Se puede viajar en el tiempo para identificar el origen y las posibles raíces de la particular sonoridad del trabajo de Santiago Bogacz y Emiliano Aires hasta llegar a la noche de un sótano montevideano donde se juntan a tocar dos o tres músicos, en días calurosísimos. Es decir, si fuera necesario comprender de dónde viene su música de improvisación libre, más allá de los formalismos académicos.

“Hay gente que escucha este tipo de música una vez y piensa: ‘¡nunca más!’”, decía el saxofonista británico Evan Parker al comienzo de una nota para el periódico The Guardian en noviembre de 2017, como gran referente de una movida que podría haber comenzado a fines de los 50 como respuesta al elitismo de los más importantes circuitos de jazz, o más lejos, un siglo antes, con partituras de ambiciosas sinfonías de música culta incineradas luego de un impulso de iluminación, o por inspiración divina, en los confines de una tribu poco amiga de las melodías pop.

Por las dudas, esto tampoco es free jazz. Con otros ingredientes agregados (noise, rock, música electrónica, tribal), más allá o más acá de la búsqueda por lo extremo, en este edificio de arquitectura de apariencia deforme también habitan nombres como los de los saxofonistas Kaoru Abe y John Zorn, el cantante Mike Patton (en su proyecto Fantomas), el tecladista Sun Ra, el guitarrista Derek Bailey, la pianista Aki Takase y la multifacética artista conceptual Yoko Ono, más los grupos Supersilent y The Necks.

En Retrato años después, editado este año por el sello estadounidense Relative Pitch Records y disponible en Bandcamp y otras plataformas similares, se escucha el registro de un encuentro de los músicos uruguayos Emiliano Aires y Santiago Bogacz que data del 15 de setiembre de 2021 en el estudio 4Tavella, con Martín Tavella como técnico de grabación.

El músico y productor Nicolás Demczylo (Santé Les Amis, Hablan por la Espalda, Turú Dorōm) fue el responsable de la mezcla y masterización de la placa y Zelmar Borrás diseñó la inquietante presentación en cartón que acompaña el disco compacto.

Luego de tocar juntos durante nueve años, Aires, en clarinete soprano, y Bogacz –también conocido por su proyecto Matador–, en guitarra eléctrica, se entregaron a un juego de magnetismo sonoro de nueve tracks.

Podría admitirse que aquí no hay algo así como una canción, ni una secuencia de notas en la que se pueda reconocer un camino muy conocido. Parte del atractivo de este ejercicio, tanto si se trata de la ejecución o de la escucha, reside en la prescindencia de conocimientos previos y antojos aprendidos. Nadie dijo que se trate de un experimento sencillo, pero un poco de paciencia y otro de apertura pueden favorecer la estadía del recién llegado.

El disco arranca con “Siempre ya es mañana”, un track de más de nueve minutos de diálogo vertiginoso entre los instrumentos especialmente caótico. El siguiente, “El agonizante gemido de un ser genéticamente dañado” dura poco menos de un minuto y estimula, entre todas las posibles, la imagen de un automóvil de noble mecánica atravesando sin problemas un túnel en la madrugada. “33” son ocho minutos de desconcierto sobre grandes espacios y con pistas de rápida evaporación.

Ya inmerso en este universo, el oyente podrá seguir de largo hasta el final del disco en un estado mental perturbado y con los sentidos en alerta, entre la amenaza de la aniquilación absoluta de la música y la promesa de un nirvana libre de algoritmos. Dije que no había canciones, pero hay tramas y subtramas y un desenlace narrativo que tal vez sólo exista en la imaginación de cada cual.

Retrato años después, de Emiliano Aires & Santiago Bogacz. Relative Pitch Records, 2023.