A César Dezfuli, que desde hace varios años trabaja con la migración, suelen preguntarle en las entrevistas de dónde vienen los migrantes. ¿Hacia dónde van? ¿Cómo se adaptan a vivir en Europa? Él siempre responde lo mismo: es distinto en cada caso. Eso es lo que busca mostrar con su trabajo fotográfico: que detrás de los números hay individuos que tienen historias de vida diferentes y han atravesado distintas situaciones.

En 2016 pasó tres semanas a bordo de una embarcación de rescate de la ONG alemana Jugend Rettet, en la ruta migratoria del Mediterráneo central. El 1º de agosto rescataron a 118 personas de un bote de goma. César los retrató antes de que desembarcaran, en la búsqueda de poner rostro a la migración.

Pronto se dio cuenta de que el retrato no alcanzaba a pintarlos, que era sólo el registro de un momento en el mar con elementos circunstanciales. Decidió, entonces, volver a encontrarse con esos migrantes que ahora estaban en distintos puntos de Europa y retratar sus vidas. “Poner el foco en lo que sucede en el mar es contar sólo una parte de la historia. Hay que contar historias personales que explican una cosa tan compleja como la migración. Apuesto por profundizar un poco más. Indagar en esas historias desde el día a día. Ir a ver el lugar en el que están, entender qué ocurre después, pero a través de ese después intentar entender también el antes”, explicó.

En la muestra Pasajeros, de Banjul a Biella, que se puede visitar en el patio del Espacio de Arte Contemporáneo, conocemos la historia de Malick, uno de los 181.436 refugiados y migrantes que llegaron a Italia por mar en 2016. Originario de Gambia, Malick abandonó la capital de su país cinco meses antes de ser rescatado. Primero pasó por Senegal y cruzó el desierto de Malí dentro de un tanque de petróleo en el que casi se asfixia. Cuando llegó a Libia, fue secuestrado y encarcelado por un grupo armado que lo maltrató hasta que su familia pagó por su liberación. Su camino continuó en Libia, donde estuvo confinado hasta que fue llevado al bote que lo acercó a Europa.

La muestra se concentra en la estadía de Malick en el hotel Colibrí, un espacio refaccionado como centro de acogida en Biella, Italia, donde reside junto a otros migrantes a la espera de regularizar su situación. En las imágenes los vemos enmarcados por puertas y ventanas, lo que genera una sensación de encierro, como si estuvieran atrapados en ese espacio. También vemos cómo mantienen sus costumbres y buscan consuelo en la religión.

El aburrimiento y el tedio son parte esencial de esta muestra. Las esperas y los tiempos muertos se repiten no sólo en la situación de Malick: también en las de los demás residentes en el hotel, enredados en la burocracia. “Fue un trabajo que requirió tiempo, porque era un lugar en donde nunca pasaba nada. Era una cuestión de esperar para que fueran ocurriendo pequeñas escenas que me sirvieran para tener un hilo narrativo”, contó Dezfuli.

Cara a cara

El protagonismo lo tienen el retrato y el rostro de los migrantes, pero en la exposición también hay acción y movimiento. A veces el autor sorprende con sus puntos de vista; otras, la simetría juega con un espacio espejado. Hay lugar para ver los intentos de los individuos por integrarse mediante el aprendizaje del idioma o los partidos de fútbol que juegan con los vecinos. Y vemos la tensión en los vínculos con su entorno, como en la foto que muestra a Malick y Muhammed regresando de jugar al fútbol y cruzándose con una señora que se aferra a su cartera.

Dezfuli tiene formación como periodista y trabajó como redactor antes de dedicarse a la fotografía. En ese sentido, asume que tiene una responsabilidad al comunicar, se focaliza en que sus trabajos sean respetuosos con los hechos y de esa manera responder las “5 w” del periodismo: “La clave es que es una foto informativa. Puedo jugar más o menos con el lenguaje visual, pero al final estoy documentando hechos reales que han ocurrido, con protagonistas reales que han vivido esas historias”.

También tiene una visión crítica sobre la forma en que los medios tratan la crisis migratoria. “Para mí es muy importante entender el funcionamiento de los medios de comunicación, el poder que tienen para crear corrientes de opinión, de pensamiento, de formación. Creo mucho en el papel del periodismo en la sociedad”, dice Dezfuli. Desde su perspectiva, los medios cubren lo que está ocurriendo de una manera superficial, en la búsqueda de cumplir con mínimos: “Cada vez se está perdiendo más ese entendimiento de lo que debería ser el periodismo, ese trabajo en profundidad, analítico, de investigación, que consiga enseñar aquello a lo que los ciudadanos no pueden acceder”.

La exposición Pasajeros, de Banjul a Biella se encuentra en la fotogalería del CdF en el patio del Espacio de Arte Contemporáneo (Arenal Grande 1929). Se enmarca en el proyecto “Pasajeros” que involucra al Centro Cultural de España, el Centro de Formación y la Oficina Técnica de la Cooperación Española.