A pocas semanas de que cumpla 80 años –el próximo 16 de julio–, ya no es una novedad que Ruben Rada es el músico más prolífico de la historia de Uruguay, con una treintena de discos firmados con su nombre, sin contar los álbumes que editó junto con diversas bandas (como El Kinto, Tótem y Opa). Por eso, una verdadera noticia es que el disco que acaba de publicar no lo haya editado mucho antes, porque estaba cantado que lo debía hacer más temprano que tarde.
Se titula Candombe con la ayudita de mis amigos –obvia referencia a la canción de The Beatles– y consta de versiones de canciones de otros artistas pasadas por la groovera maquinaria candombera, marca de la casa; varias de ellas, con la compañía de los músicos que las grabaron y compusieron originalmente. Lo más parecido que hizo Rada antes fue Fan: pa’ los amigos (2009), que también tenía versiones de otros, pero llevadas a diversos géneros musicales y sin la ayudita de los autores –pequeño gran detalle–.
El álbum abre con el que fue el primer corte de difusión del disco –publicado en Spotify en 2022–, la versión de “11 y 6”, uno de los tantos himnos de Fito Páez, original del álbum Giros (1985), y en seguida llegan directo al pecho esos tambores, comandados por Fernando Lobo Núñez, que le dan más vida a la cuadradez típicamente ochentera de la base que sostenía a la original del rosarino.
La segunda es nada menos que “El viejo”, de La Vela Puerca –junto con el cantante de la banda, Sebastián Teysera–. Era una elección bastante arriesgada, porque se trata de una de las canciones más populares de la historia de nuestro país –no debe quedar ser humano uruguayo que no la haya escuchado alguna vez–, por lo tanto, todo el mundo la tiene impregnada en la mente, compás por compás, para bien o para mal. Pero la versión de Rada y compañía resulta una de las gemas del álbum, porque la transformaron casi toda, demostrando que, si se le pone cabeza, se le puede encontrar la vuelta a lo de casi siempre. Para empezar, está grabada a un tempo bastante más lento que la original, llevándola a tierra y dándole kilos y kilos de swing –la velocidad suele ser inversamente proporcional al groove, por eso el punk y el metal más rabioso no suelen tenerlo–. Es como si la canción hubiera nacido de una improvisación en plena noche veraniega donde Ansina se cruza con Isla de Flores.
Parte de la gracia de la versión radica en que Gustavo Montemurro –mano derecha musical de Rada desde hace añares– toca el omnipresente leitmotiv de vientos con un acordeón, sumándole al aire palermitano una brisa portuaria, bien montevideana. En definitiva, Rada tomó el ska latino con la etiqueta de Gustavo Santaolalla y lo uruguayizó, en el buen sentido del término. Otro acierto que refresca la canción es una de las típicas radeces: entre los versos un coro canta “vamo’ La Vela,/ vamo’ La Vela, va;/ un vino pa’ entibiar”, que al leerlo puede parecer una pavada, pero no a caballo de una melodía envidiablemente pegadiza.
El músico cubano Pablo Milanés –fallecido en noviembre de 2022– fue el encargado de acompañar con su voz a Rada al inicio de su himno “El breve espacio en que no estás”, que mantiene intacta la melancolía de la original, impregnada en su melodía –y su letra–, y se potencia cuando ambas voces se abrazan para ser una sola.
Lado B
Candombe con la ayudita de mis amigos es una rareza para los tiempos que corren, pero por una razón ajena a su música: Montevideo Music Group, por ahora, lo editó solamente en formato vinilo –sí, como si fuera 1969–. La idea del sello es ir lanzando de a poco las canciones en Spotify –ya hay tres disponibles– hasta que después sea publicado en CD y en plataformas digitales por completo, con más canciones. El flamante vinilo trae diez –cinco de cada lado, claro– y la versión extendida contendrá 16.
Entre las extras está “Angelitos negros”, el poema del venezolano Eloy Blanco con música de Manuel Álvarez Rentería, que grabó medio mundo (como Los Olimareños) y que, básicamente, critica que la simbología cristiana discrimine a los negros: “Pintor que pintas iglesias,/ pintas angelitos bellos,/ pero nunca te acordaste/ de pintar un ángel negro”.
Entre las canciones que encontramos en el segundo lado del vinilo está “El tiempo está después”, de Fernando Cabrera, a dúo con el mismísimo cantautor. Es un ejercicio interesante, porque los cimientos candomberos le dan una inyección de alegría a la melodía melancólica, pero es un doble filo, porque por momentos parece nostálgica al cuadrado. En el medio, sin que nadie lo pueda esperar, la canción nos da una patada en el pecho, cuando –manteniendo la base de candombe– cambia a “Te abracé en la noche” –otra del bardo de Paso Molino–, que evidentemente es una canción que obsesiona a Rada, porque en su disco Bailongo (2007) ya había incluido dos versiones (una, con Cabrera). La mezcla de ambas canciones es una sobredosis emotiva no apta para cualquiera, pero al que le calce esa sensibilidad le sobrarán motivos para disfrutarla.
El vinilo cierra con “¿Y cómo es él?”, himno de José Luis Perales, pero no con el cantautor español, sino sólo con Rada, que demuestra una vez más que cuando se calza el traje de intérprete no tiene competencia. A su vez, todo el disco prueba que el candombe es igual de necesario que el agua potable y que se debería redactar una ley para que se produzca más material así. ¿Cuántos candombes quiso oír Rada interpretados por Gardel, pero la cosa no pudo ser? Por suerte, podemos escuchar varios por don Ruben –y sus amigos–.
Candombe con la ayudita de mis amigos, de Ruben Rada. Montevideo Music Group, 2023. Por ahora, sólo en formato vinilo.