Guillermo Trochón se encontraba en Málaga cuando estalló la pandemia, es decir, cuando todavía había muy pocos casos de coronavirus y realmente nos cuidábamos. Volvió a Uruguay y el protocolo indicó que estuviera dos semanas aislado, completamente solo. O al menos eso parecía.

El joven realizador comenzó a jugar con fotografías en las que aparecía varias veces. “Porque sentía que, en un mismo día, cada dos horas tenía varias personalidades”, contó a la diaria. “Me iba transformando en procesos muy cortos. El mismo día que estaba súper feliz, a las dos horas estaba triste, a las tres horas quería tomar un whisky y a las cuatro horas quería jugar con la computadora”. Los cambios eran “muy fuertes, muy rápidos y muy intensos”.

Como ocurrió con el guion cinematográfico que lo había llevado a España (una historia sobre la crisis de los 30, escrita a los 29, por “ansioso”), apareció la necesidad de escribir acerca de lo que estaba experimentando, que terminó convirtiéndose en la serie web Encierro de mente, que debuta el sábado 13 de marzo en Youtube.

Además de escribir y dirigir, Guillermo interpreta a seis personajes, que representan aspectos de una misma persona. También se pone en la piel de dos policías (el bueno y el malo, obvio) que llegan hasta el apartamento en donde transcurre toda la acción para investigar la muerte de uno de los aspectos mencionados.

“Lo de cada personaje es una faceta exacerbada mía, que estaba muy sensible por la vuelta de España. Mi viejo había fallecido diez días antes, estaba todo a flor de piel, y surgió este exorcismo creativo-emocional que agradezco poder haber sacado por ahí”.

Un llamado de la Intendencia de Montevideo motivó que, junto a su amigo Gonzalo Trianon, que vive con él, se pusieran a trabajar en el proyecto. “Lo escribimos así nomás es una hoja de compu, cero formato y con palabras tiradas”, recordó. “En ese piloto guionamos ao vivo, improvisando todo. Los personajes nacieron ahí. El de traje, todo soberbio, nace por un saco. Yo vivía con Papina de Palma, que es la que hizo toda la música, y el saco era de ella”.

“Mandamos el piloto y me entró como chorrera de escribir los guiones, obviamente por no estar laburando. En una semana escribí los siete capítulos; los escribía durante el día y de noche se los mandaba a mi amigo y los charlábamos. Eran noches de birra, vino, lo que sea, y hablar. Todo el día preparando eso. Fue muy cocina de dos”.

Empezaron a pensar en filmar la serie, más allá de ganar o no el fondo. “Empezamos a hacer un plan de rodaje y en un momento nos reímos porque daba 15 días de rodaje laburando 12 horas, como solemos filmar pero en un mano a mano en nuestra casa”. Necesitaban más gente, pero de nuevo: pandemia. “Le dijimos a Rodrigo Arcos, otro amigo que siempre fue medio burbuja de nosotros. Se vino para la casa, se quedó 15 días y ahí la filmamos toda”. “A veces” se sumaba la productora, Patricia Trochón. “Era muy casero”.

Pese a la dificultad de componer seis personajes e interpretarlos en el mismo espacio físico, no fue lo más complejo que filmó. “Tuve la suerte de hacer Amores sobrios, un corto que ganó premios del Inju [Instituto Nacional de la Juventud] y la Junta Nacional de Drogas. Me lo financiaron y fue muy grandilocuente: 40 extras, 50 técnicos, una calle cortada. En ese nivel no, pero sí en el nivel de hacerlo, trabajarlo, actuarlo. Estar muy metido y muy desnudo a nivel conceptual y emocional, que es otro ítem de todo esto”.

“Incluso, la semana pasada hice algo que fue pelarme, para alejarme por lo menos físicamente de tanto verme en la pantalla, y poder decir ‘ahora ya soy otra persona’. Y sentí eso cuando terminamos de filmar y de editar. Sentí que el que veo ahí es ese Guillermo que ya agarró esa serie, siguió para adelante y la hizo suya”. También aclaró que la serie no buscaba el sensacionalismo de verlo seis veces en la pantalla, interactuando consigo mismo. “Esta historia la podría haber hecho con otras seis personas, pero no podían entrar en casa. Iba por ese lugar”.

Serán siete episodios de 15 minutos cada uno, que suman 105 minutos. Podría haber sido una película, pero Guillermo aclaró que “la estructura del guion está hecha para que termine un capítulo y quieras ver el otro. Está buena la división de capítulos. A la vez, para la visión de la gente y cómo consume determinados proyectos, es una duración que tira”.

Otro punto que remarcó es que no considera que Encierro de mente sea una serie “de pandemia”. “Es una serie que tiene un puntapié pandémico. La serie es una visión de uno mismo ante algún problema. El puntapié fue el encierro, pero la palabra coronavirus casi no se usa. Después, la historia avanza hacia otros lugares”.

Consultado sobre si utilizará el modelo Netflix (estreno de todos los episodios en simultáneo) o el modelo Disney+ (estreno semanal), dijo: “El formato Netflix. Droguilla. Que te compres una Coca de litro y una muzzarella y si querés puedas verlos todos de una. El lanzamiento va a ser este sábado 13, que se cumple un año desde que se declaró la crisis sanitaria. A las ocho de la noche vamos a hacer un vivo desde casa, festejando el cumpleañito de un año pandémico, habrá cuenta regresiva y a eso de las nueve de la noche ya quedará toda la serie”.

No será lo último de Guillermo, pero ¿será lo último de la pandilla de Guillermos? “La serie termina con una posible temporada 2, que creo que está buena porque es un universo de la mente con un realismo mágico sin fin. Vendrán otros y otras, porque también quiero que aparezcan los primeros personajes femeninos míos y explorarlos”.