Basada en la obra de teatro Namibia, não!, del dramaturgo y conductor bahiano Aldri Anunciação, esta adaptación presenta un Río de Janeiro distópico en el que las personas afrodescendientes ‒o, como las llama el gobierno, las de “melanina acentuada”‒ deben huir de las garras de la Policía, que comienza a perseguirlas y capturarlas a partir del decreto de una “medida provisoria” que dispone que los afrodescendientes sean enviados a países de África.

Irónicamente, el decreto es justificado por el gobierno como una forma de reparar el daño causado por los blancos durante la diáspora africana, a través de la deportación de los afrodescendientes a los países donde nacieron sus ancestros, pero mediante el mismo procedimiento: secuestro, separación de las familias y migración forzada. Así, la película es un recordatorio del colonialismo, una reflexión sobre un presente marcado por los discursos de odio, que son impulsados por la ultraderecha conservadora, y también una advertencia para el futuro. En palabras de su director, la película es una forma de “artivismo”.

Pero lejos del “sello victimista” que le atribuyó el presidente de la Fundación Cultural Palmares (una institución pública creada para promover y preservar los aportes de la cultura negra), la película reivindica la resistencia y, como cantaba Elza Soares, defiende que “o meu país é meu lugar de fala” (“mi país es mi lugar de habla”).

Los protagonistas de la película son una médica (interpretada por Taís Araújo), un abogado (encarnado por Alfred Enoch, cuya actuación le valió el premio a mejor actor en el Pan African Film Festival) y un bloguero que pretende ser periodista y que es el personaje más entrañable de la historia (con la actuación magistral de Seu Jorge). En el rol de malas actúan las clásicas villanas de la Globo: Adriana Esteves y Renata Sorrah. Acompañan canciones de Soares, Baco Exú do Blues y Liniker.

En el marco del Festival de Cine de Punta del Este, en el que la película participó en la Competencia Iberoamericana, la diaria conversó con la actriz Mariana Xavier ‒quien en esta oportunidad se alejó del humor para incursionar en el drama‒ y con el director de Medida provisoria, Lázaro Ramos, que comenzó su carrera artística en la escuela Olodum y es recordado por su interpretación del transformista João Francisco dos Santos en Madame Satã (2002).

Al comienzo de la película hay un chiste en que uno de los personajes dice algo así como “antes éramos negros, después comenzaron a decirnos afrodescendientes y ahora somos melanina acentuada”. En Uruguay la discusión sobre el lenguaje y sus efectos prácticos en la realidad está muy presente. ¿Cuál es la postura de ustedes sobre este asunto?

Lázaro Ramos: Creo que el sentido de ese debate, de cómo hablar, cuál es la forma de pronunciarse, tiene una cosa que me parece muy interesante, que es la necesidad de desacostumbrar la vista y los oídos. Se trata de eso. Cuando pones ese debate encima de la mesa, comienzas a observar el lugar en el que estás y cómo vives. No es sólo sobre las palabras que usamos. Cuando entres a un restaurante ‒que es una cuestión que se da mucho en Brasil‒ presta atención: ¿dónde están las personas negras con poder financiero para consumir en ese lugar? Si prestas atención, hay restaurantes en los que no hay personas negras ni siquiera como mozos; a veces están escondidas en la cocina, porque estéticamente se considera que no son apropiados para frecuentar un salón como en el que estamos ahora. Es un ejemplo mínimo. A tu pregunta no respondo ‘es esto o aquello’. Respondo que es una convocación para pensar sobre ese asunto, que también es tuyo. Todos somos parte del problema, pero cuando nos involucramos en él pasamos a ser parte de la solución.

Ya pasaron dos años desde que terminaron la película; sin embargo, hasta hace unas semanas no habían podido llevarla a la pantalla grande en Brasil porque la Agencia Nacional do Cinema (Ancine) del gobierno federal no emitía la autorización. Finalmente, pudieron estrenarla en el Festival de Río. ¿Cómo vivieron ese proceso?

Lázaro Ramos: Con un poco de estrés, pero, por otro lado, también con mucha fe y con mucha certeza de que en mi país no existe solamente una voz, de que hay un lado del país que quiere debatir estos asuntos, que se interesa por este tipo de reflexiones, que trabaja por una cultura diversa y que comprende que si hay algo que simboliza Brasil, es la diversidad. Es justamente lo que somos: cada región, cada ciudad, cada barrio es tan diferente… Es por eso que Brasil es tan rico y tan interesante. Entonces, a pesar del estrés que pueda surgir, siempre nos va a ganar el lado que hace que no desistamos, porque sabemos que somos parte de un movimiento que es progresista y que reconoce el valor de Brasil.

Mariana Xavier.

Mariana Xavier.

Foto: Jerónimo López

En esa incertidumbre, ¿llegaron a creer que no iban a poder exhibir la película?

Lázaro Ramos: En un momento pensé que no iba a pasar [el estreno]. Hasta llegué a pensar en la posibilidad de liberar el film en Youtube.

Mariana Xavier: Lo que más queríamos y queremos es que el público brasileño tenga el derecho de verlo. Creemos que las personas necesitan ver la película, incluso, para formar sus propias opiniones. Pero sí, tuvimos miedo de no conseguirlo.

Si bien es una distopía, una ficción, también es un eco claro de la situación política y social que atraviesa Brasil.

Lázaro Ramos: Pensamos en hacer una película para el momento en que vivimos. No sé qué será de este film de aquí a diez años, porque está muy conectado con los movimientos actuales de la sociedad. Es muy curioso esto: algunas frases que son dichas en la película son fruto de una investigación de 2015, pero hoy en día tienen otro contexto. Cosas simples, como cuando el personaje de Mariana bromea al principio de la película, “quería que alguien me hubiera escupido para refrescarme” (por las altas temperaturas del verano en Río). Hoy en día nadie puede escupir por causa de la covid-19. En el sentido racial también hay cosas en las que la discusión ya avanzó y fue para otro lugar. Nuestra batalla es mostrarlo ahora, porque creemos que es un film hecho para este momento. No sólo por el sentido artístico, sino para la movilización de la sociedad. Es también una convocatoria para que la gente se comprometa con la lucha antirracista.

Mariana, en la presentación de la película hablaste de la necesidad de que las personas blancas se unan a la lucha antirracista. ¿Cómo creés que tiene que ser esa participación?

Mariana Xavier: Sí, que se unan y que lo hagan activamente. No sólo que nos quedemos en el lugar de “¡ah, qué pena, cómo sufren las personas negras!”, y luego continuemos viviendo en nuestros privilegios, sin participar activamente. Tenemos el papel de tomar la responsabilidad. Si los blancos ‒no individualmente, sino colectivamente‒ creamos el problema, entonces también tenemos la responsabilidad de encontrar la solución. No es sólo hablar, es actuar: dar oportunidad de empleo, dar prestigio al trabajo de las personas negras, expresarnos en las redes sociales. A veces las personas no se detienen a pensar que esas también son actitudes activas en la lucha antirracista.

Es interesante que en la película se plantee el problema de la censura, cuando el gobierno decide bloquear los celulares y las redes sociales de toda la población negra para que no puedan expresarse. Dadas las complicaciones con la Ancine, resulta hasta premonitorio, ¿no?

Lázaro Ramos: [se ríe] Pues sí. ¡Qué locura! ¿Sabes? Ese texto [Namibia, não!] es de 2011 y fue un ejercicio de Aldri Anunciação. Él pensó en qué pasaría si este momento que estamos viviendo, de polarización en las visiones, llegara a un extremo. ¿Cuál sería la secuencia de acontecimientos? Creo que ese es el poder del arte: muchas veces va absorbiendo movimientos de la propia sociedad.

¿Qué tanta apertura hay, en este momento, en Brasil para abordar estos temas?

Mariana Xavier: En los últimos años ‒no sólo en Brasil, sino en el mundo‒ hay una onda de retroceso, de conservadurismo, que es hasta agresiva, que se niega a mirar estos problemas, que niega la importancia de debatir sobre diversidad, sobre las pautas progresistas. Puntualmente, en Brasil hubo una tentativa ‒es muy loco‒ de silenciamiento de estas pautas a través de un barullo extremo por parte de estas personas agresivas, que están en contra de los sistemas que levantamos. Estas personas son extremadamente activas y violentas en las redes sociales, por ejemplo, e intentan hacernos desistir e intimidarnos con insultos. Quieren que dejemos de hablar, que tengamos miedo. Entonces, hoy más que nunca necesitamos seguir en esa resistencia de hablar de estos temas y entender que el ruido que esas personas hacen en las redes sociales no necesariamente es la expresión del volumen que ese grupo tiene en la vida real. En Brasil vivimos un momento de milicias digitales: grupos que, de todas las formas posibles, van a intentar atacar los contenidos. Pero tenemos que tener claro que es un grupo con una intención direccionada y que no es la expresión de nuestra sociedad. Seguimos creyendo que en Brasil hay mucha más gente del bien que del mal. Mucha más gente interesada en ver un país más justo, más igualitario. Esperamos que esta película realmente movilice a las personas y dé ganas de continuar en esta lucha.

Lázaro Ramos.

Lázaro Ramos.

Foto: Jerónimo López

Otra coincidencia con la vida real es que, a mediados de 2021, el presidente Jair Bolsonaro propuso, justamente, una “medida provisoria” que limita la remoción de contenidos en redes sociales. Resulta bastante obvia la intención.

Lázaro Ramos: Es muy obvio.

Mariana Xavier: Cuando filmamos Medida provisoria, hace dos años, las cosas que pasaron en la película parecían muy distantes y absurdas. Pero los absurdos que vimos en los últimos años fueron tan grandes que llegamos a preguntarnos si la película no terminó siendo leve.

Lázaro, en otras entrevistas preferiste no hablar de censura para referirte a los problemas que tuviste con la Ancine. ¿Todavía piensas así?

Lázaro Ramos: Creo que el Estado tiene que ser convocado para responder esa pregunta. Fue muy interesante, porque ¿qué hicimos? Yo podría haber dicho que era censura, pero ¿cuál fue mi razonamiento? Si decía que era censura, las personas no iban a leer el material que teníamos disponible para explicar por qué el film no se estrenó. No hablar de censura fue justamente para eso, para que las personas profundizaran en la información. Nosotros simplemente relatamos lo que pasó, los plazos, los motivos. Al ver eso la gente comprendió. Es importante, y a veces es didáctico, provocar una mayor participación de las personas. No sé si decir que era censura iba a hacer que las personas entendieran. Es una lucha que mantengo personalmente: primero, involucrar a las personas y profundizar en la información, porque también vivimos un tiempo en el que se cree que los 240 caracteres de Twitter van a profundizar y a decir todo. La verdad es que no dicen. Por ejemplo, podríamos haber hecho un film que no entretiene, que solamente pasa los mensajes ‒y es que tenemos muchas cosas para decir‒. Pero no, usamos como estrategia la seducción para el involucramiento a través de los géneros: comienza como comedia, pasa a thriller y termina siendo un drama. Es una forma de hacerles frente a los oídos que tenemos en este tiempo. Es un tipo de “artivismo”.

Mariana Xavier: Se trata de desarmar al espectador para que el mensaje llegue de forma más leve, sin que esté con las resistencias en alto.

El presidente de la Fundación Cultural Palmares, Sergio Camargo, llamó a “boicotear” el film, que, según él, acusa al gobierno de Bolsonaro de ser racista. También dijo que la película tenían un sello victimista. ¿Qué opinan?

Lázaro Ramos: Que quiere tornarse visible a través de nuestro trabajo. Los adjetivos de él no significan nada para nosotros. Somos trabajadores y pensadores de la cultura de Brasil y, más que nada, somos voces importantes del país. Como decimos en el film: “Este país también es nuestro”.

Medida provisoria se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Moscú en 2020 y llegó a Uruguay este año para presentarse en el Festival de Cine de Punta del Este dentro de la Competencia Iberoamericana. Su fecha prevista de estreno comercial en Brasil es el 14 de abril.

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