Se sabe que las listas de “mejores de” son como mucho una enorme olla de puchero donde flotan y dan vueltas siempre los mismos ingredientes. Ya todos asumimos que hay diez, o como mucho 12 películas, que van a ocupar el podio y por buenos motivos. Ser las “mejores” implica no tanto entretener al público hoy como ayer (lo que, en general, no pasa), sino tener un significado sólido y profundo dentro del desarrollo del cine como expresión artística. Mucha gente bufa que se aburre con 2001, pero su capacidad de entretener no es lo que la hace una de las mejores películas de todos los tiempos, sino lo que implicó técnica, narrativa y hasta espiritualmente para el cine posterior. Es por eso que en el top 10 o 12 mencionado se mantienen imperturbables, como clavadas a una tabla, The Godfather, Metropolis, Citizen Kane y Tokyo Monogatari. Podrán subir un puesto o bajar dos, pero ahí van a estar siempre.

Sight and Sound es una venerable publicación del British Film Institute, y desde 1952 tomó la costumbre de hacer una encuesta cada década entre críticos, programadores, curadores, archivistas y académicos (1.639 en total en esta edición) para listar las supuestas 100 mejores películas, que, en general, se resumen por comodidad en las diez más votadas. La decena de 1952 resulta curiosa hoy, porque, salvo algún caso, varias de las mencionadas se sumergieron luego en el pelotón de las 90 siguientes, y la mayoría directamente desapareció. En esa primera lista, el número 1 fue para Ladri di biciclette (Vittorio De Sica, 1948), que en 2022 figura en el puesto 41.

A partir de 1962 la cosa va tomando la forma que todos conocemos. La número 1 es Citizen Kane (Orson Welles, 1941), recién desplazada en 2012 por Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958), que venía trepando puestos desde 1972 al mejor estilo carrera de caballos. En el resto de la lista cristaliza el canon viejo y conocido.

Pero en 2022, sorpresa, el número 1 es totalmente inesperado: Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (Chantal Akerman, 1975). El top sigue con los sospechosos de siempre y alguna adición cuestionable (Beau Travail, Claire Denis, 1998). Las 90 siguientes son un popurrí de aciertos, agregados simpáticos (dos animaciones de Hayao Miyazaki), algunas rarezas y varios desaciertos: cierra la lista, cual garrapata prendida del rabo de un bisonte, Get Out (Jordan Peele, 2017), que velozmente se encamina a convertirse en la película más sobrevalorada de la historia del cine. Y, por supuesto, hay toneladas de olvidos obvios, flagrantes y no tanto. Para un paneo por lo que tendría que estar y no está, se pueden ver los furibundos posteos en redes sociales de Fernando Martín Peña, él mismo portador de todos los títulos de aquellos a quienes consultó Sight and Sound.

Jeanne Dielman es el retrato vanguardista y cansino de la vida cotidiana de una madre soltera cuya rutina incluye prostituirse por las tardes. Dura casi tres horas y media, el ritmo es tan lento como hipnótico y se arrastra sin prisa hacia un estallido de violencia final más que bienvenido. Los que dicen aburrirse con 2001 pueden llegar a automutilarse de desesperación ante Jeanne Dielman. De hecho, tal vez la única película más exigente de las 100 de este año sea Sátántangó (Bela Tarr, 1994), ocho horas de un muy minucioso estudio de las vidas de los habitantes de un pueblito húngaro. En blanco y negro. Llueve.

Entonces, ¿qué pasó? ¿Acaso durante casi 50 años la mejor película de la historia del cine estuvo escondida a plena vista sin que nadie se diera cuenta? Y en concreto, ¿es Jeanne Dielman la mejor película de la historia?

Bueno, claramente no.

¿Es una buena película?

Claramente sí, incluso una magnífica. Pero ni en popularidad, ni en peso histórico, ni en creatividad técnica se puede decir que sea superior a los pesos pesados de la lista. Incluso sería difícil sostener que sea claramente superior a las mejores películas de las vanguardias europeas de los 60 y los 70, donde se inserta.

¿Entonces?

Bueno, las listas de este estilo, en general, dicen más sobre quienes votan que sobre el tema votado. Las ocho ediciones de la de Sight and Sound hablan más sobre los intereses, los cuchicheos y las tendencias de la crítica que sobre lo mejor que haya producido el cine. Y, en este caso en particular, viviendo en tiempos de reclamo y visibilización feminista, habla más sobre la época que transcurre que sobre otra cosa. No es que se haya descubierto que la mejor película de la historia la dirigió una mujer, ese argumento sería insostenible. La historia del cine fue lo que fue, patriarcal, sesgada y nada inclusiva, pero el cine como arte se desarrolló en esas condiciones, y es lo que heredamos. Sí es válido y necesario rescatar a las pocas mujeres que lograron romper la barrera, y ese es el triunfo feminista en esta lista: reconocer que estuvieron ahí, que filmaron y que hasta filmaron grandes películas con el viento en contra. Si se quiere ver una lista más ajustada, ponderada y menos fantasiosa (sin Miyazaki pero también sin Peele), se puede ver la que se armó con el voto de 480 directores. 2001 está a la cabeza, Jeanne Dielman cuarta y allá pasando la mitad aparece La ciénaga, de Lucrecia Martel, que comparte puesto con Sátántangó.

Las diez mejores (de 100) para la crítica, según Sight and Sound

  1. Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (Chantal Akerman, 1975)
  2. Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958)
  3. Citizen Kane (Orson Welles, 1941)
  4. Tokyo Monogatari (Ozu Yasujiro, 1953)
  5. In the Mood for Love (Wong Kar-wai, 2001)
  6. 2001: A Space Odyssey (Stanley Kubrick, 1968)
  7. Beau Travail (Claire Denis, 1998)
  8. Mulholland Drive (David Lynch, 2001)
  9. Chelovek s kinoapparatom (Dziga Vertov, 1929)
  10. Singin’ in the Rain (Stanley Donen, Gene Kelly, 1951)

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