Los cuatro conciertos para violín y orquesta Las cuatro estaciones, que Antonio Vivaldi compuso a comienzos del siglo XVIII, son una obra por demás conocida incluso para el público neófito. Las piezas dedicadas, respectivamente, a las cuatro estaciones del año dan lugar en este caso a la adaptación al lenguaje escénico de los títeres, de la mano de La Ovidio Titers, bajo la dirección de Daniel Ovidio Fernández.

No se trata de un estreno, ya que la adaptación se estrenó por primera vez en el teatro Solís en 2014, en aquel entonces en horario nocturno y no especialmente dirigida a público infantil. “Con estas funciones estamos celebrando 15.000 espectadores”, cuenta Ovidio. Después del estreno la obra estuvo dos años sin representarse y en 2016 volvió para ser representada en la sala Nelly Goitiño, en cuya dirección estaba Fernando Couto. Allí hicieron una temporada de vacaciones de julio.

“Nos conectamos con Celia Abramavicius y empezamos la parte de extensión que mantenemos hasta ahora, con niñas y niños de escuelas cercanas, suburbanas, de fuera de Montevideo, y probablemente para algunas niñas y niños sea su primer contacto con música culta, clásica o como le queramos llamar. Es una música que tiene más de 300 años y que se conecta perfectamente con ellos”, cuenta. Todo esto “fue gracias al programa Fortalecimiento para las Artes de la Intendencia de Montevideo, que nos ha servido para estar todos estos años trabajando y haber hecho que tanta gente vea la obra”, destaca.

Se trata de un espectáculo teatral-musical con títeres de gran porte, en el que la narración echa mano de diversas técnicas, y es para todo público. “Con esto me refiero no solamente a público infantil y adulto, sino también a público que conozca la música clásica o no, que se haya acercado a alguna técnica de títeres o no, y también es un lenguaje universal, no importa si lo hacés en Uruguay o en cualquier otro lugar”, define el director.

“La recepción por parte de los niños es muy buena: se dejan ir por las sensaciones que la música va dando y es muy fácil que la historia transcurra. Son historias bastante simples, pero están llenas de momentos en los que la música hace que la acción cambie, que los personajes sufran algún tipo de transformación o algún problema que van a solucionar. Tienen momentos de sueños o divertidos y momentos emocionantes o tristones, y se apela a un lenguaje muy audiovisual que para esta época es bastante natural por todo lo que ven en pantalla”, detalla.

Foto: Alejandro Persichetti, difusión.

Foto: Alejandro Persichetti, difusión.

Tomando como punto de partida la música y la temática propuesta desde el título de la obra, cada estación es una historia. “Son cuatro historias diferentes, por lo tanto el foco de atención va variando. Cada estación tiene su propio lenguaje, su propia historia, su propia técnica: a pesar de que está dentro de la misma técnica, en esta versión hay por lo menos tres variantes de la utilización de luz negra, que permiten emociones diferentes y lecturas diferentes”, comenta y explica: “Yo diría que hay una correlación entre lo musical y los movimientos que van narrando. Son historias muy simples, no es que el énfasis sea contar una historia, sino jugar con el cuento o con un pequeño relato musical. Más bien la música arma un pequeño guion donde los movimientos naturalmente suceden, y parece –o debería parecer, o a nosotros nos parece que parece– que lo musical está contando lo que vemos. Cuando la narración es exacta, cuando nos parece que funciona perfectamente, es cuando funciona bien. Hay momentos en que se prioriza lo musical o lo narrativo, pero la mayor parte es cuando la música parece creada –va a parecer muy vanidoso esto que digo– para ese pequeño relato que estamos haciendo”.

En cuanto al trabajo de adaptación al lenguaje escénico, cuenta: “Fue bastante difícil y se destrabó cuando pude encontrar las historias, si no quedás muy atado a lo sensacional, al movimiento por el movimiento en sí mismo, al impacto por lo fascinante que es la técnica y las cosas que puede lograr –que vuelen las cosas, que se muevan–, pero no vas a ningún lugar. Son historias que tienen que ver con nosotros: el otoño son dos trabajadores, un barrendero y una barrendera; el verano es un ciclista que va a hacia el mar con su bicicleta, meta pedal; el invierno es una persona que llega de su trabajo y arma una sopa grande y se encuentra con su pareja o su amigo; en la primavera hay una cuestión de renacimiento, un personaje que va llegando y va tejiendo flores y mariposas y se va relacionando con eso. Son historias muy de uno mismo, muy de nosotros, muy del sur, porque empieza en el verano”.

Por otra parte, fue necesario, en su trayecto, adaptarse a las diversas características que les han ido proponiendo los escenarios: “Tiene dificultades porque hay que estar a tiempo con la música, es bastante compleja la manipulación. Como no usamos retablo desde hace años y el espacio escénico es grande en la sala Nelly Goitiño, tiene una boca grande, a veces llegar de un lado a otro, ese hecho que parece tan simple, en la oscuridad se vuelve difícil. Fue una experiencia muy agradable lograrlo”.

Las cuatro estaciones por La Ovidio Titers. Viernes 20 de octubre a las 20.00 y sábado 21 a las 16.00. Auditorio Nelly Goitiño (18 de Julio 930). Entradas a $ 600 por Tickantel. 2x1 para suscriptores de la diaria.


Bebés en la Zitarrosa, de Piú Música Viajera.

Bebés en la Zitarrosa, de Piú Música Viajera.

Foto: Juan Landarín

Bebés en la Zitarrosa, el regreso

Lili Ramos y Natalia Goldberg, las integrantes de Piú Música Viajera, vuelven a traer la playa a las tablas de la sala Zitarrosa, en el marco del ciclo Jarana, con una función para los más chiquitos: la propuesta se dirige a niñas y niños de seis a 24 meses, con un acompañante adulto. Se trata de “una experiencia lúdico-musical que se desarrolla en el escenario de la sala, en una gran ronda, que invita al encuentro entre grandes, chicos y chicas. Los y las participantes serán protagonistas de la trama, guiados por canciones y el juego con instrumentos musicales en el marco de un día de playa”.

Las funciones son el domingo 22 y el domingo 29 de octubre, y luego (para ir agendando) el sábado 25 y domingo 26 de noviembre, a las 15.00 y a las 17.00. Por las características de la propuesta, los cupos son muy limitados y las localidades (a $ 900 para un bebé y un acompañante, y $ 1.400 para un bebé y dos acompañantes) están a la venta por Tickantel.