“Me despierto con los gritos de Julieta intentando derribar la puerta de mi casa junto con la policía. No entendía qué estaba pasando, estaba consciente, pero mi cuerpo no respondía, incluso mi lengua estaba paralizada; me era imposible decir una palabra”. Así arranca uno de los episodios más populares del podcast audiovisual Las pibas dicen. La modelo de pasarelas Ana Paula Dutil es la narradora de su propia vida y, mientras escuchamos su voz, el trazo firme y sereno de la ilustradora Fernanda Cohen dibuja a una mujer de pies a cabeza, justo antes de adoptar una posición fetal. 

En el cuadro siguiente, las dos amigas charlan apoltronadas en un sillón. El plano se abre un poco y la cantante Rosario Ortega apunta: “Una cosa es un momento de angustia y otra un cuadro de depresión”. Algo más alejada, con las piernas cruzadas sobre un sillón con forma de flor, la actriz Julieta Ortega recuerda que “después de que intentaste un montón de cosas, también llega un momento en el que decís: 'Que haga lo que quiera, estoy harta'”.   La escena recreada y comentada por las cuatro amigas, más una invitada, transcurre en un living de colores fuertes y apariencia groseramente artificial, como el de una sitcom estadounidense, en el que resaltan un gatito chino de los que saludan con una pata, un muñeco cabezón de Jesse Pinkman y un florero decorado con labios gruesos pintados de rojo.   Las ropas de las protagonistas son de entrecasa, igual que los cuentos como el de Ana Paula, que seguirá con un desenlace de sanación y aprendizajes. Así, cada vez, elegirán entre sus inseguridades y obsesiones problemáticas para entregar un nuevo episodio del programa, en el marco íntimo y protector de una amistad de sangre. “El Barrio Chino es una mierda, la vida es una mierda”, seguirá Julieta, entre las risas de sus amigas, con la perspectiva de un drama que quedó lejos y permite apreciar sus restos absurdos, como el de paseo grupal que tal vez no solucionó nada.

Las pibas dicen arrancó al aire en setiembre de 2023, con una temporada de seis episodios que resultó entre lo más recomendable entre los contenidos del canal de streaming Blender, con base en Buenos Aires. ¿Pero por qué no es otro más, entre los cientos de programas de Youtube que no muestran otra cosa que gente hablando frente a una cámara? 

Para empezar, las pibas no hablan de cualquier cosa ni improvisan demasiado. Cada entrega está dedicada a un tema concreto que es abordado desde una perspectiva subjetiva, pero no caprichosa ni antojadiza. Lo que sucede en la pantalla, en poco más de media hora, puede observarse livianamente —al ritmo del lavado de platos— o con la curiosidad del detalle, para mayores beneficios. 

Además de la cuidada puesta en escena y la pertinente edición, el programa tiene un modo de contar muy trabajado. Si bien no se trata de un humorístico ni de una telenovela, el montaje de las imágenes podría recordar a programas de sketches como Saturday Night Live o a éxitos de Alberto Migré como Una voz en el teléfono. El ambiente de ficción sugerido descoloca agradablemente al principio y luego de un rato le va perfecto a las facetas más insoportables del sexo, las redes sociales, la ansiedad, el dinero, la infidelidad y el duelo. Cada protagonista, con sus formas y palabras, ocupa un lugar propio y distinto, para el deleite del director de cámaras.    Fernanda Cohen, además de dibujar, suele desplegar un contexto de datos y porcentajes sobre el tema a tratar. Rosario Ortega parece cerca de todas, ajustando posiciones y perspectivas desde un enfoque de especial empatía. En los extremos de la pantalla, Ana Paula Dutil se permite las más notorias salidas del libreto y Julieta Ortega provoca con incomodidades y devela aristas insospechadas de cualquier malestar.

El programa estrenará su tercera temporada en 2025 y acaba de ser reconocido como el mejor podcast del año con el premio Lola Mora, que entrega la Dirección General de la Mujer de Ciudad Autónoma de Buenos Aires a quienes “transmiten una imagen positiva de la mujer y rompen con los estereotipos de género”.

Esta visita de Las pibas dicen a Montevideo será para probar la dinámica de un formato nuevo, sobre las tablas del teatro El Galpón, aunque, según anuncian sus promotores, lo que no faltará será “una charla en carne viva entre amigas”. 

Julieta Ortega: "Rodeada de amor de amigas"

“Exponerme en mi propio espacio, rodeada del amor de amigas y con un público receptivo y lúcido no es difícil”, dice Julieta Ortega, en diálogo con la diaria, sobre la experiencia de alta exposición personal que supone el programa, y que ahora, en un teatro, también podrá incluir aplausos y otras expresiones de desconocidos. “Al contrario, es una oportunidad para que conozcan cómo pienso y siento sin intermediarios ni ediciones”, destaca la actriz.

Sobre su personalidad y su personaje descubierto, admite: “Me gusta eso, dar vuelta la cámara; soy muy analítica de todo, porque creo que una situación puede verse desde distintos ángulos siempre. Eso es bueno para no enojarse tanto con el otro y entender cómo pudo haberse sentido ante un hecho particular. A la vez, me hace dudar mucho antes de tomar decisiones porque le doy mil vueltas a un asunto. Consulto, pienso, hablo con amigas, un hermano, vuelvo a pensar…”.

El vínculo con sus compañeras es más que cercano: “Fernanda me conoce y me quiere de verdad. Es inteligente, ubicada, prudente, trabajadora y tiene buenos sentimientos. Rosario es mi hermana. No tengo ni que explicar lo hondo de ese vínculo. Anita es mi familia también. Es buena y toda mi familia la quiere y la siente parte de nuestra historia. Nuestros episodios más conmovedores fueron gracias a su vulnerabilidad y lo generosa que es para compartir su experiencia”. 

En un episodio del programa, Julieta Ortega habló sobre un tema que la atraviesa “por completo” y dijo: “Me miro al espejo y siempre podría ser más linda, más joven, más flaca, más alta, tener otro culo, menos tetas, otra nariz, la panza más chata, ser como la chica joven y flaca que sale bien desde todos los ángulos posibles. A mí me impacta la belleza femenina. Yo sólo estuve contenta con mi cuerpo cuando pesé 43 kilos y fue porque estaba triste después del final de una relación. Ahora tengo 52 y las chances de ser hermosa por completo están cada vez más lejos. Después de todo, la belleza suele estar asociada con la juventud. Hago todo lo que esté a mi alcance para ganar tiempo, o perderlo. Me miro en el espejo, en los videos de Youtube, en las miles de fotos de redes sociales. Me puedo ver linda o terrible, fea. Hoy nadie sube una foto a una red social sin retoques. ¿Cómo no me voy a retocar yo con todos los defectos que tengo? ¿Por qué me hago esto? ¿Por qué le hago esto a las demás? ¿Para quién? ¿De qué nos escapamos?”. 

Las pibas dicen. Miércoles a las 21.00 en el teatro El Galpón (18 de Julio 1618). Entradas  $ 1400 y $ 1600 en RedTickets.