“El micro me lleva y no sé dónde voy, puede ser Uruguay, puede ser Chivilcoy”, canta Luca Prodan en “Banderitas y globos”, una de las primeras canciones que compuso en Sumo y que fue a parar a Corpiños en la madrugada (1983) y luego volverían a grabarla para After chabón (1987), su último disco de estudio. Este tema estaba dedicado al dictador argentino Leopoldo Galtieri y brindaba una panorámica del país con banderitas y globos albicelestes adornando el chovinismo desatado por la guerra de Malvinas. La mención a Uruguay puede asociarse tanto al uso de palabras que le sonaban graciosas (“Morón” y “cucurucho”, por ejemplo) como al vínculo efímero que mantuvo con nuestro país.

Sobre el final de su libro Luca. Un ciego guiando a los ciegos (1993), Carlos Polimeni deja algunas preguntas sin responder: “¿Por qué no se habla de la situación legal de Luca durante sus años en la Argentina, de su calidad de constante turista, algunas veces ilegal, blanqueada por viajes relámpago al exterior (Uruguay), un salir y entrar de uno-dos?”.

De lo que no quedan dudas es sobre su participación en el primer Montevideo Rock el sábado 22 de noviembre de 1986 en la Rural del Prado; son escasos los registros de aquella actuación. “Lo grabó Canal 4 pero nunca aparecieron los rollos. Incluso los estuvimos buscando porque esa noche también tocó Fito Páez, días después del asesinato de la abuela, su tía abuela y la empleada doméstica que trabajaba en la casa. Una de las últimas cosas en que intervine fue para asegurarnos que viniera, cosa que hizo porque se lo recomendó su psicólogo, y acá estrenó ‘Ciudad de pobres corazones’”, comenta Miguel Olivencia, uno de los organizadores de aquel evento.

El productor no estuvo presente en ninguna de las tres fechas del festival ya que se encontraba aquejado por un virus que lo tuvo internado casi una semana. Aun así, supo de alguna andanza de Prodan en el backstage, como su ingreso a los vestuarios con una bolsa llena de peines que regalaba a otros músicos, aclarando que no los necesitaba. Un gesto que repitió cuando subió al escenario y lanzó algunos más a la multitud, con una simpatía que se vio interrumpida cuando en el transcurso de “Crua chan” alguien del público le arrojó una botella. Antes de comenzar con el segundo tema del show (ironía del destino, fue “El reggae de paz y amor”) respondió a la agresión con un “fuck you, pelotudo”, a lo que agregó “¿entendiste, boludo?” durante su transcurso, y tras finalizar la canción remató diciendo: “Me tiro ahí, loco, y te rrrompo”.

Prodan había subido al escenario descalzo, con una máscara rústica que tenía orificios en los ojos y la boca, una remera verde militar, un chaleco negro que se quitaría durante el show, un jogging azul tirando a gris por lo gastado (con visibles agujeros en las rodillas) y una toalla blanca con motivos azules y rojos agarrada del elástico del pantalón. De aquella actuación sobrevive un audio de 20 minutos; una parte lo compartió el fan Nahuel Carriaga en su canal de Youtube y consiste en la transmisión realizada por Radiomundo. Según aquel registro, luego tocaron “Debede”, “Regtest”, “Que me pisen”, una versión salvaje de “El ojo blindado” y “La rubia tarada (Una noche en New York City)”, que prologó con este comentario: “Estamos en un hotel en un barrio que se llama Carrasco y vi muchas rubias taradas, de verdad, vi más que en cualquier otro lado. Por ahí no eran tan taradas, pero parecían”.

Luca Prodan.

Luca Prodan.

Foto: s/d de autor

Sobre su estadía en el hotel Carrasco hay más datos en la entrevista que le realizó el periodista Leonardo Haberkorn en aquella visita y que publicó en su blog El informante. En esa nota, Prodan comenta la disconformidad de otros músicos argentinos con lo “vetusto” de las instalaciones del hotel, por lo que pretendían “cambiar de alojamiento”: “‘Las camas hacen ruido, es medio dark, pero a mí me gusta’, me dijo Luca Prodan. ‘Y no es por no estar acostumbrado a estos lugares. Mis padres tenían guita, si íbamos a un lugar nos quedábamos en hoteles así. Es más lindo mirar el techo y ver esos vitrales en vez de una lamparita de última. Los de GIT se quieren cambiar de cuarto, pero ¿quiénes son? ¡¿Quiénes son?!’”.

A lo Sumo

La influencia del grupo marcó a varias generaciones de artistas uruguayos que reflejaron esa huella con versiones en vivo de sus temas más conocidos, las grabaron o formaron bandas tributo.

Tabaré Rivero es uno de los músicos que vieron el concierto en la Rural del Prado: “Me había conmovido su fuerza, su rareza, sus textos. Creo que el rock argentino, que siempre me había apasionado, se acabó cuando murió Luca, salvando pocas cosas como, por ejemplo, y no es casualidad, Divididos, o Las Pelotas. Con su muerte y la de Miguel Abuelo, el rock argentino sólo resistió un poquito más con los Redondos y luego terminó de morir o de ser asesinado, al igual que en todo el mundo, por la ridiculez de los 80”.

En Chapa, pintura, lifting (2006) La Tabaré incluye una versión de “Crua chan” cantada en español. “Siempre me rompió las pelotas los que viviendo en Sudamérica cantan en inglés, pero Luca fue una excepción, ya que no había vivido ni se había criado por estos lados. Tampoco tengo dominio del inglés ni me interesó jamás tenerlo, pero siempre me esforcé, cuando no había computadoras, por conseguir buenas traducciones de las canciones que escuchaba y descubrí que la letra era excelente. Me pareció una lástima que mucha gente quede sin saber lo que Luca canta ahí, y como quería hacer un tema de esta buenísima banda, le hinqué el diente a eso cantando en castellano”, dice Rivero.

Antes de esa versión de La Tabaré, Peyote Asesino había grabado “El ojo blindado” antecedido por “Gavilán o paloma” (de Rafael Pérez Botija) para su debut discográfico homónimo, aunque no fue la única referencia directa a Sumo. Fernando Santullo lo recuerda: “Ya habíamos sampleado un pedacito de ‘Fuck you’ para ‘L.Mental’, y su otra canción punk que nos gustaba era ‘El ojo blindado’. Peyote siempre tuvo una patita en el punk y el hardcore, entonces ese tema nos pareció una buena elección para los shows. También pensamos en versionar ‘Estallando desde el océano’, pero elegimos ‘El ojo...’ porque era más directa, cruda. Sumo fue una de las bandas que más curtíamos con Juan Campodónico cuando nos juntábamos a escuchar música, a fines de los 80 y comienzos de los 90. La cantidad de referencias que tenía su música la hacía súper atractiva. Tenías la zona reggae, que era grande, pero también tenías funk y punkie. Había mucha experimentación sonora, un bajista increíble y unas melodías maravillosas, además de la voz súper particular de Luca. En el ambiente musical local de entonces, donde parecía dominar cierta solemnidad, lo de Sumo era una patada en los dientes, pero con mucho humor. Junto con Titãs fue una de las influencias más básicas que tuvo Peyote, tanto por el lado del cruce de géneros como por el humor ácido de las letras”.

La banda 3Pecados también grabó “El ojo blindado” (Liu y las dificultades graves en el aprendizaje, 2008) cuando eran un dúo, integrado por Pablo Torres y Pau O’Bianchi, quien la describe como “una versión más palomeada, no tan rockera. Salvo la parte de ‘los dementes’ no entendía qué cantaba porque la escuchaba entre el ruidaje del tema, pero cuando la leí dije: ‘bo, esto es un corazón partido a la mitad mal, ultra romántico’. A Pablito le llamó bastante la atención, pero después, tocando, la fuimos amoldando y se acomodó bien, incluso con el peso de la letra, zarpado. Quedó re balada. No hago otros temas porque soy muy malo con los acordes; al no saber tocar bien, siempre me resultó más fácil deformar. La primera vez que escuché Sumo fue en una fiesta del liceo, que pasaron ‘Que me pisen’; cuando dice ‘yo quiero la mamadera’ pensé ‘qué bizarro esto. ¿Quiénes son?’. Me causó mucha gracia, después algunos amigos lo empezaron a escuchar más profundamente y quedé atrapado en la psicodelia y esa cuestión pospunk”.

Más allá de esta coincidencia en la elección de “El ojo blindado”, “Mañana en el Abasto” es la versión de Sumo más registrada por músicos uruguayos, tras ser grabada por La Sonora del Sur (Haciendo tiempo, 2003), El Club de Tobi (Tobismo, 2011) y Mónica Navarro (Paquetito de tangos, 2007 y Tríptica, 2015).

Navarro destaca que es su grupo favorito: “Fue la banda del apagón. Cuando apareció Sumo se cortó la luz. ‘Mañana en el Abasto’ huele a Buenos Aires, la descripción es una pintura encuadrada por la voz de Luca. Me encanta su simpleza. Los tomates podridos quedaron cuando se cerró el mercado del Abasto, donde ahora está el shopping. ‘Chica pasa con temor’ es cómo andamos nosotras en los lugares públicos a toda hora, con miedo, sobre todo si vas a la escuela a aprender sobre San Martín y se te cruza un señor de lentes oscuros. El subte línea B te lleva a mi barrio en Buenos Aires, conozco ese trayecto y Luca viajaba en esa línea. ‘Y yo me alejo más del suelo, y yo me alejo más del cielo, también’ es la frase que define la canción. Eso pasa cuando bajás las escaleras hacia el subte pero toma otra dimensión, quien ve desde el cielo o desde el subsuelo cuenta las cosas distinto”.

Luca Prodan y Roberto Pettinato en Montevideo Rock, el 22 de noviembre de 1886, en la Rural del Prado.

Luca Prodan y Roberto Pettinato en Montevideo Rock, el 22 de noviembre de 1886, en la Rural del Prado.

Foto: Julio A. López (Yula)

Metainfluencias

Prodan trajo del viejo continente una discografía que hasta entonces no sonaba con frecuencia en el Río de la Plata, fundamentalmente reggae, funk, hardcore, new wave y after punk. En algunos casos las influencias se tornan explícitas, como en “Heroína”, que está notablemente inspirada en “Heroin”, de Velvet Underground, o “No tan distintos”, que posee claras semejanzas con “Know yourself mankind”, de la banda jamaiquina The Gladiators. Su condición de melómano también está reflejada en el disco solista Perdedores hermosos (1997), que recoge grabaciones del período 1981-1983, integrado por versiones de David Bowie, Lou Reed y John Martyn, además de la evocación a Leonard Cohen desde el título del álbum. En algunas ocasiones supo reflejar sus influencias de formas más sutiles, como al comienzo de “La rubia tarada”, donde mediante un diálogo de voces femeninas con el sonido ambiente de un boliche hace una guiñada al inicio del álbum debut de Roxy Music, otro de sus grupos favoritos.

El mapa genético de Sumo también sedujo a otros músicos que se identificaron con los vinilos y casetes que trajo Prodan, como sucede con Fermín Solana, cantante de Hablan por la Espalda: “Sus influencias son las mismas que las nuestras. Sumo es una banda pospunk y me parece más actual que bandas de ahora. Luca llevó un catálogo de música que acá no era popular, incluso la jamaiquina que estuvo cerca del punk, el reggae, el legado del sello Trojan Records, una enciclopedia de la música de allá. En esta región lo que se toma del reggae es la veta más hippie y buena onda que a mí no me llega, pero Sumo hace un estilo más turbio. Ahora encuentro muchas conexiones estéticas a la hora de sentir la música, incluso en la búsqueda del trance”.

En 2020 su banda compartió un simple con la versión de “Mejor no hablar de ciertas cosas”, registrada en vivo durante el lanzamiento del disco Afuera en La Trastienda (2019). “El reflejo de Sumo en Hablan por la Espalda se hizo más explícito en los últimos años y de una elegimos esta canción”, comenta Solana acerca de esta versión que suple el despliegue de saxo del tema original con el groove de una línea de bajo interpretada por Nicolás Demczylo. Otra singularidad de esta versión es un pifie respecto a la lírica original cuando canta “saltando a la mexicana” en vez de “saltando en picada a la mexicana”: “Es parte de la locura del en vivo. La letra es del Indio Solari y la puedo sentir, me gusta cantarla, decirla, creo entender de qué está hablando”.

Pasaron varias décadas desde el fallecimiento de Prodan en 1987, pero su música vive en estas versiones y en la continuidad de su árbol genealógico repartido entre la bandas Las Pelotas, Divididos y Pachuco Cadáver. Aun así, de todas las vigencias, aquella que más importa radica en sus canciones, que mantienen el encanto con el paso del tiempo, a pesar de que no fueron grabadas en las mejores condiciones. Hay algo más que sobrevuela su música, como el aleteo de murciélago que suena durante “El cieguito volador”, cierto aire de verdad, locura y libertad que atraviesa la obra de Sumo. Es verosímil y actual la desolación de “Teléfonos/White trash”, lo melancólico de “Breaking away”, la furia contrarreloj de “Fuck you”, el humor de “Quiero dinero”, la media sonrisa de “Debede”, a lo Ian Dury, como también los puntos de fuga hipnóticos como “Ojos de terciopelo”. Que una experimentación espacial como “Night & day” sea la primera canción del primer álbum de Sumo tiene sentido en esa insularidad que los llevó a abrir la puerta hacia otra dimensión, donde el anfitrión se va para volver.