Entre los incontables vicios de las redes sociales está el de hablar de una serie o una película del pasado y agregar “Esto hoy no se podría filmar”, como denunciando a esa supuesta dictadura de lo políticamente correcto que estaría impidiendo que las personas hagan chistes homófobos o que se burlen de minorías aplastadas (nadie lo impide: simplemente se festejan menos).

Más allá de que las sensibilidades modernas nos obligan a afinar el lápiz –algo que nunca está de más–, hay un montón de ejemplos de historias que “hoy no se podrían filmar” que se siguen filmando y llegan tranquilamente a las plataformas de streaming o las salas de cine. Sin ir más lejos, una de las actrices más taquilleras de los últimos años acaba de estrenar una película “inestrenable”.

Hazme el favor (en inglés, No Hard Feelings) podría catalogarse como una comedia picante, de las que abundaron a finales de los años 70 y principios de los 80, con títulos recordados como Porky’s o La venganza de los nerds. Si vemos esas películas en la actualidad, seguramente encontraremos chistes puntuales que “no se pueden filmar”, pero créanme que estamos mejor sin ellos. Y de todos modos nadie impide que las sigamos viendo, excepto el capricho de los que manejan el contenido de cada plataforma.

Pero volvamos al estreno. Jennifer Lawrence se consolidó como estrella de Hollywood al encabezar las adaptaciones de Los juegos del hambre al mismo tiempo que ganaba un Oscar por su labor en El lado luminoso de la vida. Fue parte de los X-Men, se tomó un tiempillo sabático y a los 32 años está siguiendo los pasos de colegas como Cameron Diaz, que a los treintaypico tuvieron un pasaje por el picaresco.

Sin ir más lejos, el director y coguionista de Hazme el favor es Gene Stupnitsky, quien había escrito Malas enseñanzas, donde Diaz era una pésima profesora que andaba atrás del dinero de Justin Timberlake. Aquí la perdedora de turno está a punto de perder su casa y por eso debe aceptar un trabajo poco convencional: salir con un introvertido de 19 años para sacarlo de su burbuja antes de que se vaya a la universidad.

Sí, “salir” también implica tener relaciones con él, aunque el joven no lo sepa, ya que todo es una estratagema de sus ricachones y sobreprotectores padres, que le prometieron un automóvil a Maddie (Lawrence) cuando se acueste con Percy (Andrew Barth Feldman). Con ese vehículo, la ghosteadora serial podrá seguir trabajando como Uber y pagar todos los impuestos inmobiliarios que se dispararon cuando su barrio se gentrificó.

La película coquetea con varios temas, como la mencionada gentrificación, las nuevas generaciones que han normalizado un amplio espectro de apetito sexual, los padres que monitorean (a veces literalmente) a sus hijos y en especial los compromisos en las relaciones afectivas, tengan o no sexualidad en el medio. Esto se sobrevuela con la liviandad de una comedia para adultos en la que abundan el lenguaje soez, las referencias subidas de tono y donde aparece algún desnudo, que no detallaré para que se sorprendan en ese momento.

Por supuesto que surgieron voces denunciando la temática de la pérdida de la virginidad de Percy, que es mayor de edad. Y la ironía es que esas voces provienen del mismo sector que no para de denunciar que todo se ha vuelto woke. Pero no tratemos de entender a las personas: yo me conozco hace 43 años y me entiendo muy poco.

Un elenco muy efectivo, que incluye a Matthew Broderick y Laura Benanti como los padres castradores sorprendidos porque su hijo está castrado, le saca todo el jugo posible al guion, que no está pensado para ganar ningún premio. Hay subtramas, en especial la de la persona que viene cuidando del joven desde hace años, que merecían algo más de tiempo, pero se agradece que la película dure poco más de 100 minutos.

El principal problema está en su tercer acto, que es cuando Hazme el favor se separa de la mayoría de las películas de Peter y Bobby Farrelly, los de Tonto y Retonto, Loco por Mary o Irene, yo y mi otro yo. Algunas de sus mejores creaciones tenían finales que nadie podría catalogar como “felices”, o que como mínimo esquivaban los cierres clásicos. Aquí la historia comienza a volverse cada vez más obvia y uno podría adivinar la mayoría de los eventos con los que la cierra.

Cuando la película se dedica a escapar a las convenciones es cuando aparecen los mejores momentos de humor, apoyados por actrices y actores de probada trayectoria (Barth Feldman está a la altura de los demás). Cuando abraza las convenciones de la “comedia romántica con un gran secreto” se vuelve demasiado convencional. Y ahí no hay chiste guarango que te salve.

Hazme el favor, de Gene Stupnitsky, con Jennifer Lawrence y Andrew Barth Feldman. 104 minutos. En cines.