Estar en el presente y contemplar sin prejuicios son herramientas fundamentales para vivir el arte, para vivir la vida: así lo dictan el taoísmo, el budismo y el confucianismo que habitan en las muestras que de forma simultánea se presentan en el Museo de Arte Precolombino (MAPI) y en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). Ambos museos exhiben 33 piezas contemporáneas –realizadas en los últimos treinta años– seleccionadas por el Museo Nacional de Arte de China, de donde provienen.
Xieyi chino es el nombre de esta muestra: el xieyi es una forma de creación que integra los cinco mil años de cultura china pero se realiza de una vez. El proceso intelectual se lleva al máximo antes de crear, fusionando todas las escuelas, los tiempos, las técnicas, para realizar una pieza que es el resultado emotivo y mental que el artista se plantea antes de comenzar.
El xieyi se origina, según Wu Weishan, director del Museo Nacional de Arte China, artista y autor de las esculturas que se exponen en la muestra, “en la imagen de las venas celestiales y terrestres. De combina con la teoría de la vida cósmica de la unidad del cielo y la naturaleza en la China antigua, muestra la estética dinámica de la sublimación de la imagen, el aire y el tao capa por capa, y de la fusión de la unidad. Su pintura punteada, apertura, cierre y ritmo asimilados a la hierba natural, correspondientes al ying y al yang del cielo y la tierra, y armonizados con el ritmo del río y el mar”.
Se trata de un arte que mira hacia occidente e incluye esa tradición que duplica al cristianismo en duración. La muestra, por tanto, nos interpela, porque encontramos referentes familiares y al mismo tiempo nos seduce la tradición de la pintura china, los paisajes en capas, los retratos contemporáneos.
La ruta de la seda
El proceso de la exposición fue largo. El vínculo entre el MAPI y el Museo Nacional de Arte China comenzó cuando la muestra Uruguay en Guaraní se expuso en el museo de Beijing, en 2018. Uruguay en Guaraní había sido el resultado de una investigación que hizo la arqueóloga Carmen Curbelo, junto a un equipo, sobre la presencia indígena guaraní misionera en el Uruguay, y buena parte de la exposición estaba relacionada a las misiones jesuíticas, según Facundo de Almeida, director del MAPI. “Tallas en madera del periodo misionero y otras secciones vinculadas a la cultura guaraní que de algún modo están presentes en la cultura contemporánea de nuestro país: desde el mate hasta la toponimia, la ganadería, que en Uruguay se inicia con las misiones jesuíticas y con los guaraníes, una exposición que daba cuenta de la relevancia pasada y presente de lo guaraní en Uruguay”, dice el director.
La muestra, junto a una sala donde se exhibieron artesanía uruguaya, ocupó más de 2500 metros cuadrados. A partir de entonces, las relaciones entre los dos museos se fortalecieron y el MAPI pasó a ser el primer museo latinoamericano que forma parte de la Alianza de Museos y Galerías de Arte de la Franja y la Ruta de la Seda, organización integrada por el Museo Nacional de Arte de China, el Museo del Palacio y el Museo Nacional de China, entre una centena de museos de ese país y más de medio centenar de instituciones de otros países, tales como el Museo del Hermitage, el Museo Nacional de Dinamarca y el Museo Ruso de Etnografía de San Petersburgo.
De Almeida afirma que la llegada de Xieyi chino es consecuencia de la integración del MAPI a esta ruta cultural internacional. Cuatro años después de la exposición uruguaya en China, el museo mandarín respondió enviando 33 obras de gran calidad artística. “No es cortés recibir sin corresponder”, dice en la presentación de la exposición Wu Weishan
Pop parece
Acuarelas, pintura china, grabados, óleos, pintura en laca, esculturas en bronce, obras creadas con la técnica xieyi cuyo concepto estético busca dar voz a los sentimientos, pensamientos e intenciones del artista. El uso de este principio en la escultura se caracteriza por una expresión exagerada implícita en la textura y la imagen, que parece estar congelada en un momento particular.
El xieyi busca integrar todo lo existente antes de crear, puesto que el arte chino se basa en la continuación y no en la ruptura, como el occidental. Nosotros separamos el arte en moderno o contemporáneo, distinguimos las escuelas, los pintores, mientras que el xieyi busca unirlo todo en un gesto espontáneo, emotivo y a la vez pleno de intelectualidad previa a la creación.
Estar en las salas es como si al llegar a un parque, de cualquier lugar del mundo, al observar los árboles primero observáramos aquellos que conocemos: allí hay un pino, allá un abedul, qué hermoso duraznero… Luego de sentirnos en la comodidad de lo conocido comenzamos a contemplar lo nuevo, a dejarnos seducir por esos paisajes que van descubriendo sus capas, ordenados con el equilibrio del yin y el yang, donde el espacio se colma y se vacía en un menos que es más.
Recomiendo comenzar por el MAPI, que contiene 16 obras en tres salas donde una solemne humildad permite a las obras brillar, para luego atravesar el parque y adentrarse en la belleza del segundo piso del MNAV.
En pinceladas que parecen casuales creo ver a una mujer azul sentada con su rodilla cruzada y descubrir a Matisse en la tapa de un libro pintado sobre una mesa. La belleza de la escena es fascinante; parece un cuadro pop. Me imagino que Warhol se deleitaría con la estética pero quedaría congelado ante una escena que contiene tanto amor. Una madre juega con su hijo en el sillón, ese niño, que imagino tendrá unos cinco años, expresa en pocas pinceladas cargadas de óleo sus rasgos orientales definidos y alegres. Ella, de pijama, apoya su pie desnudo sobre los diminutos dedos del pie de su niño. Esta obra emana afecto y se opone de forma extrema al consumismo de pop art, pero ese lenguaje que conocemos nos permite adentrarnos y bucear en el cuadro.
Se trata de la única obra que de forma explícita nos informa que la artista es una mujer, Yan Ping, destacada autora de la serie Madre e hijo (1995). Junto a Wang Jin son las dos únicas artistas mujeres en la muestra, donde se presentan 33 obras. Los nombres en chino nos desorientan de la referencia hombre / mujer: Wuang Keju, Wu Weishan, Zhao Long, Chen Qiuping, Li Jiangfeng: la exposición nos obliga a despojarnos hasta del género.
Es allí donde está el zen, el yao, en la nada que es el todo. Despojarse de pensamientos y preconceptos, observar las sensaciones para comprender la totalidad, como los ojos del médico, que con su rostro cubierto por un tapaboca, contienen todo el terror de la pandemia, en una obra realizada en 2020.
Frente a un cuadro que parece contener un hexagrama del I Ching se encuentra la escultura “Brindar con la luna - El poeta Li Bai”, del artista y director del Museo Nacional de Arte de China, Wu Weishan:
“En el proceso de creación de esta obra el escultor se aferraba a los detalles, luego la inspiración se puso de relieve y la cumplió sin intervalo con un gran golpe de xieyi chino. Los nervios de los dedos están conectados con el corazón. El escultor toma el pulgar como su pluma, y expresa su cognición y emoción mientras gira alrededor de las yemas de los dedos. Este logro maravilloso está a su alcance y pone bajo el foco de atención al poeta Li Bai en el escenario histórico”, se lee en el catálogo del museo chino, enviado exclusivamente para esta nota.
Facundo de Almeida, director del MAPI, explica que el xieyi chino “es una técnica curiosa para un occidental –para un chino es una técnica tradicional y super establecida– porque cuando uno lo mira estos trazos espontáneos aparecen asociados a lo emocional o a la creatividad del momento en el que se está realizando la obra, en cambio en el arte chino si bien son trazos de alguna manera espontáneos y asociados a la técnica de la caligrafía china, están sustentados en un conocimiento. En el xieyi cuando se habla de espontaneidad en el trazo no tiene el mismo significado que atribuimos en el arte occidental, está muy arraigado a la tradición cultural, aunque se trate de obras absolutamente contemporáneas”.
Para De Almeida la temática es tradicional y milenaria. “Mientras el arte occidental se explica más por rupturas que por continuidades, el arte chino también se explica por sus antecedentes tradicionales, antiquísimos y milenarios, concentrados en cada una de estas obras”. Esos cinco mil años son los “valores nobles” a los que se refiere el director del Museo Nacional de Arte China Wu Weishan en su texto del catálogo “como alma del arte chino, xieyi es la representación visual de la búsqueda de valores estéticos nobles por parte de los artistas”.
Recorrer la muestra con una mirada silenciosa, haciendo el ejercicio de estar en el presente, sin pensar en nada más que la obra que tenemos enfrente nos puede regalar la misma maravilla que se encuentra en un grano de arroz. Como dice el zen en su antigua receta para vivir la vida al máximo, en cada momento, dedicándole toda la atención que se merece, “cuando lavo el arroz, lavo el arroz”.
La exposición nos invita a probar cuán alejados podemos estar del aquí y ahora, siempre conectados a un teléfono que nos aleja de lo concreto: podríamos observar cuántas veces miramos el celular mientras recorremos la sala y dar una segunda recorrida levantando vuelo, poniendo el teléfono en modo avión, para luego sacar conclusiones sobre nuestra experiencia vivencial frente a las esculturas y los cuadros, cuya intensidad plástica se revela en capas y más capas, en armonías, en estéticas acumuladas durante cinco milenios.
También nos invita a una pausa, atravesando la ciudad, desde la urbana Ciudad Vieja al Parque Rodó, descubriendo las capas del silencio del diálogo interior, que a su vez puede ser el diálogo entre Oriente y Occidente que tanto nos enriquece.
Xieyi chino, en el Museo de Arte Precolombino (25 de Mayo 279) de lunes a sábado de 10.30 a 18.00 y en el Museo Nacional de Artes Visuales, de martes a domingo de 13.00 a 20.00. Hasta el 9 de marzo.