Un grupo de investigadores académicos decidió hacer pública una carta que habían dirigido en julio al director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, dado que no han tenido respuesta a sus reclamos. En el documento sostienen que tras el levantamiento de la emergencia sanitaria quedaron al descubierto múltiples problemas de funcionamiento y se intensificaron otros que existían antes de la pandemia.
Los académicos, en su gran mayoría de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) y de la Facultad de Información y Comunicación de la Udelar, expresan su “preocupación por el deterioro de los servicios” que presta la biblioteca, y lo atribuyen a la falta de personal.
Entre los servicios más afectados, destacan el de préstamo de materiales, que se realiza en horarios muy acotados. “A la sección de préstamo de libros están designados tres funcionarios, de los que, por razones que desconocemos, concurre asiduamente uno. A la sección de revistas está asignado un único funcionario. A la sección de préstamo de diarios, tras la jubilación este año de un funcionario, se encuentran asignados sólo dos”, dicen, y concluyen que “el horario en que oficialmente la Biblioteca se encuentra abierta al público no suele ser el horario en que realmente sus diversos servicios de préstamo de materiales se encuentran operativos”.
Los horarios de prestación de los servicios, además, son irregulares, lo que “lleva a una situación de completa imprevisibilidad para cualquier usuario que pretenda desarrollar con los materiales de la Biblioteca tareas de investigación”.
Asimismo, los firmantes de la carta sostienen que “prácticamente no existen trabajos de restauración de prensa y libros”, lo que vuelve inaccesible una parte del material que deberían consultar.
En paralelo a ese problema, la preservación del acervo de la biblioteca estaría amenazada: “la tecnología para el control de la temperatura y humedad necesarias para la conservación del material funciona de forma defectuosa”. Parte de los documentos estarían contaminados por insectos.
A su vez, los investigadores afirman que “prácticamente no existen trabajos de digitalización de prensa”, lo que agrava el riesgo de perder documentación histórica. Los investigadores también dan cuenta de problemas secundarios, como la escasa iluminación de las salas de lectura y la escasez e inadecuación de los equipos informáticos.
Aunque destacan “la buena voluntad” de algunos funcionarios, advierten que “constituye meramente un paliativo y no una solución definitiva a las dificultades”.
Consultado por la diaria, Trujillo prefirió no hacer declaraciones sobre este tema.
Historiadores
Antes de que este grupo de investigadores decidiera comunicarse con las autoridades de la Biblioteca Nacional, en abril había habido un reclamo de la Asociación Uruguaya de Historiadores (Audhi), que preside Ana Frega, actual decana de la FHCE. Entonces se planteaba el problema del aforo de las salas de la biblioteca, que seguía siendo limitado aunque la emergencia sanitaria ya había terminado.
Aunque el aforo se ajustó, en los hechos, por los problemas ya mencionados, el acceso a los materiales siguió siendo limitado. Desde Audhi solicitaron una reunión con Trujillo para plantear estas dificultades, pero tampoco obtuvieron respuesta.