Las 300 páginas asustan. Te advierten que va a ser necesario comprometerte con esta obra. Y, como sucede en muchas disciplinas artísticas, no será sencillo llegar hasta ese punto en el que el libro te recompense por la paciencia. Por la entereza de soportar los golpes de la narración. Pero allí estará, a la vuelta de una esquina de París, el momento del clic en el que el personaje que da nombre a esta novela gráfica se convierte en un ser de carne, hueso, tinta y color. A esa altura, será difícil despegarse del grueso tomo antes de que llegue el final.

Vernon Subutex, el expropietario de una tienda de discos que termina rebotando de sofá en sofá de sus conocidos, nació en una trilogía de novelas que terminó de editarse en 2018 con Vernon Subutex Vol. III. Detrás de estos libros se encuentra la francesa Virginie Despentes, quien debutó en los años 90 con la novela Fóllame, y más tarde publicó el ensayo Teoría King Kong. Despentes no es ajena a las adaptaciones, ya que tres de sus obras llegaron al cine (dos de ellas con su dirección) y en 2019 se estrenó una serie de televisión llamada Vernon Subutex, con nueve episodios de 35 minutos que adaptan los primeros dos volúmenes de la trilogía. A la hora de llevar la historia al cómic, colaboró en los guiones con el dibujante Rénald Luzier, conocido como Luz.

Vernon Subutex, primera parte no empieza de la mejor manera. Una figura sin rostro delante de un fondo negro se dirige a nosotros y nos presenta la historia. Luego aparece Vernon, viejo, cansado y a punto de perder su hogar, lo que sabemos gracias a los pesados bloques de texto que rodean los dibujos. Más que una historieta, parece un libro ilustrado, como ocurre en muchos pasajes de novelistas al noveno arte. El miedo se desvanece con la llegada de los globitos de texto y el aprovechamiento del poder de la historieta, como la hermosa página en la que constatamos el paso del tiempo gracias a los discos que van cambiando en la sección de novedades. A esta altura, además, ya estaremos hipnotizados por el rango artístico utilizado por el dibujante para contarnos lo que sucede alrededor del protagonista y su entorno.

Vernon es un personaje atrapante, al menos en esta adaptación. Es el último de una estirpe de warriors formada por músicos de la escena parisina que al ir envejeciendo aceptaron empleos mundanos (en el mejor de los casos) o fallecieron (en el peor). Él sigue manteniendo el rock en las venas, lo que provoca la envidia de algunos, pero ese rock viene de la mano de un exceso de orgullo que le hace difícil dejarse ayudar por los demás.

La suya es una espiral descendente, principalmente en lo económico. Su actitud irá dificultando la búsqueda de alojamientos temporales y pasará cada vez más tiempo en la calle. Allí seremos testigos del otro París, el de los mendigos y los radicales, que, según una compañera de andanzas, siguen estando a la vista de todos porque la gente tiene que verlos para no olvidarse nunca de obedecer.

En las 300 páginas se suceden temáticas maduras, profundas y también muy duras, que la dupla creativa hilvana muy bien en la historia. Se habla de la industria del porno, del consumo de drogas, de la violencia doméstica, del bullying en internet y del lugar de hombres y mujeres trans en la sociedad. Mientras tanto, cobran cada vez más importancia unos videos con las últimas declaraciones de un famoso músico fallecido, que pertenecía a los círculos del señor Subutex.

Y de fondo, omnipresente, la música. Primero la de los discos que vendía en Revolver y luego la que escuchan los personajes, o la que nuestro protagonista elige cuando le toca ser DJ de una fiesta, que incluye desde canciones de Britney Spears y Janet Jackson hasta la versión de “Construcción” de Daniel Viglietti.

Lo de Luz, quien trabajó entre 1992 y 2015 en la ya mítica Charlie Hebdo, es un verdadero tour de force, que atraviesa numerosas variaciones de su estilo, a veces menos notorias, como el lento descenso del estado físico y la higiene de Vernon, hasta situaciones en las que las páginas parecen transformarse en un videoclip, como una muy lograda escena sexual. El conjunto puede resultar tan agotador y desesperante como lo que sienten los conocidos del protagonista cuando quieren ubicarlo para darle una mano. Si se resisten las primeras páginas, se llega al clic y luego se disfruta con moderación, manteniendo a raya las malas energías que puedan salir de las crudas páginas, el resultado final será realmente positivo. Al menos hasta encontrarse con el fatídico “Continuará”.

Vernon Subutex, primera parte, de Virginie Despentes y Luz. Barcelona, Salamandra Graphic, 2021. 304 páginas.