Hay libros del escritor salteño Leonardo Garet que son difíciles de clasificar en un género definido. Recordemos que el autor es un poeta de larga y reconocida trayectoria, un narrador interesante, y un crítico y ensayista literario riguroso y original, pero algunas de sus obras se resisten a ser catalogadas. Es el caso de Una vara de almendro, donde se reúnen textos cortos que en muchos casos son pequeños relatos, pero también auténtica prosa poética, que a veces semejan parábolas en el sentido rodoniano y en otros surge a flor de piel la reflexión filosófica.

Es un libro que permite una lectura placentera y fluida, que amalgama historias y temas variados, que muestra el obstinado rigor de su autor pero no apabulla con las alusiones eruditas, sino que más bien las matiza con un estilo amable que se agradece. La maestría de Garet como escritor está condensada en poco más de un centenar de páginas; en ellas la síntesis y el despliegue poético mantienen un delicado equilibrio. En estas páginas hay mucha resonancia –mitos y leyendas, por ejemplo– que nos traslada más allá de la experiencia realista, trascendiendo incluso la mera fantasía e insinuando sutiles y profundos momentos genuinamente metafísicos. Pero también está presente, y bien palpable, la comarca, el pago chico, el lugar de la vida y la experiencia del escritor: esa ciudad de Salto que se recuesta en el lento “río de los pájaros pintados”.

El bagaje de años de experiencia y oficio acumulados a través de tantos libros, de varios géneros, de mucho experimentar con la palabra y sus potencialidades, ese riquísimo corpus creativo es el que permite –de manera en apariencia natural– que se amalgamen perfección estructural, aliento poético, ritmo y tiempo narrativo, hondura filosófica, en 77 textos cortos. La eficacia narrativa está presente tanto en la variedad de historias como en la creación de personajes. Sin énfasis, casi de manera objetiva cobran vida los protagonistas de muchas de estas historias en que lo real y el misterio se amalgaman. Un ejemplo destacado es “El vendedor de hongos”. Muchos de los personajes surgen de recuerdos de infancia y juventud; otros responden a la pura fantasía, como el protagonista de “De profesión librero”: un vendedor de libros puerta a puerta que se las ingenia para sobrevivir en una sociedad en la que todos dejan de comprar libros y se dedican a escribir.

Como decíamos, Una vara de almendro es difícil de catalogar. Incluye memorias personales, crónica de tiempos pasados en la vida de Salto, pero también mucha fabulación y genuina fantasía. Pero por encima de todo, lo que potencia el conjunto es la poesía: el trabajo de orfebre de la palabra del autor es su mayor virtud.

Una vara de almendro. De Leonardo Garet. Salto, Ediciones La Casa del Río, 2020.