La anécdota es del sobrino del escritor de literatura infantil y juvenil Ricardo Alcántara y tiene que ver con la lectura del último libro de su tío: Fuego rojo, fuego blanco (2023, Santillana). Un libro que trata sobre los vínculos interpersonales, particularmente una situación de acoso escolar en la escuela primaria y Alondra, una maestra suplente. Pero volviendo a la frase que da pie a esta nota, ¿cómo hizo ese sobrino para reconocer a su tío a través de su literatura? O, en realidad, ¿qué fue lo que su sobrino extrañó y lo llevó a decir “no sos tú en este libro”?

Es que quizás sin saberlo de manera consciente o explícita, ya que el sobrino tiene poca edad, el niño pudo distinguir que Ricardo Alcántara, que es estrictamente tuteante, no se inclinó por esos usos en este libro. Si bien Alcántara es un escritor uruguayo, desde la década de 1980 vive en España, donde adquirió la norma del español europeo. Si bien ya nos tenía acostumbrados a los usos tuteantes en la saga más conocida que llegó a nuestro país, la del oso Óscar, en este nuevo libro prefiere las formas voseantes para sus personajes. Nos podemos preguntar el porqué de este cambio, y la respuesta tiene que ver con cómo nos identificamos lingüísticamente según las edades. Este libro publicado en Uruguay, a diferencia de los otros, está destinado a lectores más grandes que utilizan habitualmente formas voseantes (se observa, además, una tendencia de usos del tuteo con los más pequeños). Y esto no es poca cosa, ya que para lograr incluso la empatía con el tema tratado (y tan particular en nuestros días) es necesario que haya cierta identificación con los personajes que permita situarse muy cerca a ellos mediante la manera de hablar que nos caracteriza, en este caso la variedad del español en Uruguay que utiliza el voseo.

Klaus Bochmann en su más reciente libro, Lenguaje, poder y política (2023), señala que la lengua es vista como un rasgo distintivo por el que el individuo y el grupo se expresan y se reconocen como parte del mismo grupo; es un rasgo físico y mental, y, como tal, interpretado por los propios hablantes y por los demás con calificativos que valen para lo físico, como lindo, agradable, sonoro, duro al oído, etcétera. La maestra suplente del grupo en el libro de Alcántara utiliza en las primeras comunicaciones con sus alumnos algunas formas tuteantes, pero lentamente, a medida que ella se adentra en la historia y toma decisiones importantes para tratar esta situación complicada de relacionamiento, prefiere las formas voseantes. ¿Será esto un camino hacia la intimidad de la historia y, también, de sus alumnos? A continuación vemos algunos ejemplos cuando se dirige a ellos.

- ¿Tú creés que sos fea, tal como escribieron aquí? (página 19)
- ¿Tú le quitaste los dientes a algún conejo? (página 22)
- ¿Cómo te llamás? (página 24)
- Si no te levantás hora mismo, a la vuelta te voy a sacar de clase (página 38)

Si nos movemos de lo estrictamente literario, podemos traer a colación una anécdota diferente en esto de identificarnos como hablantes y nuestras preferencias lingüísticas. En Rocha capital, no hace mucho, los habitantes hicieron reemplazar las propagandas de los carteles de las calles que tenían textos voseantes. Bochmann (2023: 52) expresa que “en realidad todas las instancias de socialización son a la vez agencias político-lingüísticas, dado que toda socialización tiene lugar a través del lenguaje –esto es casi un lugar común– y el resultado mismo de la socialización depende de las formas y los significados lingüísticos así como de los patrones de comportamiento lingüístico que uno haya hecho suyos”.

El autor prosigue argumentando que en cuanto al lenguaje el efecto del aspecto político que conlleva no reside sólo en los contenidos, sino también en la “puesta en escena” de los temas. Lo primero que salta a la vista es ciertamente la denominación ideológicamente motivada de los objetos, el entretejido argumentativo de los topoi1 y las preferencias y referencias de los vínculos entre fundamentaciones. Menos llamativas, y sin embargo relevantes para las estrategias político-lingüísticas, son las formas, por decirlo así, “normales” en el discurso, a las que uno a primera vista no les atribuiría funciones político-lingüísticas: formas de tratamiento, deixis personal y pronominalización, formas de gradación, modalidad y uso de los tiempos, etcétera, así como procedimientos de manifestación de consenso y disenso, de valorización y desvalorización lingüísticas, de expresión de la solidaridad, etcétera, en la medida en que sean de naturaleza serial. Es así que nuestros ejemplos merecen atención.

Este año, cuando tuve la oportunidad de expresarle directamente estos temas al escritor con el que comenzamos esta nota, él se mostró interesado sobre las apreciaciones que yo le realizaba en cuanto a los usos de las formas de tratamiento (tuteo, voseo) en el análisis de mi lectura, que daban explicación a la acotación de su sobrino y que fueron temas que se trataron con el proceso editorial, pensando en el público destinatario. Su sobrino, sin darse cuenta, resultó ser el mejor evaluador de los cambios efectuados y de las características que hacen diferente a nuestra variedad del español.

Referencias

  • Alcántara, Ricardo (2023), Fuego rojo, fuego blanco, Montevideo: Santillana.
  • Bochmann, Klaus (2023), Lenguaje, poder y política, Buenos Aires: BC.

  1. Arquetipos culturales.