El cantante, compositor, cofundador y líder de The Rolling Stones, Mick Jagger, siempre fue el integrante más atento de su banda a la hora de mirar el entorno y captar lo que está de moda, ya sea ropa, música o una pandemia. Hace un año, los Stones lanzaron una nueva canción –con su correspondiente video, obvio– que tenía bastante olor a Jagger solista, titulada “Living in a Ghost Town”, sobre una ciudad que parece un pueblo fantasma porque todo el mundo está encerrado. No hacía falta ser experto en hermenéutica para saber que hablaba de la pandemia, más allá de que podía tratarse de una alucinación subjetiva, un estado de ánimo o afines.

Pero ahora sí, no quedan dudas: Jagger explotó al máximo la pandemia, sin lugar a equívocos ni a triples interpretaciones. Acaba de lanzar una canción que fue grabada en forma “virtual” junto con Dave Grohl. El ex Nirvana y líder de Foo Fighters se encargó de la batería, el bajo y las guitarras (y así Jagger se ahorra varios sueldos, dado que siempre tuvo fama de ser muy cuidadoso con el dinero). Musicalmente, es un garage rock -a tono con el encierro- de power chords que van y vienen como en cualquier canción de Sex Pistols, pero perfectamente controlado y pulido (por eso es impensado que lo toquen los Stones así tal cual).

La canción se llama “Eazy Sleazy” y sobresale por su letra: una biopsia de la pandemia, con la que Jagger extrajo un compendio de clichés y “palabras clave”, como si hubiera googleado compulsivamente y revisado las redes sociales y los diarios hora tras hora. “Quería compartir esta canción que escribí sobre la eventual salida del encierro, con un optimismo muy necesario”, escribió Jagger hace pocos minutos en su cuenta de Twitter, al compartir la canción.

“Mirando las gráficas con un vidrio de aumento”, “cancelar todos los tours, falsos aplausos en el fútbol”, “no más folletos de viaje”, “estrenos virtuales”, “mirando para afuera de estas paredes de la prisión”, tira Jagger, que el 26 de julio cumple 78 pero sigue cantando con la lascivia e intensidad de siempre, aunque lo haga encerrado en su casa. En el seudoestribillo se pone optimista y, con un juego de palabras que en español se pierde un poco, canta que todo esto “pronto será un recuerdo que tratarás de recordar olvidar”.

A Jagger no se le escapa nada. Desliza observaciones sobre el encierro pandémico, incluso con dosis de humor observacional, como si fuera Jerry Seinfeld: “Tomé una clase de samba y aterricé en mi culo”, “intentando escribir una canción, mejor me engancho a Zoom”, “demasiada tevé me está lobotomizando”, etcétera.

Lejos de quedarse ahí, luego del solo de rigor de Grohl, Jagger les dedica una estrofa entera a todos los negacionistas y conspiranoicos que florecieron durante la pandemia. Canta que, debido a que se vacunó, Bill Gates está en su “bloodstream“, es decir, en su corriente sanguínea, aparato circulatorio, etcétera. Además, dice que “la Tierra es plana y fría, nunca se calienta” y que “el Segundo llega tarde”. ¿El mesías? ¿Jesús? ¿Otra vez? Vaya uno a saber. Lo cierto es que el que siempre vuelve, y a tiempo, es Mick Jagger.