En 2019 el director Todd Phillips, conocido por la trilogía de comedias ¿Qué pasó ayer?, estrenó una película protagonizada por Joaquin Phoenix que parecía estar destinada al mayor de los fracasos. Phoenix interpretaba al Joker (el Guasón), uno de los villanos más famosos de las historietas de superhéroes y molestia permanente de Batman desde su creación en 1940, menos de un año después del debut del hombre murciélago.
Si bien el personaje sufrió numerosos cambios desde entonces, tanto en los títulos editados por DC Comics como en las diferentes adaptaciones televisivas y cinematográficas, casi siempre lo habíamos visto como una figura enigmática, un payaso criminal de origen desconocido capaz de sembrar el caos en Gotham City a como diera lugar, con el objetivo principal de arruinarle la vida a su archienemigo.
Guasón (Joker), la película de Todd Phillips, tiró por la ventana esa idea que el gran público y el público comiquero tenían del personaje. El director ignoró a Batman (Bruce Wayne es un niño) y despejó cualquier duda acerca del origen del villano. Aquí Phoenix era Arthur Fleck, un comediante de mala muerte que, empujado por las circunstancias y por una ciudad incapaz de lidiar con los desechos humanos que creaba, se convertía en símbolo de miles de indignados, después de matar a tres empresarios.
Subida a babuchas de Scorsese, la pareja Phillips-Phoenix presentaba una historia difícil, en la que simpatía y empatía estaban en constante pugna, y que terminaba con el descenso de Fleck a los infiernos y la adopción de su figura por parte de una parte de la sociedad capaz que aferrarse a un monstruo si las circunstancias los empujan.
La película partió aguas y dio lugar a interpretaciones olvidables, pero también recaudó más de 15 veces su presupuesto, ganó el León de Oro en Venecia y dos premios de la Academia, incluido el Oscar a Mejor actor para Phoenix. En pleno remolino creativo y económico de las películas de DC Comics, las posibilidades de una secuela tendían a 1. Cinco años después, Phillips-Phoenix se despacharon con otra película difícil, más desafiante que la anterior, pero donde la suma de las partes termina siendo bastante menos que el total, por su falta de articulación.
Queda bastante claro que Guasón 2: Folie à Deux (Joker: Folie à Deux) es reflejo y consecuencia de su antecesora. Transcurre luego de los acontecimientos de la primera, pero también es una reacción a lo que ocurrió con ella. Y en ese sentido, se pasa 138 minutos como esas bandas que sacan un primer disco exitoso y dudan si repetir la fórmula o tomar un rumbo diferente. Aquí la película no termina de decidirse y el resultado queda a mitad de camino.
Se rumoreaba que Guasón 2 sería un musical, y aunque Phillips lo negó, hay tantas referencias a los musicales como las había a Scorsese en la anterior. Joker había incluido escenas salidas de la imaginación del protagonista, lo que habilitaba ahora la posibilidad de presentar cuadros musicales directamente desde esa mente arruinada, si es que se optaba por escapar a la suspensión del descreimiento de los musicales en general. La suma de Lady Gaga en el papel de Harley Quinn (amante tóxica del Joker en la animación y las historietas) permitía que este costado de la historia estuviera bien representado.
Sin embargo, la relación de ambos personajes está poco desarrollada, porque además de ser una historia de amor loco (amour fou) es un montón de cosas más. Es una historia del impacto mediático de las acciones de Arthur Fleck: se escribieron libros sobre sus crímenes, todos quieren sus declaraciones, e incluso se realizó un telefilm al que se refiere en varias ocasiones sin mostrar un solo frame.
Su juicio, el primero televisado en Gotham, también es problemático. Por momentos parece el difamado final de Seinfeld, en el que personajes del pasado regresaban para declarar contra el cuarteto protagonista. Aquí, personajes de Joker quedan en el fuego cruzado de dos abogados que buscan determinar si Fleck tiene o no un trastorno de personalidad. Esta interrogante arrastra el grueso del film y el dictamen no aporta nada a lo visto en una película que era bastante directa en cuanto a que un “veredicto” psiquiátrico era el menor de los problemas.
Y aun así, en esta película extraña el juicio incluye un momento desgarrador en el que Gary, excompañero de Fleck que también tuvo una escena inolvidable en la anterior, llora y le dice en la cara que era la única persona que no se burlaba de su estatura. Porque Guasón 2 también salpica buenos momentos, como algunos de los números musicales, la compleja relación con su carcelero (Brendan Gleeson) y casi todo lo que hace Joaquin Phoenix, más allá de si cuadra narrativamente con lo que hizo algunos minutos antes.
La verdadera doble personalidad no es la de Fleck, sino la de Phillips, en constante amor/odio con el éxito de su película anterior, que lo obligó a volver a una historia que había cerrado cinco años antes. Si su idea era aprovechar el cheque en blanco del éxito para tomar decisiones jugadas (como empezar con un simpático cortometraje animado), también se quedó a medias. Aquí todos están obsesionados con “ver al verdadero Guasón”, y lo que nunca termina de verse es el verdadero Guasón 2... si es que realmente existe.
Guasón 2: Folie à Deux. 138 minutos. En cines.