Sebastian Natal, director de Candombe: visiones del ayer, hoy y mañana, ya había realizado en 2022 otro documental sobre el candombe, llamado Tambor: de la raíz a la esencia. Hasta donde pude verificar, no parece haberse planteado estreno en salas, festivales o plataformas específicas de cine y, al igual que Tambor, este de 2024 se lanzó directamente en Youtube.
El director integra la comunidad del tambor: su padre, Yenica Natal, es mencionado como un referente por el mismísimo Hurón Silva en la película. Sebastián compuso la música hecha especialmente para la película, además de producir, dirigir, guionar, editar y participar en la posproducción de color. En varias de esas tareas trabajó junto a sus colaboradores cercanos Jhonny Neves y Daniel Altamirano. La película no está financiada por ningún organismo específicamente dedicado al audiovisual, sino por el Fonam (Fondo Nacional de Música) y el Fondo Concursable para la Cultura del MEC.
Varios largometrajes documentales ya habían tratado aspectos vinculados al candombe, como Cachila, de Sebastián Bednarik y Andrés Varela (2008), y Negro, de Pablo Di Leva (2016), y una cantidad de otros abordaron el tema al paso, al tratar a compositores para quienes el candombe fue central en sus perfiles creativos, como Hugo Fattoruso, Ruben Rada o Eduardo Mateo. Si nos bajamos del largometraje, hay un acopio importante de mediometrajes y cortos que elaboran distintas facetas del género. En todo caso, la presente película es, hasta donde me consta, el primer largometraje que pone el término candombe en el título y, junto a Tambor, consta entre las únicas realizadas por un afrouruguayo, integrante del ámbito cultural que está describiendo.
Historia generosa
Si bien el documental tiene la extensión de un largometraje y técnicamente puede contarse como uno, el formato o la apariencia es algo cercano a un programa de televisión o, justamente, un video de Youtube. Natal aparece en pantalla, habla a cámara, introduce el asunto y anuncia lo que veremos. Está realizado con pocos recursos económicos y, quizá, de haber podido contar con asesoramiento técnico y mejores equipos, se hubieran podido sortear algunas imperfecciones técnicas. La más seria, pero que sólo afecta algunos momentos puntuales cerca del inicio, es que la voz de Natal queda sumergida, durante unos pocos segundos, en la música incidental. En las tomas a dos cámaras hay una notoria diferencia de calidad visual entre la que hace el encuadre frontal en plano medio y la que hace un primer plano tomado desde la derecha.
Más allá de esos percances menores, la película está hecha con mucho esmero, hay empeño por explorar distintos recursos visuales (tomas con dron por los barrios Palermo y Sur con centro en Isla de Flores, efectos especiales, imágenes o breves clips de momentos históricos) y constituye un documento valioso vinculado a un aspecto importantísimo de la cultura uruguaya.
Aparte de las breves exposiciones realizadas en cámara por el director de la película, lo grueso del metraje consiste en “cabezas parlantes” de un medio centenar de artistas participantes en las llamadas de tambores. Ellos aparecen agrupados en categorías, que pautan los grandes capítulos del largometraje: tamboreros, mamaviejas, gramilleros, bailarines, bailarinas, vedetes y escoberos. El subtítulo de la película, Visiones del ayer, hoy y mañana, parece ser realmente el centro del enfoque, porque, además de comentar brevemente sobre las particularidades de su accionar artístico, casi todos los entrevistados cuentan cómo se metieron con las llamadas y hablan sobre los grandes referentes del pasado en su área y que incidieron sobre su formación, además de comentar algunos cambios operados en el correr de sus vidas.
Además, los entrevistados pertenecen a distintas generaciones. En cada una de las áreas tenemos veteranos, personas maduras, jóvenes y, en algunos casos, niños. Los veteranos se maravillan al recordar a quienes fueron sus héroes, y a veces, para los niños, esos mismos veteranos son sus héroes. Con actitud inclusiva y nada dogmática, Natal entrevista a integrantes de distintas vertientes y con distintas visiones. Entre los tamboreros con los que dialoga hay dos mujeres (una de ellas blanca), y al incluirlas en el documental contribuye a construirlas como legítimos nuevos eslabones en una tradición en constante evolución y expansión.
Entre los tamboreros, el nombre que suena más veces es el de Perico Gularte (participante destacado de Tambor, pero que no aparece en esta nueva película). Se recuerda también a los hermanos Oviedo, a Cacho Giménez, y se evocan otros maestros todavía vivos como Álvaro Salas, Malumba Giménez, el propio Hurón (que cuenta entre los entrevistados) o Fernando Lobo Núñez. Todos los bailarines hablan de Pirulo, y las vedetes, de Martha Gularte, Rosa Luna y la Negra Johnson. Para un niño tamborero, uno de los referentes es Noé Núñez, hijo del Lobo, y para una joven bailarina, es Florencia Gularte, sobrina de Martha (ella misma, entrevistada en la película).
No todo se expone en forma tajante y desarrollada, pero el buen espectador puede captar varios rasgos interesantes que diferencian el ayer del hoy, y la consiguiente perspectiva de que el mañana será algo distinto e impredecible. Se habla sobre cómo las comparsas nuevas tienden a ser menos específicamente territoriales y cómo la pertenencia barrial tiende a jugar menos que en otras épocas. Se habla de cómo antes las llamadas eran una práctica de los días feriados, mientras que ahora son, en muchos ámbitos, encuentros semanales. Se habla sobre cómo las vedetes, que no son una tradición que venga de tiempos inmemoriales sino que surgieron a mediados del siglo XX, se terminaron convirtiendo en un elemento central, figuras-emblema de las respectivas comparsas (de hecho, mientras que Perico Gularte es un nombre para entendidos e integrantes de las comunidades del tambor, Martha Gularte y Rosa Luna son fenómenos de masa archiconocidos). Se menciona cómo antes los pares de mamavieja y gramillero solían ser fijos y funcionar realmente como un dúo, mientras que ahora se tendieron a individualizar.
Hay también algunas frases muy lindas; la que más me quedó fue la de Paola Silva cuando dice que en Isla de Flores, en noche de llamadas, “la luna brilla distinto”.
Otra llamada
Al final de la película hay un cartel de “Continuará...”. Ojalá que sí, porque quedan muchos asuntos en el tintero, como aspectos del toque de tambores todavía no abordados en Tambor ni en esta película, el canto y la composición de melodías para las comparsas de carnaval, el candombe canción y mucho más.
Por otro lado, ya que el proyecto promete continuar, da un poco de pena cierto criterio apresurado en el tratamiento de las entrevistas, dejando un picadito de frases llamativas pero que rara vez llegan a desarrollar una idea, un punto de vista o un muestreo suficiente de la forma de pensar del entrevistado (es un vicio medio generalizado en los documentales con entrevistas, y en Uruguay reina de modo casi absoluto).
Lo mismo vale para el candombe propiamente dicho: no hay un solo fragmento extendido de llamada –en la calle o en el estudio en que se hicieron la mayoría de las tomas– o de baile. Uno vislumbra velozmente las diferencias, las características individuales, pero, caramba, que nos dejen apreciar por un minutito completo el toque de Hurón, la magia de Pedro Ferreira hijo con la escoba, la gracia sutilísima del baile de Florencia Gularte o Yessy López, y tantas otras luminarias de una de las manifestaciones más ricas y gozosas de la cultura de este país.
Candombe: visiones del ayer, hoy y mañana. 84 minutos. En Youtube.