Imaginen que un novelista exitoso, que 30 años atrás publicó un par de libros que fueron furor, anunciara de un día para el otro que regresará a su creación más querida. Algo parecido sintieron (sentimos) los veteranos fanáticos de las aventuras gráficas, cuando en abril de este año Ron Gilbert anunció que haría otro juego de la saga Monkey Island.

Los 80 y los 90 fueron el período de gloria de esta clase de videojuegos en los que debemos resolver rompecabezas lógicos a partir de objetos recolectados o información que surge de conversaciones. Y de todos ellos, las primeras dos entregas de las aventuras del pirata Guybrush Threepwood se cuentan entre los mejores exponentes del género.

Gilbert no se convirtió en un viejo ermitaño, sino que se volcó a los videojuegos educativos, y ya había regresado a las aventuras gráficas en 2017 con la hermosa Thimbleweed Park. En este caso las expectativas eran tan grandes que los primeros avances despertaron la ira de los internautas (algo sencillo de despertar) debido al estilo visual que eligió para contar la historia. Return of Monkey Island llegaba con todas las de perder, pero lo cierto es que salvó el examen, aunque quedó muy lejos de la excelencia.

El juego es una digna adición a la saga, aunque no pasará a la historia como lo hicieron los tres primeros (sí, el tercero fue un juegazo pese a no contar con Gilbert). En el esfuerzo loable por apuntar a aquellos que son nuevos en el género, este título pasa demasiado tiempo siendo fácil, e incluso muy fácil. Sobre el cierre se pone realmente bueno y recuerda al mejor Gilbert, y en el final también nos recuerda que Gilbert no sabe cómo cerrar sus historias.

Hay un detalle menor que le suma puntos al regreso: esta entrega no borra de un plumazo lo ocurrido en aquellas que no contaron con su creador, sino que rápidamente se establece que todo lo ocurrido antes es parte del canon. Tanto ha ocurrido en este mundo de piratas, que la nueva historia está enmarcada en el personaje de Guybrush contándole la historia a su hijo mientras están sentados en un banco, al mejor estilo de Forrest Gump.

La idea de apuntar a nuevos públicos queda de manifiesto en el primer nivel, que funciona como tutorial para que el jugador realice las actividades más básicas del género: tomar un objeto, dárselo a un personaje, interactuar con ese personaje, combinar objetos... Todo ayudado por una “Lista de pendientes” que nos acompañará durante todo el juego, para que nunca olvidemos lo que tenemos que hacer. Tiene sentido en un mundo que sufre déficit de atención, pero para los viejos jugadores es como un niño que nos quiere ayudar a cruzar la calle.

La primera mitad de Return to Monkey Island es sencilla, incluso si elegimos el “modo difícil”. Tan sencilla que por momentos no parece que estuviéramos resolviendo rompecabezas sino cumpliendo misiones que no requieren ninguna clase de pensamiento lateral. Me topo con un objeto que era el que un personaje estaba buscando, así que se lo entrego y obtengo ese otro objeto que me permite cumplir el siguiente objetivo. Demasiado lineal y sin la inventiva que caracterizó a los videojuegos de Gilbert y a otros que se colaron entre los preferidos de todos. La opción de recibir pistas, muy bien implementada en Thimbleweed Park, aquí es prácticamente innecesaria.

Por suerte el entorno audiovisual es bueno. El trabajo de voces y especialmente la banda sonora están a la altura de los mejores episodios de la saga, pero puede que tardemos un poco en acostumbrarnos al nuevo arte y a la animación, que se alejan de todo lo que hemos visto hasta ahora en este rincón del Caribe. La forma de interactuar también fue simplificada, eliminando miles de combinaciones insólitas de verbos y objetos, algo que solamente extrañarán los nostálgicos de perder el tiempo probando qué sucede si intentamos hablar con una palmera o levantar a un pirata.

Sobre el cierre nos encontramos con un rompecabezas más complejo, que nos pide que naveguemos a un puñado de islas, cada una con sus diferentes recovecos. En ese momento se experimenta lo más parecido a un juego de Monkey Island, pero tal vez sea demasiado tarde. Porque, para peor, el enfrentamiento final con nuestro archienemigo, el pirata fantasma LeChuck, es anticlimático, con un final abrupto que (otra vez) parece utilizar la metanarrativa como forma de escapar de un callejón sin salida.

Ojalá esta entrega sirva para que vuelva a hablarse del género, que nunca desapareció pero que viene pasando bastante desapercibido. Aquellos nuevos jugadores a los que Return of Monkey Island les sirva de puerta de entrada, sepan que tienen decenas de juegos muy entretenidos, que además se consiguen a dos o tres dólares en sitios como Steam o Gog. Los acérrimos de Guybrush y el resto de la troupe no esperen una reinvención de las aventuras gráficas, sino una entrega que apela a la nostalgia para entretenernos un rato.

Return to Monkey Island. De Ron Gilbert. Videojuego. Disponible para PC (en Steam), Nintendo Switch, PlayStation 5 y Xbox.