Mux existe en un vértice que articula lo artificial con lo orgánico y la frescura pop con la experimentación sonora. Sus letras íntimas y a la vez surrealistas se fusionan con un ritmo rabioso que lleva naturalmente al baile. Con secciones instrumentales largas, sus temas evolucionan y toman formas inesperadas. Allí los teclados parecen crear nuevas melodías por sobre el colchón sonoro que generan los demás instrumentos. Este viernes su música llega por primera vez a la sala Zavala Muniz y el grupo promete una noche intensa.

“Ahora que tenemos el espacio y la sala nos vamos a sacar las ganas de probar cosas nuevas”, adelanta Fabrizio Rossi, voz y teclados. Teniendo en cuenta que el público va a estar sentado, a diferencia de muchos de sus shows, quieren hacer un espectáculo más “mutante”. Armaron un guion y plantearán lo que definen como un viaje sonoro, visual y performático. Se buscará que el espectáculo funcione como un continuo, parecido a una obra de teatro.

El show largo incluirá gran parte de su repertorio. La mitad o más de lo que se escuchará serán temas nuevos o del último disco, mientras que la otra mitad recorrerá rarezas y canciones que no suelen tocar en vivo, entre otras. “Uno que ve mucho a Mux se va a encontrar con cosas distintas, y uno que nunca nos vio va a tener un panorama histórico de todas las épocas de la banda”, dice Rossi.

Mux forma parte del colectivo independiente Feel de Agua, que ha cobrado visibilidad en los últimos años como fuente de música nueva y distinta. Acostumbrados a tocar en lugares pequeños como sótanos, bares o casas, últimamente sus artistas tomaron también salas como la Hugo Balzo del Sodre o La Trastienda, hicieron su primer festival conjunto en la Sala del Museo y llevan adelante un ciclo en la sala Lazaroff desde 2021.

Aunque abrazan esta nueva escala en donde pueden tocar para más gente, también se siguen presentando en espacios reducidos. “El público está muy ávido de ir a ver cosas, y nos está apoyando. Podemos hacer una Zavala. Antes ni pensábamos en hacer un toque para 300 personas”, dice Miguel Recalde, guitarra en la banda.

Huellas y etiquetas

En Mux nunca paran de hacer música y se reúnen religiosamente dos veces por semana para ensayar. Su nuevo álbum va a alternar partes cancioneras con otras más abstractas y se proponen que salga este año o a principios del que viene. “El disco se empezó a crear el día en que se terminó el anterior”, explica Recalde. ¿Qué creen que define a la banda? “Una apertura casi infinita”, afirma, “pero que puede salir para cualquier lado. Y eso es increíble, formar parte de un proyecto artístico que no está encapsulado”.

Esta apertura hace que sea difícil encasillarlos dentro de determinado género, pero al referirse a la música que se hace en Feel de Agua, se los suele catalogar como indie. Según cuenta Rossi, dentro del sello han discutido largas horas sobre qué es indie y si es una etiqueta que podría aplicarse a su música. “Para mí es un híbrido de conceptos que a esta altura es muy poco preciso”, apunta.

Dentro del colectivo que integran, Rossi considera que funciona el concepto más primigenio de “indie”: autogestionado, independiente. Pero también ve que hay quienes lo vinculan con la idea de una estética cruda, más cercana al lo fi o la forma de tocar naíf y desprolija. “Capaz la noción de indie se aplica a Feel de Agua, porque si querés hablar de géneros tenés que usar 50: hay folclore, rock, blues, cumbia, música progresiva, ambiental”.

Recalde ofrece otra perspectiva: “En definitiva, no podés dejar de ver que todo eso es la música uruguaya de hoy. Es una especie de folclore de esta época”. Rossi agrega que muchas veces les han preguntado por qué no hacen música uruguaya, en referencia a ritmos como el candombe: “A veces se asocia que el teclado es europeo o la batería es estadounidense; ya pasaron 100 años de eso. Ahora las personas usan las herramientas que tienen para hacer música con su vida y con lo que les pasa. Nosotros tenemos un imaginario uruguayo y fuimos a la escuela con moña”.

De cierta forma, Rossi lo ve como un nacionalismo: buscar un género en el cual se pueda plantar bandera. “Darnauchans hace 45 años hacía música. Ya no es contemporáneo, es parte de la historia de la música. Si tomás a gente así como referencia no estás tomando a Bob Dylan, por más que Darnauchans metía Paco Ibáñez con Bob Dylan, vos estás tomando a Darnauchans”, explica. Si bien lo entiende desde una mirada turística o como vidriera hacia el exterior, para la conversación interna del país considera que “es pobre pensar que la música uruguaya es el folclore, el candombe y la murga”; resalta a músicos más “deformes” como Leo Maslíah o Jorge Lazaroff.

Rossi reivindica el camino independiente que ha tomado Feel de Agua y las facilidades tecnológicas de hoy, que permiten que se conozcan discos que si dependieran del visto bueno de una discográfica nunca hubieran existido. Pero, por otro lado, siente que su postura, más radical respecto al tema, cambió con los años: “He aprendido de amigos y amigas que se toman la música de otra manera, como un medio de vida, y me parece súper respetable. Entiendo que ahí hay oportunidades que tenés que aprovechar. Hay una lógica industrial en la que si no entrás, no vas a vivir de tus canciones”.

En ese sentido, opina que hoy lo genuino también se valora, y que ahora pocos sellos les dicen a los artistas qué tienen que hacer, y priorizan lo que generan en el público: “Hay una cuestión comercial que no necesariamente es negativa. Muchos sellos especulan con la cantidad de gente que te sigue. Si vos hacés una música totalmente disonante y deforme pero tenés 500.000 seguidores, un sello te va a editar”. Hay, por supuesto, otras discusiones sobre cómo la industria “homogeneiza” la forma de escuchar música: “Siempre fue un poco así, y eso hace que siempre haya existido el under”.

Mux, viernes 2 de junio a las 21.00 en la sala Zavala Muniz del teatro Solís. Entradas $ 500 en Abitab, RedPagos y boletería de la sala.