El drama de la inmigración ilegal suele llegar al cine reflejado desde las grandes ciudades, objetivo final de esas personas que resignan sus ahorros y arriesgan sus vidas por la posibilidad de una vida mejor, que en la mayoría de los casos no es para ellos, sino para la familia que permanece en el lugar de origen. Son las versiones remozadas del “sueño americano” y el europeo, con Estados Unidos y Europa haciendo todo lo posible por despertarlas antes de tiempo.

Lo que ocurre en Vacío, película escrita y dirigida por Paúl Venegas, es bastante diferente pero igual de realista. Esta coproducción de Ecuador y Uruguay tiene como protagonistas a dos inmigrantes chinos que cruzan el océano hacia la tierra prometida. Pero quienes se dedican a la trata de personas no se preocupan especialmente por cumplir promesas, así que el viaje a Nueva York tiene una parada “temporal” en Guayaquil. Nótense las comillas.

Lei (Fu Jing) y Wong (Lidan Zhu) tienen hogar y empleo. Claro que esto es parte del poco sutil yugo bajo el que se encuentran. Chang (Meng Day Min), el empresario que los aloja en el barrio La Bahía, denominado “la Chinatown de Guayaquil”, es el dueño de las tiendas en las que trabajan y, también, es el dueño de sus vidas. Y de sus pasaportes, si los tuvieran. La relación de poder entre ellos tres marcará el pulso de la acción, que en 92 minutos cuenta más que muchas películas que superan las dos horas.

La historia es única, aunque no sea original. De todos modos, Venegas asume riesgos y nos presenta una película hablada casi por completo en mandarín, lo que contribuye no solamente a plantar la idea de esos “otros” que no son nosotros, sino que aumenta la brecha entre ambas partes, que apenas si logran burlar las distancias idiomáticas gracias a la tecnología.

Hay un personaje local que llega a la vida de ambos inmigrantes e intenta ser un puente positivo entre ellos y Ecuador, mostrándoles la música, la comida y hasta el fútbol. Pero Lei y Wong tienen objetivos claros, que no pasan necesariamente por volverse parte de esa sociedad. También parecen tener objetivos claros el director y su producción, que con recursos limitados logran atrapar al espectador en la historia.

Chang es quien torcerá la trama con base en sus caprichos, y los protagonistas actuarán en consecuencia mientras se revelan algunos secretos que, lejos de patear el tablero, lo aseguran con tornillos a la mesa. Al final del día lo más importante será conservar la dignidad, la misma que Venegas mantiene en su debut cinematográfico, que está llamado a superar toda clase de fronteras.

La pata celeste

Esteban Schroeder es coproductor de Vacío y tiene una extensa trayectoria como realizador y productor que incluye, entre varios otros trabajos, la producción de La historia casi verdadera de Pepita la Pistolera (Beatriz Flores Silva, 1993). Así que su rol fue utilizar esa experiencia para llevar a buen puerto esta película “baratita, con una dignidad absoluta y que quiero mucho”.

“Es una ópera prima de un chico ecuatoriano, y si comprendemos las dificultades del proceso de sacar adelante el cine uruguayo, imaginate para Ecuador también. Toman a Uruguay como referencia”, dijo Schroeder a la diaria. “Me sedujo mucho que fuera una coproducción con Ecuador. Me gustaba explorar y abrirme un poco de un camino que ya teníamos trazado desde Uruguay hacia Argentina y España”.

Schroeder explicó que “ese aroma de autenticidad absoluta” que tiene la película se debe al uso de actores naturales en la casi totalidad de los papeles, con la ayuda de organizaciones sociales que colaboraron en los castings. “Todo el diseño de producción fue largamente hablado y yo era el que decía: ‘Paúl, no tenemos otra que seguir por el camino original’, que es el de una película pobre y digna. No contamos con grandes recursos, le daban reconocimientos por el empuje, porque se presentaba una o dos veces... La lucha del cine independiente, no me quiero poner acá en plan tan singular”.

Schroeder vio “cinco o seis cortes” de la edición y, luego del montaje de la imagen, comenzó en nuestro país el armado de la banda sonora junto a La Mayor. Ahora llegó el estreno en Uruguay, después de “un lindo pasaje” por el Festival de Cinemateca.

“Estamos haciendo un énfasis lindo en el interior, nos hemos contactado con organizaciones locales y hay proyecciones previstas en el cine de Nueva Helvecia, en el Politeama de Canelones, en Mercedes, en Paysandú”, contó. “En Montevideo se verá en Cinemateca, la Nelly Goitiño, el teatro Florencio Sánchez del Cerro, y tenemos una secuencia de exhibiciones en Oeste Audiovisual. Por las limitaciones económicas, Paúl no puede estar, pero voy a estar en representación y hemos ofrecido diferentes instancias de intercambio con el público”.

Vacío. De Paúl Venegas. Ecuador/Uruguay, 2020. Cinemateca.