Las cartografías de sitios ficticios son una tentación de larga data. Las hay imaginadas por los propios autores, como las de las leyendas de JRR Tolkien y el mapa de Yoknapatawpha incluido por William Faulkner en Absalom, Absalom, y también interpretadas por otros artistas, como las de las rutas de Gulliver o las del Quijote. Un poco en broma, Onetti se anotó en la primera categoría e hizo un croquis de Santa María. García Márquez, en cambio, fue testigo de distintos esbozos sobre los territorios de Macondo.