Como cada 18 de mayo, este martes se celebra el Día Internacional de los Museos, y en esta oportunidad ocurre con muchas de estas instituciones cerradas al público debido a las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia de coronavirus, que lleva más de un año. Parece más necesario que nunca, entonces, hacerse preguntas sobre la naturaleza y el trabajo de los museos, su función, sus objetivos y su aporte al tejido social. En atención a esa inquietud, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) propuso como eje para la conmemoración de este año la consigna “El futuro de los museos: recuperar y reimaginar”. la diaria conversó con directores y equipos de varios museos y centros de arte de Montevideo para conocer el impacto de la pandemia en su labor y las formas que se han dado para sobrellevarla.

Según el ICOM un museo es “una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medioambiente con fines de educación, estudio y recreo”.

Enrique Aguerre, director del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), rescata la importancia de los museos y agrega: “Ahora está el rol del entretenimiento, pero está mucho más marcado el rol de reafirmar valores y tradiciones, la historia de la comunidad. Tenemos una trama sensible, afectiva, de identidad y de memoria que opera y es muy importante que esté viva, y los museos tienen esa responsabilidad”. En el mismo sentido, Rosana Carrete, directora del Museo Histórico Cabildo, señala que “el objetivo final, en todos los casos, es la generación de actividades que propicien la reflexión, la integración, la convivencia social y la integración del museo en la vida de la comunidad”.

Para Mercedes Bustelo, directora del Museo Zorrilla, este es un momento de cuestionamiento: “¿Qué pasa cuando un museo está cerrado al público? Si no tiene visitantes presenciales, ¿sigue siendo un museo? ¿El museo es sólo un contenedor para resguardar y preservar objetos?”. Al respecto, Thiago Rocca, director del Museo Figari, aclara: “Una mirada tradicional ve al museo como un depósito de obras de arte y a su público como las personas que van a verlas. En realidad, el museo funciona más como un lugar de irradiación de propuestas culturales y de diálogos con la historia o las historias”.

La flexibilidad como ejercicio

Los museos programan sus exposiciones y actividades con uno o dos años de anticipación, y hasta cuatro años, según la escala del museo y las exposiciones. Por eso, en marzo de 2020 los museos uruguayos tenían toda su programación planificada para la presencialidad, y la pandemia implicó que un gran número de muestras debieran cancelarse, posponerse o adaptarse dados los prolongados cierres y los exigentes protocolos sanitarios. A su vez, las exposiciones que sí se realizaron debieron limitarse casi exclusivamente a los acervos de los museos o a obras que se encontraran en el país, debido al cierre de fronteras. Las exposiciones temporales se vieron reducidas, en la mayoría de los museos, a la mitad, porque los repentinos y repetidos cierres las obligaban a permanecer montadas por largos períodos sin asistencia de público. A este respecto, María Eugenia Vidal, coordinadora del Centro de Exposiciones Subte, señala: “Es importante destacar que reprogramar no sólo implica hacer un corrimiento en la agenda de actividades. Es decir, si hubiéramos esperado la apertura de forma pasiva no estaríamos cumpliendo con nuestra misión: producir, investigar, difundir y promover el acceso y el conocimiento de la ciudadanía a la cultura contemporánea”.

En 2020, el Museo Blanes y el Cabildo realizaron cuatro exposiciones que tenían planificadas, aunque algunas estuvieron abiertas al público por unos pocos días. El Zorrilla montó únicamente dos de las cinco que tenía planificadas y las demás fueron pospuestas. El MNAV, por su parte, redujo sus exposiciones a 20% o 30% de lo habitual, pero extendió los plazos para que el público pudiera visitarlas.

El Cabildo y el Museo Gurvich vienen trabajando de forma conjunta en la exposición Maestro y compañeros de Gurvich del Taller Torres García: el legado, que sigue postergada. El Gurvich, a su vez, tuvo que suspender Transhemisférico, de Diego Masi y Richard Garret. De igual manera, en el Subte siguen esperando un momento más oportuno las exposiciones de Francisca Maya, Felipe Secco y Carlos Seveso. El Figari debió suspender tres exposiciones del ciclo que celebra los diez años del museo, llamado Figari y sus contemporáneos: dos que se montarían en instituciones amigas (el Museo Numismático, en el Banco Central, y el Museo de Artes Decorativas, en el Palacio Taranco) y la muestra de cierre de esa conmemoración, que lleva por título 10 años, 10 historias de Figari y sus contemporáneos.

La situación del Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) es más particular: a partir de la convocatoria de 2019 tenían programados más de 45 proyectos que habían sido seleccionados para realizarse entre marzo de 2020 y marzo de 2021. El cierre de fronteras, la imposibilidad de que vinieran los artistas extranjeros para el trabajo in situ (residencias y talleres de formación) y los cierres de la sede hicieron que el plan no se pudiera ejecutar. Algunas propuestas se adaptaron a la virtualidad, otras se aplazaron y otras se suspendieron.

Actualmente, la única exposición pensada desde y para la virtualidad es En la noche (www.enlanoche.uy), propuesta del Subte que integra la obra de 16 artistas contemporáneos que se vinculan con Montevideo por medio de textos, música, performances, pintura, dibujo y arte digital.

Un viraje acelerado hacia lo digital

Si bien todos los museos contaban ya con sus páginas web y tenían presencia en algunas redes sociales, la pandemia los obligó a trabajar más en la comunicación a través de plataformas digitales. Se volcaron entonces a la producción de contenidos y experiencias digitales de diversos tipos. Cabe destacar la intensa y profunda investigación que hay detrás de estos contenidos, siempre con gran cuidado de la calidad.

El Blanes, el EAC, el Gurvich y el MNAV ofrecen videos y recorridos virtuales por varias de sus exposiciones y salas, en los que dan a conocer a los artistas y explican el proyecto curatorial, abriendo líneas de reflexión. El MNAV, el Blanes y el Figari, por su parte, tienen sus catálogos y publicaciones disponibles en sus respectivos sitios web.

Varios museos echaron también en falta al público infantil y desarrollaron propuestas específicas para atenderlo: el Cabildo se sumó este año al programa Artistas en el aula, de Plan Ceibal, mientras que el Figari, el MNAV y el EAC incorporaron materiales didácticos para ser trabajados en clase por maestras y docentes, o en familia.

El Subte hizo una apuesta digital más arriesgada: para el 8 de marzo invitó a Colectiva COCO (Catalina Bunge, María Mascaró, Natalia de León) a tomar el control de sus redes sociales (Facebook, Instagram y Twitter) para dar visibilidad a su investigación, con perspectiva de género. El resultado fueron 24 posteos que conformaban, al final del día, un afiche-proclama.

En cuanto a la formación, el EAC, el Gurvich, el Figari y el Zorrilla ofrecen talleres virtuales en diversas áreas temáticas, algunos dirigidos a niños y otros a adultos. El Subte, en tanto, ofreció 30 becas para un taller virtual de música conceptual contemporánea, a cargo de la Academia 4’33” de Buenos Aires.

La mayoría de los museos generaron contenidos audiovisuales, en muchos casos sobre las colecciones, las exposiciones y los artistas, pero también sobre el trabajo interno que hacen y que despierta mucho interés entre sus seguidores digitales.

Trabajar hacia el futuro

Además, los museos y sus equipos de trabajo aprovecharon el cierre de salas para tareas de acondicionamiento y mejoras edilicias. Fue ese el caso del Museo de las Migraciones, y también del Museo del Carnaval, que trabaja en renovar la presentación y exhibición de su colección. El Cabildo se ha planteado la creación de un Jardín Patrimonial en su patio para involucrar a quienes utilizan este espacio público regularmente.

A su vez, gran parte del trabajo de los museos es invisible al público, pero exige mucho tiempo y cuidado. Tareas como la restauración y conservación (preventiva) del acervo, la investigación sobre los artistas y piezas de la colección son permanentes, aunque no se vean. El Blanes y el Cabildo, por ejemplo, están trabajando en la digitalización de sus colecciones para que sean accesibles al público desde la web. El MNAV, por su parte, está actualizando y editando las biografías, las fotos de obra, la documentación y los currículums de los artistas de su colección.

Claro que más allá de la adaptación a lo digital que tuvieron que hacer los museos, todos los entrevistados coinciden en que la virtualidad no reemplaza la presencia. El hecho estético en juego no puede sustituirse: la virtualidad es un acompañamiento, una vía de comunicación o de llegada a los públicos para estimular la visita presencial posterior. Alejandro Díaz, director del Museo Torres García, hace hincapié en esto: “Creemos que las herramientas digitales son valiosas, pero la esencia del museo es el encuentro con las obras de arte en un espacio determinado. Hay una poética, una experiencia de la espacialidad y la materialidad que no es sustituible por la experiencia de una pantalla”.

En esta búsqueda de crear lazos con la comunidad, el Gurvich y el Torres García salieron de sus sedes para ir a visitar las escuelas, llevando a las aulas talleres acompañados de contenidos digitales sobre el museo y sus exposiciones. Asimismo, el Figari hizo exposiciones al aire libre en la fotogalería de la Unión durante el verano, y activó el programa Figari encendido, en el que se proyectan pinturas del artista sobre los ventanales del museo mientras está cerrado.

El EAC, en cambio, implementó en agosto de 2020 un autocine en su patio, con Cinemateca y el Instituto Goethe, y en marzo de este año llevó adelante el Festival Latinoamericano de Cine a Cielo Abierto, realizado junto a Cinemateca y con el apoyo de Tenaris, Fundación PROA y el Municipio B.