Varios colectivos se mantuvieron en vilo durante el miércoles mientras el Consejo Directivo Central (Codicen) anunciaba y luego corregía fechas para las vacaciones de invierno, modificando el inicio, la duración y hasta el formato, debido al aumento de casos e internaciones por enfermedades respiratorias. Las familias seguían las noticias con atención, ya que cada cambio implicaba operativas diferentes para combinar el trabajo con el cuidado de los niños, pero no eran los únicos con genuina preocupación.

Las vacaciones de julio han sido una zafra tradicional para los espectáculos infantiles en vivo, particularmente obras de teatro, musicales o combinaciones de estas. Para sus organizadores, implica la reserva de salas con mucho tiempo de anticipación, multiplicando funciones los días en los que no se dictan clases.

Ante los cambios abruptos anunciados por las autoridades de la educación, no tardaron en aparecer reacciones en las redes sociales. Uruguay es Música, que nuclea a productores, mánagers, salas privadas y gestores culturales, difundió un comunicado expresando preocupación por “la calidad sorpresiva” de la medida, que no permite reprogramar por falta de fechas o de agenda en el caso de artistas extranjeros: “El perjuicio es muy relevante. Solicitamos al Gobierno un espacio de diálogo urgente para evaluar medidas concretas de apoyo al sector por las indeseadas consecuencias de esta medida inconsulta, que no objetamos, pero que afecta de lleno a un sector que ya en pandemia perdió buena parte de su capacidad de resistencia”.

También hubo manifestaciones puntuales. El escritor y músico Roy Berocay, que presenta un nuevo show de Ruperto Rocanrol en la sala Zitarrosa, dijo en sus cuentas que era “preocupante” la “ligereza” con la que se habló del tema: “Hay cientos de personas, músicos, actores, técnicos de todo tipo que hace meses tienen fechas en salas y entradas vendidas y vienen trabajando para esos días. Hay que tener criterios, estudiar bien las cosas y no improvisar. No son sólo unas fechas en el almanaque”.

“Lo mismo con todos esos padres que no tienen quién cuide a sus niños. Sólo unos pocos pueden teletrabajar. Un poco de sentido común, por favor”. Definió como “de terror el nivel de improvisación” y en sucesivos posteos expresó que “si hay una emergencia deberían darse datos que nunca se dieron”. “Lo que decía y sostengo es que estaba bien y en ese caso dar tres semanas. Lo que discrepo es correr y dejar una semana afuera, con todo lo que eso implica cuando todo estaba fijado desde comienzos del año”. Y aclaró que Ruperto se presentará en las fechas previstas, con posibles cambios de horario.

Otro que se manifestó fue el músico Martín Buscaglia, integrante de Cantacuentos, quien publicó un video en Instagram acompañado del texto “Vacaciones en Uruguay. Chapucería. Pánico infundado e infundido. Maniobras de distracción. Adultocracia. Improvisación sin swing. Los niños en el horno. Los artistas ídem. Tétrico déjà vu”.

Allí dijo, entre otras cosas, que conoce casos de maestras que tienen viajes planeados y de niños que quedarán solos porque sus padres tienen que trabajar. Finalmente, se refirió a los artistas: “Estamos laburando hace meses para las vacaciones de julio estipuladas hace tiempo. Ahora trastocando todo, haciendo malabares para rearmar y comunicar lo que sea que se pueda hacer. Qué desastre. ¿Y todo por qué? Por un pánico infundado generado por la gerontodirigencia de la salud y la educación, a nivel gubernamental y también gremial”.

En primera persona

María Rosa Oña, autora de Los cuentos de Juanita Jalea, comentó a la diaria cómo vivió ese miércoles tan cambiante. “No sólo se trata de correr el estreno; la mayoría de los actores y las actrices tienen otros laburos, y en vacaciones de julio se piden esas semanas en el trabajo por menos horario o para no trabajar, y lo arreglan con mucho tiempo de antemano. Así que fue salir a ver si podíamos lograr que todas las actrices pudieran estar en el tiempo que iban a ser las vacaciones. Que no sabíamos a ciencia cierta si iban a volver a cambiar”.

“Cuando vimos que más o menos se podía arreglar, hubo que ver si el teatro nos podía cambiar la sala. Tuvimos suerte de que el teatro Victoria nos dejó hacer los cambios”, agregó. “Y después, salir a cambiar la venta de las entradas. Fueron unas cuantas horas de sentarse y ver cómo rearmábamos todo”. La obra está compuesta por dos cuentos de humor que de paso ponen de manifiesto la integración familiar del mundo de hoy. “No sé si se habrá mostrado alguna vez una familia de dos mamás en el teatro. Sin hacer hincapié en eso, sino en lo lúdica que es la obra para los niños”.

Por su parte, Héctor Guido, director de El Galpón, dio una visión más amplia de lo ocurrido. “El repliegue del Estado y no hacerse responsable de las consecuencias que traen determinados problemas es absolutamente coherente con la ideología de este gobierno. Atienden un tema sanitario y en los otros, arreglate como puedas. Obviamente que el tema sanitario uno lo pone como prioridad, más allá de una falta de previsión absoluta en todos los temas; por eso se les cae el rancho por todos lados”.