusiasmados. Agradecemos el respaldo, como equipo, que tuvimos de la Dirección de Comunicación de la Intendencia y de la propia intendenta, que entiende cuál es la función de un canal para los montevideanos y que, entre otras cosas, nos permite trabajar con total libertad, y eso también se agradece mucho. Lo único que nos ha pedido es trabajar 20 horas por día, y así estamos. Esta es la primera nota que doy. Lo nuestro no pasa por hablar, sino por estar acá adentro trabajando, y seguirá así.

Más allá de los números, hay señales de que aumentó la penetración del canal.

Es necesario reconsiderar la manera de ver televisión. En Uruguay la medición de audiencia se da por Ibope, que es por televisión lineal que está prendida. Cada vez hay menor encendido, porque la gente ve por otros medios. A Federico Dalmaud, en los días en que se estaba yendo, le llegó el mensaje de Youtube de que 135.000 personas habían visto el canal a través de la plataforma. Pero eso no lo mide Ibope. ¿No es hora de repensar cómo se mide? Yo peleé mucho cuando era directora de informativo de las radios públicas cuando decían “es Montevideo”. Nosotros salíamos con el móvil de la radio al interior y éramos rockstars. Nos conocían las caras por las fotos que buscaban en Facebook. Se paraba el pueblo.

¿Con qué presupuesto contará el canal?

Todavía se tienen que aprobar los números, pero pusimos todo en pantalla. Sacamos asesorías, consultorías, gastos en otras áreas, eliminamos todo ese tipo de cosas y pusimos todo en pantalla. Vamos a pasar de 700 horas de producción propia por año a entre 1.300 y 1.400. Hay que reasignar rubros.

¿Se suma más gente al equipo?

Estamos tratando de trabajar la estructura base con la gente del canal, que está a full. Vienen algunas personas muy puntuales para los programas. Habrá algún refuerzo de prensa, porque vamos a dos ediciones y es necesario. La gente que hay acá es muy talentosa y hay que aprovecharla. Voy a exprimir hasta la última gota de ese talento. Hay mucha gente talentosa en todas las áreas, empezando por mi compañero Christian Quijano, mi segundo. Entró al canal con 16 años en un convenio de limpieza con Tacurú y se enamoró de los fierros, estudió y llegó a ser jefe de operaciones, y ahora lo convoqué para que fuera el coordinador general del canal. Ese tipo entró hace 20 años a limpiar y se quedaba a dormir abajo para ver cómo funcionan los aparatos. Yo creo en eso. No creo en iluminados. Creo en la fuerza del trabajo. Uno tiene un potencial pequeño de brillantez; lo que tiene es fuerza de trabajo. No hay nadie que defienda más al canal que él, ni hay nadie que me pueda enseñar más de cómo funciona este canal, porque sabe desde cómo se limpia hasta los detalles del último elemento técnico. Por eso mismo yo no nombré cargos de confianza. Sacando a Pablo Arriola, que no era trabajador pero yo quería trabajar con él porque lo conocía y va a traer un gran cambio con la innovación dentro de los contenidos, el resto, los compañeros en las direcciones, son trabajadores municipales que son muy buenos en lo que han hecho. No necesitaba traer gente, aunque conozco a mucha gente que se quedó sin trabajo. Me parecía que era interesante recuperar a la gente que tenía la camiseta puesta. No necesitás traer a Spielberg.

Unas semanas después de que asumiste, te criticaron porque El Observador publicó que habías increpado a Ignacio Romero, del informativo Telemundo, por referirse a Gabriel Romano como “periodista militante” en una conferencia de la intendenta Cosse, que lo había contratado como asesor.

Pero me criticaron mal. Sencillamente me acerqué a Nacho, a quien conozco, y con quien hace tres meses cubría los mismos temas, y le dije que no está bueno que nosotros califiquemos a otro colega como periodista militante. Y le puse el otro ejemplo, y está grabado, de alguien a quien quiero mucho y que trabajó conmigo en el Parlamento. Ella trabajaba en Búsqueda, yo en Sarandí. Luego ella estaba en El País y yo en la 1410 AM. Elena La Pola Risso hoy es la asesora de comunicación de la ministra Azucena Arbeleche. ¿Vos le dirías periodista militante? ¿Dónde viste que es periodista militante? ¿Por qué la calificación hacia un colega, sea quien sea? Tenemos más de 80 periodistas que van a volver al ruedo cuando terminen de asesorar a estas intendencias y al gobierno nacional. Es un trabajo. Hace poco entrevistamos a uno de los ministros y la persona que lo acompañaba vino y me dijo: “Yo estuve tres años sin trabajar y el único que levantó el teléfono fue él para decirme que necesitaba a alguien de comunicación y como me conocía del Parlamento...”. Era un colega que estaba sin trabajo. Va más allá de lo corporativo. Siempre a nosotros nos critican por lo corporativo. Lo que yo digo es que no se puede ningunear a ningún colega, menos aún en momentos tan difíciles para el sector, con tanta desocupación. No está bueno. Hay que respetar el trabajo del otro. Es como señalar a un colega porque trabaja en un medio del que no te gusta la línea editorial. ¿De qué me estás hablando, si vos a veces estás ocho horas con ese tipo parado esperando por una conferencia o por una interpelación en el Parlamento, o corriendo atrás de una nota? A mí lo que me llamó la atención fue eso, que fuera un colega. Una cosa es lo que digan los políticos, pero que vos lo digas no está bueno para nadie. No se hubiera reaccionado igual si le hubieran dicho a otra persona. Y a veces hay una maldad interesante que tiene que ver con de qué lado se dice. Porque nadie les dice a algunos periodistas que están respaldando directamente al gobierno nacional y que han dicho no sólo “yo voté al presidente Luis Lacalle Pou”, sino también “me parece bien lo que está haciendo”. Nadie les dice “periodista militante”. ¿Y quién está en el gobierno ahora? Porque la crítica anterior era que el periodismo militante respaldaba al gobierno. ¿Cómo es la balanza del periodista militante? Hoy es descalificativo decir “periodista militante”. Hace 40 años eran todos periodistas militantes, porque los diarios eran militantes y estaba el diario del Partido Colorado y tenía la firma de Sanguinetti, que se reivindica como periodista.

¿Y cómo se maneja esa relación hoy?

La independencia no está en la asepsia. Ser independiente es tratar de contar lo que vos ves. Separar tu opinión de la información. Ser honesto en la información que le das a la gente. La gente pensará lo que quiera. No me podés pedir que porque sea periodista no me duela ver a la gente en una olla popular, o gurises pidiéndome cuando me voy caminando para la Ciudad Vieja cuando salgo del canal. ¿Pierdo mi independencia porque me subo un Primero de Mayo, que es el honor más grande para un trabajador, a presentar el acto de los trabajadores? Es mi clase, es una condición de clase. O mi militancia por los derechos humanos. Cada uno ha tenido la vida personal y familiar que ha tenido. La historia sería si yo te miento, que es distinto. Pero si no, quién te va a creer. Imaginate que me vieras sentadita, calladita la boca.

¿Vas a seguir interviniendo en las redes?

No, poco. Sobre todo porque creo que ahora hay una responsabilidad mayor, que es el canal, que son todos los trabajadores, todos los proyectos. Yo asumí esa responsabilidad, y eso incluye controlar cómo expreso algún tipo de pensamiento que en otro momento hubiera salido de otra forma. No te lo pide nadie, es sentarte y pensar: “¿Hablás por vos? ¿Sos sólo la Negra Casablanca?”. Capaz que yo escribo algo y a vos te parece fantástico, pero eso implica que les peguen a todos los compañeros que están haciendo la conducción de un programa. No me parece. Voy, sí, a tratar de construir. Uno a cierta edad empieza a agradecer. Agradezco poder pagar las cuentas haciendo lo que me apasiona. Y lo hago desde que tengo 21 años. Y por las dudas, aclaro: mi único pasaje por los medios públicos fueron cuatro años en la radio pública y este tiempo en TV Ciudad. Desde 1991 hasta 2016 trabajé en medios privados. Eso es una bendición en este país. ¿Cuántos colegas muy talentosos conocemos que están sin trabajo? Me parece que está bueno también jugar otro rol en las redes. Darle un giro al debate.

Estrenos y renovaciones en la programación

» Informe capital: el informativo gana una edición al mediodía, que va a conducir Rosina Mallarini. En la edición central, que se mueve a las 18.30, siguen Martín Rodríguez y Pilar Teijeiro, que además pasó a ser la jefa de Informativos del canal.

» Antes del informativo irá la revista Mirá Montevideo, que invita a recorrer la ciudad y su gente. “Lo que no ves normalmente en ningún programa: conocer la ciudad desde lo que hace la sociedad civil en todos los barrios”. Lo conducirán Noelia Campo, Jorge Temponi y Morena Ferreira.

» A las 20.00, pegado al informativo, vuelve La letra chica. “Es un riesgo que corremos. En otros países es imposible pensar en informativos de dos o tres horas como los que hay hoy aquí. Normalmente a las 20.00 en el resto de los canales uruguayos, salvo algún móvil en vivo, lo que se hace es repetir noticias. Así que vamos a competir en esa franja de lunes a viernes”. El Profe Piñeyrúa y Diego González continúan en la conducción, y se les suma nuestra compañera de la diaria Denisse Legrand. “Creo que ella va a sumarle mucho al espíritu crítico que tiene el programa”.

» Los lunes a las 21.00 estará Relatos, un programa de entrevistas conducido por Ana Laura Pérez. “Está pensado con un hilo conductor, muy basado en la estructura de la historia. Es importante que sea una mujer la conductora de un periodístico profundo. Todavía está muy masculinizado el periodismo duro y puro. En la previa ya nos está dando mucha satisfacción”. Está filmado completamente en exteriores.

» Los martes a las 21.00 irá Sobre ciencia. “En todas las televisiones públicas hay programas de ciencias, y más en este año en que los científicos son los rockstars”. El equipo proviene de Radio Uruguay: Gustavo Villa, Alexandra Perrone, Daniela Hirschfeld. Fernando Domínguez será el realizador.

» Los miércoles a las 21.00 llega una nueva temporada del programa de cocina Boca a boca, que conduce el chef y músico Pablo Silvera. “El trabajo que hace descubriendo lugares distintos donde comer también es mostrar Montevideo”.

» También continúa Ojos rojos, el programa de música que conducen Gabriel Peveroni y Maximiliano Angelieri, así como el programa dedicado al cine nacional Corre cámara, con María José Borges.

» Se amplían los horarios de Cinemateca te acompaña. “Fue muy bueno lo de 2020. La gente agradeció mucho todo lo que fue cine, tanto con Cinemateca como los ciclos que programó el canal”.