Este viernes falleció Cristina Morán, “la primera mujer de la televisión uruguaya”. Figura ineludible de los comienzos de ese medio de comunicación en nuestro país, también desarrolló una trayectoria destacada en teatro y radio. Tenía 93 años.

Su verdadero nombre era Iris Fariña Romano y había nacido en Montevideo en 1930. Se crio en el barrio de la Aguada y a los 17 años fue seleccionada entre más de 100 postulantes para el puesto de locutora en Radio Carve. Ocho años más tarde, cuando Canal 10 inició sus transmisiones a fines de 1956, el suyo fue el primer rostro femenino en aparecer en pantalla.

“En la época en la que nosotros comenzamos en los galpones de Canal 10 decíamos ‘la cámara te quiere o no te quiere’. Y en realidad, tal vez sin saberlo, nos estábamos refiriendo al público que está del otro lado, en su casa”, dijo en conversación con la diaria en 2020 a propósito del estreno de Alelí, la película dirigida por Leticia Jorge. “La lente es como un ojo que entra por todos lados, por todos los vericuetos, y si estás pendiente de eso, vas a cuidar muchas cosas o vas ser sincero como hay que ser. En mis errores y mis aciertos, siempre fui yo”.

Recordó que cuando le dijeron que tenía que ir a la televisión lloró porque venía de la radio, donde todo era leído. Y llegó el consejo de Raúl Fontaina: “Sé tú. Si tienes que reír, ríe, si tienes que llorar, llora. No te almidones, porque los almidonados quedarán por el camino”.

“La entrega tiene que ser total. No entiendo las entregas a medias. Después, lo que te pase, si te aporrean, te desilusionás, si te vas a un rincón o te agarrás de tu almohada a llorar, si te clavaron un puñal por la espalda, eso ya no pasa por ti, sino por quien te hizo eso. La entrega tiene que ser total y si no, no es entrega. En el amor, en la amistad, en el diario vivir. Eso es lo que aprendí en mi hogar y a lo largo de toda mi vida”.

En aquella charla también habló de su vida personal. “Tuve un matrimonio que duró muy poco, 20 meses. Cuando me separé, Carmencita tenía dos meses. Quiere decir que yo no rompí nada, la relación se rompió porque se rompió. Y luego me dediqué a trabajar, y mientras estuvieron papá y mamá, los abuelos de la nena, me ayudaron a criarla. Cuando ellos no estuvieron, mi responsabilidad fue mayor. Me propuse ser una madre presente y lo fui”.

“No dejé nada de lado por mi profesión. Hubo una entrega muy grande, no sabíamos de horarios, tenías que estar donde estaba la noticia, pero sin descuidar mis deberes de madre y también de hija. Fue lindo. La verdad es que no me arrepiento de nada, y no hago balances. Ya está, ya pasó. Ayer no, no quiero saber nada. ¿Qué vas a hacer, amargarte? Prefiero el ahora, el hoy”.

Morán condujo Domingos continuados durante dos décadas y fue parte de El show del mediodía en sus primeras etapas. Pasó por el teatro, y este siglo tuvo incursiones televisivas en ficciones como Hogar dulce hogar y Porque te quiero así, además del ciclo periodístico Los especiales de Cristina Morán. En cine, además de la mencionada Alelí, se la pudo ver en 2022 en Julio, felices por siempre de Juan Manuel Solé.

“Una de las mayores virtudes que podemos tener como seres humanos es ser agradecidos”, dijo en una charla publicada a principios de este año en la revista Lento. “Yo me considero una mujer agradecida. Y a ese público que va, sortea cosas, deja cosas para ir a verte al teatro y se entrega... porque tú te das cuenta cuando el espectador está entregado y te das cuenta cuando no está entregado, cuando anda volando su cabecita. A mí me gusta hablarle a la gente cuando terminamos la función, porque la gente tiene que saber que nosotros también somos seres humanos que sentimos, que sufrimos, que amamos, que lloramos, que reímos y que estamos dando todo ahí arriba o al ras del piso, como sea el escenario”.

Siempre se consideró transgresora. “Desde chiquita fui así. Cuando empecé a fumar y fumaba caminando por la calle era una transgresora. Haberme divorciado con mi hija de dos meses, en el año 1963... Era muy mal mirada la mujer que se divorciaba. Además, las amigas te decían ‘qué suerte, te podés ir a vivir sola’. ¿Qué sola? Me fui a vivir con mis viejos. Fui una transgresora, pero no porque quise: era así y soy así. Y no es que lo piense o que lo sepa: soy así”, reflexionó en esa misma entrevista.

“Soy una mujer muy feliz”, agregó. “Soy una mujer realizada y no necesito más que lo que tengo. Tengo esta casa, tengo la de El Pinar y punto. No necesito más nada. Hago teatro, que es lo que me gusta. Hoy lo hablaba con un taxista. Y yo le decía: ‘¿Vos te creés que yo hago teatro para ganar dinero?’. Nosotros somos pobres. Los artistas independientes somos los más mal pagos. Vivimos de la cantidad de público, de cómo se organiza la cooperativa”. “A mí me gusta eso y soy feliz. Y creo que mi longevidad tiene que ver con eso y con aprovechar todas las cosas de la vida. Porque estamos rodeados de cosas positivas que te da la vida para agarrarse y para disfrutarlas”.