Camila Diamant y Emanuel Sobré se conocieron en el ciclo de Microteatro que llevaba adelante el colectivo Reversión, que dirige Fernando Nieto Palladino. Juntos empezaron a frecuentar regularmente salas teatrales y cines, discutiendo sobre las características de personajes e historias. “Empezamos a salir justo cuando yo estaba terminando primer año de la EMAD –cuenta Diamant– y estaba en ese momento en que querés ir a ver todo. Íbamos al teatro, comentábamos las obras, mirábamos muchas pelis y analizábamos las actuaciones”. Y a la vez, según narra Sobré, “empezamos a imaginar qué hubiera pasado si un personaje en vez de tal cosa hubiera dicho tal otra. Y en ese intercambio empezamos a generar algo en común, un sentido del humor en común, y se empezó a generar un material que fue quedando en el aire”.

De esa forma es que, naturalmente, surge Una forma de hacer tiempo, espectáculo con texto de Diamant, dirección de Sobré y actuación de ambos, que estrenaron en 2019. “Surge –agrega el director– desde cosas que nos preocupaban y nos hacían reír. Ahí salen los personajes de Sara y Alejo... Yo justo andaba con problemas laborales que se volcaron en Alejo, que andaba rodando por trabajos precarios en los que no se sentía valorado. Empezamos a tirar esas cosas que andaban en nosotros y después las empezamos a combinar”.

Los personajes no tenían nada que ver entre sí, pero, como eso los obligaba a explicarse detalladamente, la comunicación era muy franca.

Camila Diamant (CD): Obvio, y de eso nos dimos cuenta después de hacerla. Esa primera obra fue como un ensayo, no teníamos tan claro ni hacia dónde íbamos ni lo que estábamos contando. Esta otra [por Del otro lado del mundo] sin duda tiene un montón de aprendizajes de la primera. Pero en realidad todo lo que habilitaba que esos dos personajes fueran tan distintos no estaba presente de forma consciente.

Y esa necesidad de dos personas desconocidas de alquilar un departamento en común se vincula también con una forma recurrente de resolver el problema de vivienda hoy, al menos entre jóvenes.

Emanuel Sobré (ES): Yo tengo amigos que viven en una casa, y se van unos y vienen otros y se generan vínculos entre gente que estudia abogacía con otra que hace circo. Y capaz vienen de mundos distintos pero conectan. Si vos pensás, en ninguna de las dos obras hay grandes sucesos, más bien está presente la distancia entre lo que uno desea y lo que uno es. Y los conflictos que eso genera en cada uno.

Al terminar Una forma de hacer tiempo, ¿ya estaba la idea de hacer Del otro lado del mundo? Comentaban que de la primera sacaron muchas conclusiones para la segunda.

ES: En realidad no. Una forma de hacer tiempo la hicimos a partir de intuiciones, y después las devoluciones de la gente o la lectura de notas y de críticas ampliaron nuestra visión de la obra. Cuando bajamos estábamos contentos, agotamos todas las funciones y pensábamos reestrenar, pero surgió que Cami había escrito una obra, que se llamaba Las gotas, en donde aparecía Luz, el personaje de Del otro lado del mundo. También estaba Ernesto, pero estaba más enfocada en Luz. La leí y me encantó, y soñando, le dije: “Si yo hiciera esta obra pienso que habría que potenciar el personaje de Ernesto, y la haría con vos y con César Troncoso”.

CD: Ahí es donde empezó a aparecer todo lo que habíamos aprendido de la primera obra. Retomamos lo de la incorporación de un elemento de la naturaleza que atraviese conceptualmente todo (el agua en Una forma de hacer tiempo, un bonsái en Del otro lado del mundo). También la transformación del vínculo. Empezamos a reescribirla y terminó siendo otra cosa. El personaje de Ernesto fue el que más creció, tiene otra edad, se nos ocurrió que fuera un académico, un escritor que había perdido todo y que se encontraba en una especie de paréntesis de su vida. Todo eso surgió después.

Camila Diamant.

Camila Diamant.

Foto: Mara Quintero

¿Cómo surge el contacto con Troncoso?

ES: A César lo conocí personalmente en el festival de Manizales. Yo había ido con Blu y él con Marx in Soho, éramos las dos obras uruguayas en el festival, y estábamos en el mismo hotel y tomamos alguna cerveza. Así que lo llamé y le conté que teníamos una historia, que no estaba escrita, pero que la íbamos a escribir con Cami. Nos juntamos los tres en un bar, y seguíamos sin nada escrito de su personaje [risas], pero le contamos las cosas que nos imaginábamos. Nos dijo que fuéramos escribiendo y le mandáramos. Un mes después, hicimos una primera versión, nos juntamos a leerla acá en casa, le gustó, y ta, quedó copado.

La pandemia debe haber ayudado, él ha contado que no hace tanto teatro por la imposibilidad de hacer temporada.

ES: Eso fue lo que nos dijo, que le interesaba hacerla, pero que siempre plantea que si le sale una serie o una película y tiene que viajar, él vive de eso. Le dijimos que se quedara tranquilo, que queríamos contar la historia y que estuviera él. Y con la pandemia tuvimos a Cesar acá todo el tiempo, así que empezamos a ensayar, acá mismo en este living, y la dejamos casi pronta. Estuvimos a punto de estrenar cuando se cortó todo por segunda vez por la covid. Ni bien pudimos, volvimos a ensayar, un par de semanas, y estrenamos por fin el año pasado.

Haciendo un paralelismo con el cine, hablamos antes de cierta cercanía de Del otro lado del mundo con la película Perdidos en Tokio, de Sofia Coppola.

CD: A mí me regusta la sensibilidad de esa peli, y tiene también eso de dos personajes que están bastante perdidos y conectan en un lugar. Estar en otro país te lleva a salir de tus cosas más cotidianas, salís del personaje más construido. Y así como ellos están en Tokio [los personajes que encarnan Bill Murray y Scarlett Johansson en la película] y eso relaja algunas cosas, el bar y el alcohol también, que es lo que pasa en Del otro lado del mundo con Luz y Ernesto.

ES: Yo pienso que relajás, sí, pero que también podés construir otra cosa, mostrarte como te gustaría ser.

CD: Sí, creo que es un poco las dos cosas, porque tener la posibilidad de mostrarte como te gustaría ser es como estar viviendo una fantasía. También en ese sentido aflora una persona distinta.

Una cosa que tienen las dos obras, que las potencia, es que hay una tensión sexual entre los personajes que no se concreta.

CD: Sí, fue tremendo tema, porque, en realidad, si bien la sexualidad abre un montón de posibilidades, también agota, y queríamos construir otro tipo de vínculo. En la primera como que pensamos por qué un tipo y una mina que viven en la misma casa tienen que terminar teniendo sexo. No. Y en la segunda obra creo que a veces genera cierta incomodidad. En la primera me parece que se generaba interés, si bien no era lo central de la obra, pero en esta genera cierta tensión. Porque no se sabe cómo posicionarse, sobre todo ante el personaje de Ernesto, que desde la sociedad de hoy puede ser juzgado.

Emanuel Sobré y Camila Diamant.

Emanuel Sobré y Camila Diamant.

Foto: Mara Quintero

ES: Un tipo grande, una chica vulnerable, aprovecharse de esa situación. Nosotros lo hablamos mucho con César, y creo que llegamos a un punto que está bueno, porque si bien aparece esa tensión, está muy cuidada y en ningún momento genera rechazo en el espectador. Y también hay distintas inteligencias, porque si bien Ernesto viene del mundo académico, Luz tiene una inteligencia emocional que la hace manejar mejor ciertas situaciones. Por ejemplo, cuando al final él se entera de cosas de ella y se las cuenta; ella siempre supo algo de él, pero nunca se lo dijo por respeto, porque pensaba que por algo él no lo decía.

¿Cómo fue el vínculo con el público en este caso? Mucha gente fue a ver a Troncoso. Cosa que está bárbara teniendo en cuenta las pocas posibilidades que tenemos de verlo en el teatro.

CD: Amigos que nos fueron a ver nos contaron que iba gente a preguntar por “la obra de Troncoso” [risas]. Y está bien, si es la obra de él también. Lo que me parece interesante es que pueda llegar a gente a la que capaz que si no no le llegaba. La verdad es que la recepción de ese público ha sido buenísima.

ES: César es un tipo muy generoso, fijate que se junta con dos pibes y arman una obra, y el público que lo sigue a él puede ver que también hay gente joven, aparte de nosotros, que hace cosas interesantes. Porque hay un montón de gente joven y talentosa haciendo teatro y capaz que no los van a ver porque son menos visibles. Y está buenísimo que quizá esa gente vaya a ver otras cosas.

¿En que están, más allá de Del otro lado del mundo?

ES: Queremos hacer la película. El año pasado hubo una convocatoria de INAE e ICAU para dar unos fondos para transformar espectáculos teatrales en formatos audiovisuales y pensamos ¿por qué no? Nosotros siempre pensamos que Del otro lado del mundo tenía un potencial cinematográfico muy fuerte. Y la adaptamos a guion de cine. La presentamos a ese fondo y lo ganamos. Después, estaba el festival de cine de José Ignacio y había una instancia que era para jóvenes realizadores que estuvieran terminando su carrera audiovisual o que estén dando sus primeros pasos. Yo no estaba en ninguna de las dos categorías [risas], pero dije “me voy a presentar”. Mandé una carta diciendo que teníamos el guion y el fondo, y me seleccionaron. Elegían a diez personas, cinco directores y cinco productores, y te enseñaban a presentar tus proyectos y defenderlos en cinco minutos. Presenté mi proyecto y bueno, me gané una beca para ir a estudiar dirección de cine en la New York Film Academy. Y quedé como loco [risas]. Ahora estamos preparando el viaje, nos vamos a ir los dos a Nueva York para hacer el curso, y después la idea es hacer la película.

CD: Yo estoy escribiendo otra obra, explorando, desde el punto de vista del espectador también, hasta dónde se puede empatizar con la maldad de un personaje. Creo que estamos en una sociedad, por un lado, muy abierta y muy copada en muchas cosas, pero también un poco que si hacés algo que no está bueno te mata. Así que estoy buscando ver hasta qué punto podés empatizar con alguien que por ahí hace algo que no está bien visto. Cuál es el límite que toleramos. Y estoy escribiendo una serie, lo cual es un delirio [risas].

Del otro lado del mundo. De Camila Diamant y Emanuel Sobré. Dirigida por Emanuel Sobré, con actuaciones de César Troncoso y Camila Diamant. Teatro Alianza. Miércoles y jueves a las 21.00.