Harry Belafonte, el cantante, actor y referente en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, murió este martes, a los 96 años, en su domicilio de Manhattan, en el estado de Nueva York, a raíz de una insuficiencia cardíaca. Era hijo de inmigrantes antillanos y había crecido en una esquina pobre de Harlem. Gracias a su voz y talento para conquistar públicos se consolidó en el mundo del espectáculo a mediados del siglo pasado, derribando barreras raciales a su paso.

Se ganaba la vida interpretando clásicos de pop y jazz, y en una de sus presentaciones fue descubierto por un ejecutivo del sello RCA Victor, con el que, en 1952, firmó su primer contrato discográfico. Sólo tres años después, con Calypso (1955), se convertiría en el primer solista en vender un millón de copias de un disco. El álbum disparó la moda de los ritmos caribeños en los hogares estadounidenses, gracias a temas como “Day-O (The Banana Boat Song)” –basado en música tradicional de Jamaica–, “Jump in the Line (Shake, Señora)” o “Matilda”.

Belafonte, que sería conocido como el rey del calypso, ya había ganado un premio Tony en 1954 por su actuación en Broadway, y más tarde sería el primer intérprete negro en ganar un Emmy por su especial televisivo Tonight with Harry Belafonte. Bob Dylan, cuya primera grabación fue tocando la armónica en un disco de Belafonte, dijo una vez que “Harry era el mejor baladista del país y todo el mundo lo sabía. Era ese extraño tipo de personaje que irradia grandeza, y uno tiene la esperanza de que algo de esa grandeza se le pegue”.

Como otras estrellas multitalentosas, dio el salto al cine: en 1957 protagonizó Island in the Sun haciendo pareja con Joan Fontaine luego de que la ley de su país despenalizara las relaciones interraciales en la pantalla. La película estuvo prohibida en varias ciudades del sur de Estados Unidos porque el Ku Klux Klan había amenazado a los dueños de las salas que la exhibieran.

Con el también actor, cantante y activista Paul Robeson como mentor, y siguiendo su máxima de que los artistas deben ser “guardianes de la verdad”, Belafonte se convirtió en confidente del reverendo Martin Luther King Jr. durante las agitadas décadas de los 50 y los 60, y llegó a hablar en su nombre para obtener apoyo político y ayuda económica. King, dijo, lo llevó a “un plano superior de la protesta social”; un concierto en Alabama a beneficio del boicot a los ómnibus con asientos diferenciados por pertenencia racial ayudó a que el reverendo se convirtiera en una figura conocida a nivel nacional. “Tenía conversaciones casi diarias con Martin”, escribió Belafonte en su autobiografía, titulada Mi canción y publicada en 2011. “Me di cuenta de que el movimiento era más importante que cualquier otra cosa”. Mientras tanto, intentaba cambiar la realidad tanto en los escenarios como en los sets de filmación. No se veía como un artista que se había convertido en activista, sino como un activista que casualmente era artista. Y recordaba a su madre diciéndole: “Cuando crezcas, nunca te vayas a acostar por la noche sabiendo que hay algo que podrías haber hecho durante el día para darle un golpe a la injusticia y no lo hiciste”.

Belafonte también mantuvo conversaciones con John F Kennedy, quien lo visitó en su casa de Manhattan y fue quien le aconsejó que hablara con King. “Me impresionó bastante que Kennedy supiera tan poco de la comunidad negra”, dijo a NBC en 2013. “Conocía los titulares de la prensa, pero estaba lejos de conocer en detalle la profundidad de la angustia de la población negra o de cuál era realmente nuestra lucha”. Cuando King fue asesinado, en 1968, ayudó a elegir el traje con el que fue enterrado, se mantuvo junto a Coretta King durante el funeral y continuó manteniendo a esa familia gracias a una póliza de seguro que había contratado junto a King cuando todavía estaba vivo.

En el resto de su existencia tuvo las debilidades de cualquier ser humano. Admitió aventuras extramatrimoniales, haber sido un padre negligente y tener un temperamento que podía asustar, motivado por sus propias inseguridades. “¡Ay del músico que se equivocara en una entrada o el agente que arruinara una reserva!”, reconocería. Se casó tres veces y tuvo cuatro hijos, tres de los cuales se volvieron actores. Una de sus últimas apariciones fue en la película El infiltrado del KKKlan (2018), dirigida por Spike Lee, en la que interpretaba a un veterano líder de los derechos civiles.

Belafonte, Belafonte, Belafonte

La música de Belafonte tuvo un regreso con gloria en 1988 con el estreno de Beetlejuice. La película dirigida por Tim Burton y protagonizada por Michael Keaton, Geena Davis y Alec Baldwin incluía cuatro canciones suyas: “Day-O (The Banana Boat Song)”, “Man Smart, Woman Smarter”, “Sweetheart from Venezuela” y “Jump in the Line (Shake, Señora)”. La primera es utilizada en una de las escenas más recordadas del film, cuando una familia es hipnotizada para bailar y hacer lip-sync del pegadizo tema.