En 1990, la cantante irlandesa Sinéad O’Connor lanzó el disco I Do Not Want What I Haven't Got, que incluía el cover del tema de Prince “Nothing Compares 2 U” que la catapultó a la fama.
Dos años después, en medio de la gira de promoción de su siguiente disco, Am I Not Your Girl?, fue invitada a tocar en Saturday Night Live, el famoso programa de sketches que sale en vivo desde Nueva York. Allí protagonizó uno de los escándalos televisivos más recordados de la década, al romper la foto del papa Juan Pablo II en plena actuación.
En su autobiografía Rememberings, que sale a la venta este mes, O’Connor recuerda a sus 54 años los acontecimientos que llevaron a esa decisión, que le valió una suspensión “de por vida” de la cadena NBC. Y que una semana más tarde motivó la respuesta de Joe Pesci, el siguiente invitado del programa, quien mostró la misma foto pegada con cinta adhesiva y dijo: “Ella tuvo suerte de que no fuera mi programa, o le hubiera dado una bofetada tan grande...”, generando aplausos y vítores de la audiencia.
“El día que murió mi madre, mis hermanos y yo entramos a su casa por primera vez en muchos años”, escribió O’Connor, según recoge la revista Rolling Stone. En las paredes de su dormitorio encontraron una única fotografía colgada: la de Juan Pablo II, tomada durante su visita a Irlanda en 1979. “Jóvenes irlandeses, los amo”, había dicho en aquel entonces. “Qué montón de estupideces. Nadie nos amaba. Ni siquiera Dios. Nuestras madres y nuestros padres ni siquiera nos soportaban”.
De hecho, la cantante confesó que su madre la golpeaba y pateaba a diario cuando era una niña, así que la fotografía “representaba mentiras y mentirosos y abuso”.
“No sabía cómo ni dónde ni cuándo la destruiría, pero lo haría cuando llegara el momento perfecto. Con eso en mente, desde ese día la llevé con cuidado a todos los sitios en los que viví. Porque nunca a nadie le importaron un carajo los niños irlandeses”.
Poco antes de salir en el programa, un amigo cercano le había confesado que utilizaba a niños como mulas: los hacía llevar drogas y armas en sus mochilas escolares. También había encontrado “artículos breves, perdidos en las últimas páginas de los periódicos de Irlanda, sobre niños que habían sido arruinados por sacerdotes, pero cuyas historias no creían ni la Policía ni los obispos a los que sus padres las reportaban”.
“Así que estaba pensando aún más en romper la foto de Juan Pablo II de mi madre. Y decidí que esa noche sería la noche. Llevé la foto al estudio de NBC y la escondí en el vestuario. Durante el ensayo, cuando terminé de cantar ‘War’, de Bob Marley, sostuve una foto de un niño brasileño al que había matado la Policía. Le pedí al camarógrafo que hiciera zoom en la foto durante el programa. No le dije lo que tenía pensado hacer. Todos estaban felices. Un niño lejano muerto no es problema de nadie”.
En el libro describe paso a paso los sucesos que llevaron a ese momento. “Canté ‘War’ a capela. Nadie sospechaba nada. Pero, al final, no sostuve la foto del niño, sino la de Juan Pablo II, y la rompí en pedazos”. Gritó “¡Luchemos contra el verdadero enemigo!” y sopló una vela que tenía al costado.
La audiencia permaneció en silencio y no encontró a una sola persona en el backstage. “Todas las puertas estaban cerradas y todo el mundo había desaparecido, incluyendo mi mánager, que se encerró en su habitación durante tres días y desconectó su teléfono”.
“Todo el mundo quería a una estrella pop, pero yo soy una cantante de protesta. Tenía cosas de las que desahogarme. No deseaba la fama”, reflexionó. “Entiendo que rompí los sueños de otros a mi alrededor, pero no eran los míos. Nadie me preguntó jamás cuáles eran los míos, sólo se enfurecieron por no ser lo que ellos querían que fuera”.
Y agregó: “Muchas personas creen que romper la foto del papa descarriló mi carrera. Yo no lo siento así. Siento que tener un disco en el número uno descarriló mi carrera, y romper la foto me devolvió al camino correcto. Tuve que volver a ganarme la vida tocando en vivo y para eso nací”.