Lo primero que hay que decir es: bienvenidas las propuestas que revisan nuestro cancionero popular, lo resignifican y lo impulsan. A pesar de cierta apertura a esta práctica en las últimas décadas -en que se acumularon discos de versiones de Jaime Roos, Fernando Cabrera, Spuntone-Mendaro, entre otros- Uruguay suele ser un territorio hostil para el cover, pero sucede que tan importante como crear es mantener la llama viva, ensanchar y darle sentido a la frase “una que sepamos todos”. Esto es parte de lo que hace Caramelos de la nada, el dúo conformado por Analía Ruiz en voces, teclados y percusión y Diego Cotelo, voz, guitarra, clarón, beats y “ruidajes”.

Activos desde 2018, a fines de 2021 editaron su primer y homónimo álbum compuesto de ocho canciones, seis de ellas de autores nacionales, algunas más conocidas que otras, pero todas abordadas con mucha libertad y sin prejuicios. “Un proceso de trabajo e investigación en el que cada composición se transforma, se deforma y se vuelve a formar desde un nuevo enfoque”, como siguiendo aquella máxima mateística, “hay que ir”, sin más receta que el juego y la experimentación.

De esta manera, joyas como “Palabras cruzadas” de Jorge Galemire o “Un par” de Fernando Cabrera lucen nuevo vestuario sin perder el alma melódica y sin que estos nuevos ropajes opaquen a la poesía, esa mitad del asunto sin el cual una canción no sería una canción. A decir de los responsables, “arreglos densos que rozan lo lúdico, pero sin nunca perder el profundo amor y respeto por la canción elegida”.

El ejemplo ineludible es “Recordándote”, una de las zambas icónicas de Alfredo Zitarrosa, que mantiene el pulso legüero pero a la vez suma el sugerente susurro del clarón, interpretado por Cotelo, entre otros sonidos que adornan esos seis minutos de recuerdo. Aquí, como en el resto del álbum, la orquestación está en función de las texturas con las que quieren estampar cada canción, casi como si estuvieran construyendo escenografías o como si se tratara de la música incidental de una obra de teatro. Cuando Jorge Esmoris interpretó a José Artigas en la película La Redota (César Charlone, 2011) confesó que se inspiró en Zitarrosa para proyectar la voz del héroe nacional. Esa es la dimensión que tiene el autor de “Guitarra negra” en este país: no es sencillo meterse con los dioses del Olimpo, con cosas que tenemos tan acuñadas en la oreja. Sin embargo, Ruiz y Cotelo superan el desafío y aportan una nueva manera de interpretar esos versos de desamor, otra perspectiva de entender que “La noche es tan amarga y lenta / la zamba te recuerda tanto / Que cuando canto me olvido, mi bien / que ya murió tu querer”.

Aunque la voz líder es la de la cantante, en todas las canciones se destacan los arreglos corales, en formato dúo o con invitados como Paola Larrama en “Recordándote”, o Andrés Lazaroff, quien se suma al canto unísono de “Como si fuera ayer”, un tema de su autoría que funciona como puente con la generación y la obra de su padre, Jorge. Por cierto, hay mucho de Los que iban cantando en este proyecto y, por qué no, en las trayectorias de sus integrantes. Analía Ruiz forma parte del ecléctico colectivo Cucú Rapé, mientras que Diego Cotelo atiende, entre otros quioscos, la banda Bolsa de nylon en la rama de un árbol; ambas agrupaciones, al igual que los Caramelos, construyen su música partiendo desde algunas tradiciones, pero diseccionándolas en el laboratorio. Tampoco se terminan allí sus intereses y trayectorias artísticas y esto es fundamental para entender dónde estamos parados, en qué página de la historia de la música popular, tan lejos de propuestas exclusivas y excluyentes, parte de esta generación que entiende la música como una cosa líquida y en constante movimiento, aprovechándose de los tiempos desencorsetados y de los beneficios de las tecnologías.

El repertorio conocido del dúo revela esa búsqueda lúdica, esa intención de mirar la canción desde la extrañeza, dándole vueltas para observarla, casi como una pintura cubista. Pero cuando perdemos la referencia, lo que escuchamos son sutiles arreglos al servicio de la obra, como en las versiones de “No siendo más”, de las colombianas Las Añez, de la bellísima “Vamos a levantarnos para ver las flores del jardín”, del músico argentino Edgardo Cardozo, o la inédita “Loza”, autoría de Cotelo y tal vez la oportunidad de orejear el futuro, como una muestra de un posible camino a recorrer, la canción de autor: “Cuando te veo / Montevideo / creo que te entiendo / Pero estás lejos / y los afectos / son de esquivar los nombres / son de esquivar los sobres de la cabeza / la lluvia moja el olor a tierra”.

Hay algo dulce en estos caramelos, y algo picante también. Algo que nos arrulla y algo que nos incomoda. Es posible que esto sea parte de nuestra identidad, de nuestra manera de entender la canción, ese continuo intento de despedazar el pop, de evitar el camino fácil, de desafiar al paladar. Es por ahí, hay que ir, no dejen de saborearlos.

Caramelos de la nada. De Caramelos de la nada. 2021. Edición independiente. Disponible en plataformas digitales.