No es que uno le tenga miedo a eso que se conoce como “la Academia”, sobre todo conociendo la máxima que dice que los libros no muerden. Sin embargo, han existido y seguirán existiendo ocasiones en las que las reflexiones y las conclusiones de los intelectuales descienden al resto de nosotros en forma de jeroglíficos que (por si fuera poco) no vienen acompañados de una piedra de Rosetta.

Afortunadamente, no es lo que sucede con el libro La crítica uruguaya ante el cine nacional (1920-2001), en el que diferentes voces se reúnen para reflexionar sobre el papel del periodismo cuando le tocó criticar al cine uruguayo, y sobre cómo esa relación puede decir mucho tanto de quienes escribieron como de quienes filmaron.

Los editores Mariana Amieva y Germán Silveira presentaron un trabajo profundo y a la vez de ágil lectura, demostrando que tal combinación es posible y que uno debería reclamar mayor claridad de quienes trabajan en el mundo de las ideas. Una docena de ensayos, que toman igual cantidad de momentos de la historia del cine nacional, pintan un panorama cambiante, que al mismo tiempo presenta constantes que se repitieron durante décadas.

Por ejemplo, es casi humorística la forma en la que, en épocas muy diferentes de nuestra historia, quienes se dedicaban a hablar de cine recibían un estreno nacional como el que comenzaría una nueva etapa, el que abriría las puertas a otras producciones similares, para después ser golpeados por la realidad y guardar el optimismo en un cajón hasta que, años después, llegara otro estreno que lo cambiaría todo.

Desde lo anecdótico, los primeros artículos contienen fragmentos que ya parecen demasiado lejanos: en la nota original sobre el estreno de la primera ficción uruguaya (un filme mudo de 1920 llamado Pervanche), el autor de una de las crónicas nombra a las señoras que más llamaron su atención y describe sus looks, incluyendo el color del tul que usaban.

Cada uno de los capítulos, como el de Georgina Torello a propósito de Pervanche, analiza uno o más textos originales, los pone en contexto y nos permite entender qué sucedía con el periodismo cultural (o de espectáculos, según el caso) y el cine uruguayo. Como cierre, se incluyen los textos completos, con joyas como “Damos a continuación la lista de la concurrencia femenina que llenaba anoche la sala del Solís”.

El trabajo de los editores, además de establecer la cronología y seleccionar títulos relevantes o instancias de quiebre (supuesto o real) como el desarrollo de los cineclubes o el desarrollo del video, parece estar en que las voces presentadas, sin perder identidad, no se separen de un eje narrativo. Los capítulos hablan entre ellos sin que ninguno juegue a hacerse el distinto. Esto le da una fuerte unidad al conjunto, que puede leerse de corrido o picotear una época en particular.

De la mano de las sucesivas intentonas de ser la película que marcara el camino a todas las que vendrían después, está el desarrollo de la crítica cinematográfica, ese rubro que uno admira a la distancia con mucho respeto. Es lógico que en los primeros films se escribiera sobre el evento tanto como sobre la proyección, pero con el correr de las décadas comienzan a surgir plumas que utilizan el conocimiento y el análisis con la misma eficacia que lo hacen quienes firman cada uno de los capítulos. Se hace notoria la importancia del semanario Marcha, al menos dentro del gusto de quienes seleccionaron las críticas, y más cerca en el tiempo surgen voces con nombre y apellido, o al menos con nombre y apellido que uno recuerda, como la de Ronald Melzer.

La cinematografía de nuestro país tuvo coqueteos con lo comercial, desarrollo de artistas aficionados, y buscó alianzas con la recién llegada televisión. Como otros ámbitos, experimentó una fuerte politización y sobrevivió como pudo bajo un régimen dictatorial, para resurgir con espuma pero sin tantas ideas. En ese sentido, La crítica uruguaya ante el cine nacional (1920-2001) también funciona como un libro de historia, que deja puertas abiertas para seguir investigando períodos y circunstancias, incluso más allá de la bibliografía seleccionada por cada autor.

La suma de cada uno de estos elementos, presentados en forma clara y profunda, convierte al ejemplar en un resumen con fuerza propia y con la capacidad de generar inercia para que los lectores continúen investigando. Y yendo al cine, por supuesto.

La crítica uruguaya ante el cine nacional (1920-2001). Mariana Amieva y Germán Silveira (editores). Montevideo, Yaugurú, 2021, 248 páginas.