En la Argentina alfonsinista de 1986 se estaba dando un recambio. Siguiendo el camino de los próceres del rock que estaban en la cresta de sus carreras (Luis Alberto Spinetta, Charly García), la consolidación de bandas como Sumo, Soda Stereo y Los Twist y de solistas como Fito Páez, el auge de boliches y de horas de emisión en radios y televisión, los nacidos en los 60, criados en dictadura, empezaban a emerger, tomando en cuenta esa tradición como mochila pesada pero también como cimiento. En esa efervescencia que todavía no se había venido abajo con la hiperinflación que daría fin al gobierno de Raúl Alfonsín, nacieron bandas que luego serían actores de gran relevancia en la historia del rock latinoamericano, que en esos años todavía estaba disperso y escasamente conectado entre sí. Una de ellas fue Los Fabulosos Cadillacs, surgida en 1985, cuyo primer disco, Bares y fondas, cumple 35 años.

Ya habían tocado en boliches como Blues, Stud Free Pub, La Esquina del Sol, Fire y Látex, y hasta en el casamiento de un joven Marcelo Tinelli, que era primo de uno de los percusionistas, Luciano Jr, quien después sería conocido por su participación en Bailando por un sueño con el apodo de El Tirri. En la segunda mitad de 1985 firmaron contrato con Interdisc y comenzaron a grabar un álbum producido por Daniel Melingo, que en ese entonces formaba parte de Los Twist. Originalmente se iba a llamar Noches cálidas en bares y fondas, pero finalmente recortaron el nombre.

Como sucede muchas veces con discos debut, las fuentes de las que se nutre el sonido de la banda son fácilmente rastreables. La más directa es la de la segunda ola de ska que a partir de los últimos años de la década del 70 se estaba dando en Inglaterra. En canciones como “Silencio, hospital” y “Vos sin sentimiento”, la referencia a bandas como Madness y The Specials es notoria. Incluso en la forma en que se vestían y hasta en la tapa del disco, que tiene un marco bordeando la foto, con el clásico cuadriculado blanco y negro que caracterizaba esa movida ska británica. También es posible reconocer algo de The Clash (no es casual que años después, en El ritmo mundial, el disco de 1988, hicieran un cover de “Revolution rock”), y del pospunk de Joy Division.

Por otra parte, se puede apreciar una mayor relación con el rock argentino de su época. En los discos posteriores, y fundamentalmente a partir de El león, la banda se va a volver más internacional, y el sonido va a generar un diálogo con una tradición más amplia. En ese primer disco se puede ver una influencia del rock y el reggae de Sumo, que también era cercano, a su modo, a Joy Division en canciones como “Tus tontas trampas” y “En mis venas”, en las que Vicentico canta muy a la manera de Luca. Esa influencia, por cierto, también es rastreable en los primeros discos que por esos años sacan bandas como Los Pericos, Todos tus Muertos y Los Auténticos Decadentes (“La manera correcta de gritar” y “Bares y fondas” perfectamente pueden considerarse canciones primas de otras como “El jorobadito”, de los Decadentes); y del rockabilly de Los Twist (en canciones como “Belcha” y “Yo quiero morirme acá”). Como dato que puede ilustrar estas influencias, en el disco En vivo en Buenos Aires, de 1994, se incluyen versiones de Sumo (“No acabes”), The Clash (“The guns of Brixton”) y The Specials (“You’re Wondering Now”).

Hay un tercer componente del sonido y es una presencia que supo estar en casi todos los trabajos de la banda, incluso en sus últimos discos: la corriente de música instrumental de los 60 y 70 a lo Frank Pourcel, Burt Bacharach, Henry Mancini, incluso las composiciones de Ennio Morricone, que sería más evidente en discos como La marcha del golazo solitario y Fabulosos Calavera y en este disco puede apreciarse en “Galápagos”.

Los Cadillacs fueron una presencia constante en la televisión, principalmente en programas como Feliz domingo. Lo mismo pasaba con otras bandas: recordemos la aparición de Los Pericos cantando en la película El profesor punk (1988). Sin embargo, ese primer disco no tuvo la repercusión que tendría el segundo, Yo te avisé, con éxitos como el que da nombre al disco, “El genio del dub” y “Mi novia se cayó en un pozo ciego”. Esa popularidad los hizo conocidos en otros países de América Latina, lo que los llevaría a un progresivo cambio en su estilo. La banda pasaría a ser uno de los puntales de ese nuevo fenómeno del rock latino, acompañado por el crecimiento de las discográficas y el surgimiento de MTV Latina, que los pasaba permanentemente. No dejaron de ser lo que eran, aunque hubo un cambio grande, al punto de que, para muchos de los fans nuevos de la banda, discos como Bares y fondas y Yo te avisé son una rareza.

El disco es bastante imperfecto y la banda se oye todavía en formación, como en busca de un sonido propio o al menos de un empaste, por más que ya puede apreciarse el talento de Flavio Cianciarulo en el bajo (fundamental para el sonido ska que buscaban), la particularidad del estilo de Vicentico y la potencia de los vientos. Cierta crítica les cuestionó la liviandad de su propuesta, otros lo desafinado y desprolijo de su sonido. Pero la cantidad de información que sirve para respirar el clima de época en Argentina –por ejemplo, lo divertido y oscuro que es, a la vez, el disco– perfectamente puede dar cuenta de las contradicciones que se estaban viviendo en la apertura democrática y sirve para entender el periplo posterior de la banda, y es un motivo suficiente para que merezca ser rescatado. No deja de ser un valioso documento para entender el momento de transición que se estaba dando en el rock latinoamericano en momentos previos a una internacionalización que, aunque para algunos pueda ser polémica y cuestionable, no deja de ser un hito que cambió radicalmente la música en español.