Hace pocos meses pasaba por nuestra cartelera Hazme el favor (No Hard Feelings), la comedia picaresca en la que Jennifer Lawrence interpretaba a una perdedora que debía espabilar a un introvertido de 19 años antes de que dejara el hogar familiar para irse a la universidad. La desfachatez era la misma de siempre en esa clase de película, pero adecuada a nuevas sensibilidades, porque (por suerte) ya vemos con malos ojos algunas de las cosas que hacían los “héroes” de títulos como La venganza de los nerds.

Dentro del género podemos distinguir dos grandes corrientes (se acomoda el monóculo). Por un lado están las películas protagonizadas por un solo personaje, perdedor o perdedora, que suele tener un corazón de oro pero bien escondido debajo de años de conductas negativas. En ocasiones termina la historia sin haber aprendido la lección, pero por lo general hay una o dos escenas que nos muestran que evolucionó. A diferencia de lo que pasa con los perdedores y perdedoras de la vida real.

La otra corriente es la comedia picaresca grupal, que tiene a un grupo de personas, generalmente del mismo sexo, atravesando algunas situaciones subidas de tono. La idea de grupo permite que dentro del elenco principal haya figuras con diferentes personalidades, algo que la persona o personas encargadas del guion utiliza para ir en busca de ese santo grial que es hacernos reír.

Entre los ejemplos más famosos de los últimos tiempos se encuentra la trilogía de películas ¿Qué pasó ayer? (The Hangover), estrenadas entre 2009 y 2013, con el grupo de amigos que periódicamente tiene una noche tan salvaje que queda borrada de sus memorias. Por esos años también se estrenó Damas en guerra (Bridesmaids), con las peripecias de un grupo de damas (de honor) en la previa de una boda.

Sin la alharaca de esos dos ejemplos pasó por la cartelera montevideana y llegó al alquiler digital Locas en apuros (Joy Ride), otro ejemplo de film con momentos que provocan cierta vergüencita, aunque ninguno tan grande como tener que acercarte a la boletería y pedir “una entrada para Locas en apuros, por favor”. Por suerte ahora alcanza con un movimiento de control remoto o un dedazo en el celular.

Todo comienza con dos protagonistas: Audrey (Ashley Park, la integrante fallecida de Girls5eva) y Lolo (Sherry Cola). La primera es una exigente abogada que tiene una casita en el fondo de su hogar en la que vive la segunda, dedicada al arte y sin muchas ganas de ingresar en el mundo laboral tradicional. Lo que se dice, una pareja despareja.

Audrey fue adoptada en China por dos estadounidenses bien caucásicos, mientras que Lolo es hija de inmigrantes chinos. Así que cuando el bufete de abogados envíe a la primera a cerrar un importante negocio en el país asiático, llevará a su amiga para que le haga de intérprete. En el aeropuerto se sumará Ojitos (Sabrina Wu), la prima excéntrica y fanática del K-pop, mientras que allá se encontrarán con Kat (Stephanie Hsu, recientemente nominada al Oscar por Todos en todas partes al mismo tiempo).

Desde el primer minuto, en el que la pequeña Lolo trompea a un niño que discriminaba a las dos amigas, queda claro que el humor tomará algunos riesgos. Ya en el presente descubrimos que Lolo hace obras de arte erótico, y a los gags con contenidos sexuales (abstinencia, exhibicionismo, encuentros sexuales fortuitos) se les sumarán otros sobre alcohol, drogas, y toda clase de golpes y porrazos a lo largo y ancho de China.

Locas en apuros, dirigida por Adele Lim, despierta algunas carcajadas, y el público de la función a la que asistí parecía nunca haber visto una comedia picaresca, aunque no fue el suficiente como para mantenerla más de una semana en cartel. El resultado, finalmente, la deja a mitad de camino de otras obras que simplemente tienen un mejor timing o una mayor densidad de buenos chistes. La cosa recién se eleva con la aparición de Kat y la competencia con Lolo por ser la mejor amiga de Audrey; hasta ese momento la cosa venía carreteando.

Hsu, que supo hacer humor a ritmo de ametralladora en The Marvelous Mrs. Maisel, es la que eleva cada una de las escenas en las que aparece, seguida de Park. Y el personaje de Cola funciona mejor en contraposición a la otra “mejor amiga” de su amiga, y no cuando el guion intenta redimir su estilo de vida sin mucha evidencia al respecto. Lo de Wu está en línea con el clásico personaje al estilo Phoebe de Friends, capaz de cualquier respuesta traída de los pelos.

Hay una subtrama relacionada con la madre biológica de Audrey que mantiene la historia en movimiento y aporta el momento más emotivo, al que se le suma el cierre en donde quienes realizaron el viaje a Asia regresan convertidas en mejores personas. Salvo Lolo, que tiene el arco menos definido. Y por supuesto subyace (y ni tanto) el tema de la identidad, que se disfruta sin importar desde dónde migraron nuestros antepasados.

Si nos gusta el humor subido de tono y tomamos consciencia de que seguramente esta película no se una al panteón de cine con humor subido de tono, vamos a reírnos varias veces en 95 minutos y justificar el precio del alquiler. Sin el trauma de tener que haber pedido “una entrada para Locas en apuros, por favor”.

Locas en apuros, dirigida por Adele Lim, con Ashley Park, Sherry Cola, Stephanie Hsu y Sabrina Wu. En alquiler digital.