Fabricio Berti no está seguro de conservar su trazo más fino. Los dibujos de su exposición Cauce (2019) son postales inspiradas en un viaje a Japón en las que predominan los árboles y sus personajes –un oso, un gato, una mujer samurái y un monje en su camino del héroe– combaten, o juegan, con fuerzas de la naturaleza y sus propios fantasmas.

Mientras pasa las hojas de una prolija carpeta, el artista uruguayo deja saber que su gran pasión sigue siendo la música. Luego de experimentar con el hardcore, una religión que todavía predica, Berti se enamoró de la música de sintetizadores y grabó dos discos barrocos y bailables bajo el nombre de Cacciatore, Universal Preyhunter (2006) y Unificar (2012). Más acá en el tiempo, junto a Nicolás Demczylo apostó a lo rarísimo con el proyecto psicodélico Turú Dorōm (2021).

“De repente, con 44 años, llego y me digo: ‘¿Dónde estoy?’”, confiesa, rodeado de teclados, samples y paneles de madera, en su casa-estudio de grabación. Berti dice que nunca terminó de encajar en ninguna movida (“no estoy en el indie, tampoco en el rock o en la electrónica”) y, entonces, inventó la suya. “Si me ha costado es por mi forma de ser, porque no tengo esa cosa de llegar a un lugar y decir: ‘Bueno, acá estoy yo’”, reconoce.

“Capaz que en vivo puedo ser bastante histriónico, pero dentro del caparazón me siento un poco perdido. Para mí ha sido un desafío traspasar esas capas de miedo, de inseguridades, y confiar en lo que hago”, asegura.

Foto del artículo 'Cacciatore lanza una revolución de sintetizadores y filosofía taoísta'

Foto: Ernesto Ryan

Las canciones de Cacciatore todavía son el secreto mejor guardado de la música uruguaya. El tercer álbum de su proyecto más personal, El sueño despierta (2024), suena a “una especie de híbrido entre música electrónica y pop”, según su propia definición, y su música podría ubicarse en los márgenes del dream y el synth pop. El álbum, además, brilla por la calidad de sus arreglos y por la poesía concisa de sus textos, en historias de un universo recién desenvuelto.

Tal como se ve en el videoclip de “Contraviento”, el hombre carga un paracaídas y camina en un paisaje de apariencia distópica, onírica o de fácil acceso, según quién conecte con la narración. “Busco un lugar / refugio del viento / Busco un lugar / en lo que siento / Te vi avanzar / en contra del viento”, se escucha al cantante, a través de un efecto de eco.

Con El sueño despierta, que comenzó a tomar forma durante la pandemia, Berti da un paso adelante hacia el profesionalismo de su carrera musical. Acostumbrado a hacerse cargo de todo, desde la elección de los micrófonos para grabar las voces, pasando por el diseño sonoro de cada pista y hasta la portada del álbum, el cantante y compositor valora altamente la participación en este álbum de su amigo Demczylo, responsable de la producción del reciente lanzamiento.

“Mi tendencia más bajonera es: ‘¿Para qué hago todo esto? Mejor me quedo en casa haciendo música para mí’”, cuenta, al tiempo que en su modo más optimista fue que optó por grabar un disco orgánico y analógico en el que conviven sus bases de sintetizadores con la batería de Emiliano Aquino y el piano de Juan Branaa, entre los muchos músicos invitados. “Tocar con una banda te da otra dimensión de la experiencia y también otra confianza”, dice.

“No importa si lo que hago les llega a diez personas, siento que tengo que estar parado en el lugar de hacer mi música con honestidad y con muchas horas de trabajo para alcanzar cierto nivel. En ese sentido, fui muy crítico con mis trabajos anteriores y este disco realmente me encanta”, confiesa Berti, que en los últimos años se dedicó a estudiar composición y armonía.

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Foto: Ernesto Ryan

Meditación y pop

Si tuviera que quedarse con una de las 11 canciones del disco, su autor elige “Donde la duna va”: “Ese tema nace de una experiencia increíble en Piria. Me sentía muy bien, era un momento de mucha meditación”, cuenta el músico, que practica la filosofía taoísta.

“Esta canción salió diferente al resto. Tiré unos acordes y se fue desplegando muy ordenadamente. Lo que plantea el tema es: ‘Dejate vencer, dejá de luchar’, como una cosa de una entrega que antes quizá la conectaba más con una filosofía de sol, eso de ‘Vos podés con todo’. Esto viene de otro lugar”, explica. “También habla de no dejarse vencer, pero con otro sentido. Cuando te encontrás a vos mismo, de alguna manera te entregás y dejás a un lado las ideas, la mente, lo preconcebido y lo que creemos. Dejar todo también significa dejarte perder, permitirte estar en la peor de todas, porque la verdad es que en los peores momentos es cuando empezás a entender de qué va todo, de qué vas vos mismo”.

Casi al final del disco, la ciudad canaria de Santa Lucía aparece entre los relatos de apariencia fantástica, como una pista hacia la lucidez o el terreno firme de la memoria local: “El disco también tiene una cuestión muy genealógica, que es algo que hasta ahora no había probado en mi música de manera tan directa”, cuenta el artista. “Esa canción, ‘Todo lo que late’, fue la última que terminamos de armar. Vine al estudio, estuve un rato con el teclado y empecé a recordar mi infancia en Santa Lucía. Me vinieron imágenes de veranos con tábanos y ese calor insoportable que hacía que me tirara en el piso de mi casa que era bien fresquito. Esa sensación de frío también me transportó al lugar de observador que tenía en ese momento”, relata. “Tirado en esas baldosas podía entender todas las cosas del mundo”.

Cacciatore presenta El sueño despierta. Jueves a las 21.00 en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional Adela Reta (Andes esquina Mercedes). Entradas a $ 650 en Tickantel. Comunidad la diaria 2x1.