Todo en la cabeza de Facundo Balta parece ligado a la música. Mientras avanza una respuesta, su oído atento reconoce la fórmula del brasileño Djavan, que suena de fondo en el bar de una esquina del Centro en el que conversamos. La canción se llama “Disfarça e Chora” y también forma parte de la playlist que lleva en su teléfono. No se separa de sus auriculares cuando sale de su casa y se reconoce como un melómano que disfruta una variedad de géneros.

Tiene otro amor, no menos intenso, pero casi igual de antiguo: el básquetbol. Jugó en Atenas y puede contar con detalle la actualidad de las finales de la NBA. A los 13 años tuvo que elegir entre llegar a tiempo a una práctica del club de las alas negras o a un ensayo en la escuela de música donde estudió trompeta desde los siete a los diecisiete años.

Optó por la segunda, aunque todavía piensa que podría jugar en un equipo de la liga universitaria. “En ese momento mezclaba el deporte y mis estudios, con un fanatismo extremo por el movimiento hip hop, y ahí fue cuando empecé a hacer beats en la computadora”, recuerda. “Escuchaba, por ejemplo, un fragmento de una obra de Brahms, lo buscaba en internet y lo convertía en un beat”, dice. Del célebre compositor alemán, al que llegó por sus clases de piano, puede saltar al rapero angelino Kendrick Lamar y su LP To pimp a butterfly para hablar de las obras que marcaron sus 22 años de vida: “En mi época del liceo lo gasté mal. Es un disco conceptual de hip hop que fusiona funk y jazz, sumamente político, pero al mismo tiempo, comercial”. Y se la juega: “Para mí es una obra maestra”.

Entre 2020 y 2022, Facundo lanzó tres discos como solista: Baltástico Full Time, Y después no hablamos más, Cuando me mires. Jorge Drexler quedó fascinado con su swing y lo invitó a cantar en su último concierto en el Antel Arena; luego recibió otro convite de No Te Va Gustar para sumarse a una gira del grupo, otro de Julieta Rada, y el mismísimo Ruben Rada le hizo saber de su admiración.

No parece para nada nervioso antes de su primer show del viernes en La Trastienda, en el que se presentará con nueve músicos e invitados como Luana, Martín Ibarburu y Matías Rada. Hijo de dos cantantes, compositores y destacadas figuras del candombe y el carnaval –Gustavo Balta y Rosario Charo Martínez–, Facundo se acostumbró desde muy pequeño a las horas de ensayo y a las multitudes expectantes en el Teatro de Verano. Fue figura máxima del Carnaval de las Promesas, y solista y arreglador en los fulgurantes parodistas Zíngaros del carnaval mayor.

“Mi plan original era tocar la trompeta en la Filarmónica y vivir de eso”, confiesa sobre los años en donde prefería no mostrar sus canciones y mucho menos su voz: “Discutía con mi padre porque yo le decía que quería sacar mi música sin mostrar mi rostro y con un nombre de fantasía. Tener dos padres cantantes es difícil. Tenía mucho material, pero era medio inseguro, hasta que un día dije: ‘si no canto soy un boludo’. Porque hoy, si tengo que elegir un instrumento, es la voz, antes que el piano o cualquier otro”, dice.

Por fin, acompañado de su guitarra, se animó a cantar una de sus propias melodías en un ensayo de carnaval. No eran más de 20 y uno de sus amigos lo alentó, entusiasmado con el estreno. “Después, cada vez que nos juntábamos, me pedían que la volviera a cantar”, recuerda. “Tenía mucho pudor de mostrarle el tema a mis padres, pero después solté”.

De su padre dice haber aprendido sobre el negocio de la música, y de su madre, sobre composición y arreglos. En su último trabajo, Cuando me mires, Facundo incluyó “Lágrima”, una de las canciones que mejor representa su estilo y sus raíces: “Habla de Lágrima Ríos, y la escribí bajo la misma premisa que el ‘El cantante’, de Rubén Blades. Esa historia de un artista que se sube al escenario para cumplir y ser el mejor, pero cuando se baja la historia es muy diferente. En una época en donde ser afro y mujer –como hoy– era muy difícil, Lágrima se subía al escenario y era maravillosa, pero cuando bajaba sufría de un gran maltrato”, dice. “Pero la verdad es que esa canción también la escribí para mi madre. Pasó por una época bastante complicada. Le pasaban mil cosas y sufría mucho, pero mientras tanto estaba metida en el teatro independiente y en el carnaval, y yo la acompañaba a sus ensayos. Ese era su norte. Cuando estaba arriba del escenario se convertía en Charo Martínez, y la gente moría con sus canciones, la aplaudía, y además recibía premios. ‘Lágrima’ es un tema que abraza la pena e invita a no escaparle a esas cosas que también son parte de la vida del artista”.

Su próximo disco tendrá “una onda muy urbana y soulera” y un sonido que define como “afrobeat uruguayo”. Como un sueño, se imagina protagonizando su propio Antel Arena, o un Gran Rex, en Buenos Aires. “Quiero girar y conocer”, dice. Los premios, afirma, no le llaman la atención: “Mi plan es lograr que la música sea mi trabajo, para que el día de mañana pueda decir: ‘quiero grabar un octeto de cuerdas para tal tema’, o llamar a un músico groso para hacer un dúo cuando yo quiera. Más que ir a Los Ángeles, lo que me ilusiona es poder compartir momentos con otros músicos. Mi sueño es lo más trap que pueda existir, comprarle una casa a mi madre y girar con mi música. Porque el resto ya lo tengo. Yo me subo al escenario y soy feliz, no preciso otra cosa”.

Facundo Balta, Presentación oficial. Viernes 9 a las 21.00 en La Trastienda (Daniel Fernández Crespo 1763) Entradas a $ 600 y $ 700 en Abitab.