“Mira alrededor, / decime lo que ves / en esta confusión, / escucha con atención / esta canción rebelde, / poesía de guerra”, cantaba Juan Casanova en el estribillo de “Canción rebelde”, incluida en el disco Radio Babilonia (1995), de Los Traidores. De allí salió el nombre para su espectáculo itinerante y personal Poesía de guerra, que cumple dos décadas y las festejará hoy a las 21.00 en Sala del Museo. “Mi biografía en canciones”, lo define Casanova, que arriba del escenario será acompañado por Guzmán Mendaro, Luciano Supervielle y varios músicos de La Vela Puerca (Pepe Canedo, Nicolás Lieutier y Rafael Di Bello), entre otros.

Casanova no solía presentarse muy seguido en la “vieja normalidad”, y mucho menos en la “nueva”, por eso aprovechará para estrenar canciones. Una la compuso con Supervielle y Julieta Rada, con la que ‒explica‒ trataron de “encontrar un poco de belleza en un mundo que es un caos”. También estrenará otra para dejar “un mensaje combativo hasta el fin”.

A vos siempre te movió más la guerra que la paz.

Encontrar belleza en un mundo cruel y despreciable como el que nos hemos forjado para todos nosotros, y además usar la poesía como un arma; esa es la realidad de las cosas. 

¿El enemigo sigue siendo el mismo de hace 20 años?

Los de siempre: unos despreciables hijos de una gran puta, el poder del dinero, la tecnocracia global, los que manejan tu vida. Como bien dice “Data”, la canción que hice en colaboración con Vaimaca Dub [de noviembre de 2020], una de las muy poquitas que hubo, ya no digo en el país sino en toda América, hablando sobre este tema.

Lo que decís en esa canción no es muy diferente a lo que cantabas en “Mentiras”, del disco Montevideo Agoniza, de Los Traidores, publicado hace 35 años.

No, y está buenísimo, porque está ligado a lo mismo: a la jugada de cómo los medios de comunicación se usan para lavarte y centrifugarte el cerebro. En el caso particular de hoy, llegamos después de la evolución de “Mentiras”, de “Radio Babilonia” ‒que es como una evolución de eso‒ y “Enemigo del mundo”, hasta “Data” y el tema que voy a estrenar hoy. Nuestros milmillonarios, autoproclamados emperadores del mundo, tecnócratas, que tienen una de sus caras más visibles en Klaus Schwab, del Foro Económico Mundial, van por la simbiosis del mundo biológico y el mundo digital, cosa que ya menciono, por ejemplo, en “Máquina”: “Autómatas sin alma, mi corazón late como máquina”. O sea, es estar atento a cierta jugada.

Pero entre “Mentiras” y “Data” hay una diferencia musical: en la segunda no está la rabia del rock posdictadura, es un dub, la electrónica más tranquila, hija del reggae.

Eso habla de una intencionalidad. Este mensaje, que hasta el momento es el único ‒por lo menos de los músicos que tenemos casi 40 años de trayectoria‒, usa el dub, que ya de por sí es una música que tiene connotaciones sociales y políticas, además de ser la quintaesencia del reggae y agregar una dimensión espiritual. Uso este vehículo para que la contranarrativa, que es un granito de arena en una playa muy vasta, llegue a más gente, porque si hago un metal, puedo mostrar más rabia, pero lo que quiero decir queda en menos personas. Si salgo con rabia sólo polarizo y soy contraproducente. Entonces, lo que con “Data” y el nuevo tema que vamos estrenar podés ver es que hay cabeza metida ahí. Porque esto va en serio, esta vez el partido es de vida o muerte; entonces, hay que jugar tus cartas, que son pocas, inteligentemente.

En “Data” hablas de “dictadura global”. La palabra “dictadura” tiene una carga semántica fuerte, pero ahora se usa sin discreción: todo es “dictadura”. Vos viviste la dictadura de verdad, la que en los papeles arrancó el 27 de junio de 1973. ¿En este momento, acá, notás una dictadura?

Por supuesto, claro que la hay. Yo no soy libre de tocar y llenar los espacios porque me obligan a tener un aforo menor: dictadura. Fin. ¿No implica censura? Están prohibidos el baile, el contacto, la alegría, y se coerciona a las personas para que les den una inyección que ni sabemos qué contiene, porque hay acuerdos secretos. Todo esto y muchas otras cosas más me recuerdan a la dictadura. Y “dictadura” justamente es una palabra elegida, porque para el tema que estreno hoy uso “tiranía”, que también es un término cargado. Quiero acercarme a la gente joven, que está distraída en Instagram, porque es a ellos a los que les va a caer la bota arriba ‒yo ya viví mi vida‒, a los que no están haciendo nada porque están distraídos con la dopamina.

Decime algunas frases de la canción que vas a estrenar hoy.

“Vamos a combatir toda agenda antihumana, los pibes no se pinchan ni se los amordaza, no al Estado policial ni al apartheid sanitario, basta de miedo en los medios de propaganda”. También es un reggae, pero más clashero, más punki.

¿Tenés pensado grabar un disco o vas a seguir publicando canciones sueltas, como suele ser la movida en estos tiempos?

Hoy vamos a grabar un disco en vivo que resuma los 20 años de Poesía de guerra, que es una puesta en escena que resume no sólo el trabajo que hice con y para Traidores, que es solamente una parte ‒muy importante, obviamente‒, porque también tuve otra banda como Assimo y he trabajado en colaboraciones con muchos otros músicos nacionales. Poesía de guerra me permite juntar todo eso, pero nunca grabé un disco, y como la tiranía global nos va a volver a encerrar por sus lacayos locales, imponiendo la dictadura sanitaria con tal o cual variante, va a ser una de mis últimas oportunidades de poder grabar. Entonces, como no sé cuál es el futuro, voy a tratar de dejar grabado esto, que es mi historia personal. Siempre mi poesía de guerra puede ser la última.

¿Estás enojado con los músicos de rock de tu generación, que decís que no plantean lo mismo que vos?

En un principio me enojé, pero después, cuando todas las caretas se salieron, ya no me enojé más. En algunos casos me da mucha risa; y en la mayoría, mucha pena. Más allá de mis colegas viejos, que están todos bien callados la boca, lo que me preocupa más es la generación de veintipico, porque están en otra y ‒como decía‒ a ellos les va a caer. Por suerte, en los pibes de 17, una generación más joven, encontrás gente que no está tan tomada por las redes sociales y todo ese mundo. Eso para mí es lo más importante.

Hoy vas a tocar algunas canciones ajenas. ¿Cuáles?

Algunas poquitas. De Buenos Muchachos, porque es una banda que me encanta y siempre que puedo canto algún tema de los que me gustan. También voy a hacer alguna de La Vela y de Legião Urbana. Pero van a ser poquitas porque ‒como dije‒ pienso esto en términos de quién sabe si vuelvo a tener la oportunidad de grabar y de dejar registrado Poesía de guerra: quiero centrarme más que nada en lo que ha sido mi obra.

La Vela Puerca es una banda que, por su estética sonora, choca con el enfoque del rock posdictadura del que venís, sobre todo en sus primeros discos. ¿Cómo te cayó cuando apareció?

No me gustaba para nada, musicalmente hablando. De hecho, estuve en el primer show de La Vela y no me interesó, me parecía que era... Cuando vino Mano Negra [a Montevideo, en 1992] no me gustó nada ese enfoque musical ‒estamos hablando de gustos musicales, de estética, casi‒, no me resultó interesante. Me empezó a gustar en El Impulso [2007], ahí me metí con La Vela porque estaba más rockera, con códigos que yo podía entender, porque esa influencia ska y latina no me gustaba. Me acuerdo de una vez que le comenté a Seba [Teysera]: “Por fin hay un tema de La Vela que me gusta”, que era “Llenos de magia”; luego lo canté y fue el corte de difusión del DVD de los 20 años de la banda [Festejar para sobrevivir, de 2017]. O sea que hay muchos círculos que se cierran y muchas historias que se cuentan en Poesía de guerra, que no tiene un formato definido. Siempre ha sido mi show y yo elijo arbitrariamente qué se toca y a quiénes voy a invitar para que me acompañen, porque no toco ningún instrumento, y aparte sería la mar de aburrido si cantara yo solo mis canciones con una guitarra. Nunca me gustó la onda cantautor, porque es como demasiado de vos mismo. Entonces, siempre tuve que contar con alguien más, y ya no es mi visión egoísta, sino que hay alguien más que me ayuda y comparte; eso enriquece lo que tengo para decir.

¿Víctor Nattero no va a estar?

No, porque cuando invito a Nattero o cuando él me invita a mí son Los Traidores, y ya sabemos que no siempre pueden tocar. Se acaba de reeditar Radio Babilonia, está accesible en plataformas digitales, pero esperamos que en unos meses salga en vinilo. Está buenísimo, porque nunca había sido editado en ese formato.

¿El hilo conductor de todas tus canciones, desde las primeras de Los Traidores hasta “Data”, es el nihilismo?

Puede llegar a ser una interpretación, pero no lo veo así. Por ejemplo, “Montevideo agoniza” es un mensaje muy claro: es un agonizar eterno, que es lo que vivimos; es bastante pragmático, más que nihilista. Es decir, la puta madre, no salimos nunca más de este pozo, los jóvenes se siguen matando. De hecho, gracias a las medidas sanitarias, aumentó 50% el suicidio de nuestros jóvenes el año pasado, y por suerte no fue un lockdown, porque eso sólo trae personas que se matan.

Si no hubo lockdown en todos lados, la “dictadura” no fue tan “global”...

Lo que pasa es que la agenda se aplica de diferentes formas según regiones. El gol que quieren alcanzar es la agenda 2030, promovida por Klaus, y se va aplicando según regiones... Ojalá yo esté equivocado en todo, no me importa el escarnio público. Lo que digo ‒porque no tengo una verdad revelada‒ es lo que pienso, siento, noto y vivo. Tomemos de vuelta a “Data” como ejemplo: yo digo que hay cierta agenda, esa es mi percepción de la cosa y no me interesa convencer a nadie, cada cual que crea lo que quiera. El trasfondo de “Data” tal vez no es muy visible, pero este es un movimiento espiritual, además, por eso canto “el cielo llama guerreros”.

Esa frase me llamó la atención: me suena religiosa.

Bueno, si se quiere... Creo que lo peor está por venir y que, lamentablemente, las personas se van a dar cuenta cuando tengan la bota estampada en la jeta, como nos vaticinó [George] Orwell, alegremente. Mucho horror está por venir, hay que estar preparados. Hay que prepararse para lo peor y esperar lo mejor, mejorando uno todo lo posible, porque si hay una guerra, es en tu cabeza, es contigo. Creo que todo esto va a servir para que la humanidad florezca.

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