Las canciones de Cruzando el Charco son mucho más conocidas que la cara de su cantante, las imágenes de sus videoclips o el diseño de sus remeras de merchandising. La actual popularidad del grupo en su país de origen trasciende los territorios del rock, o incluso los confines del ambiente musical en sus dos grandes vertientes comerciales, la de los festivales multitudinarios y la que valida las propuestas por la aprobación de los usuarios de redes sociales.

Su presente es el propio de un fenómeno ultramasivo y de otra época; su sustancia no encuentra barreras y se cuela con facilidad por todos lados: melodías funcionales para compras en supermercados, cánticos futboleros, publicidades de tevé y cortinas para programas de streaming.

“La verdad que siempre fui un descarado, un cararrota, un sinvergüenza, digamos”, confiesa el platense Francisco Lago, cantante, compositor y fundador de la banda, mientras almuerza un sándwich del que sobresalen pedazos de palta, en el restaurante de un hotel de Punta Carretas.

Su declaración tiene perfecta lógica en más de un sentido: explica la versión del grupo de “¿Por qué?”, un tema perteneciente a la banda de sonido de la telenovela para adolescentes Floricienta, la literalidad de sus letras y la actitud pragmática de su sello cuando lanzó al mercado su disco Cicatrices (2022) junto con una botella de vino.

A no engañarse: las canciones easy listening escritas por Lago salen de una ingeniería noble y del respeto por ciertas normas de fabricación con las que no negocia. “Antes de la música repartí volantes, trabajé en una joyería, en una panadería, pinté casas, trabajé de empleado público en el Estado como administrativo”, cuenta el artista, autor de superhits como “El trato”, “Soy”, el reggae “Lo nuestro tiene magia” y la calamaresca “Terminales”.

Cruzando el Charco nació en 2012 en la ciudad de La Plata y no demoró en llenar el teatro Ópera y La Trastienda de Buenos Aires. Llevan editados seis discos de estudio, incluido su último trabajo, Esencia (2024). En 2023, con sus recitales en el estadio Luna Park grabaron su primer álbum en vivo.

“Sería imposible describirnos por fuera de nuestra ciudad”, afirma el cantante. “La Plata es una ciudad mágica, hermosa y misteriosa. Fue planificada por Bernardo Rocha hace 140 años”, dice e ilustra con claridad: “Si la mirás desde arriba, es un cuadrado que tiene seis calles que se cruzan en una plaza. Lo más lejos que podés tener una plaza de tu casa es a tres cuadras. Y después la cruzan diagonales, que hacen que puedas llegar un poquito más rápido a cada destino, evitando tener que doblar”, relata.

En la obra del grupo se escuchan otras voces porteñas, como las de Viejas Locas, Los Piojos, Los Gardelitos y las uruguayas de La Vela Puerca. Lago se hace cargo de Don Osvaldo, Estelares y Guasones y destaca como gran influencia a otros platenses menos conocidos, Señor Otario, “sobre todo por su primer disco”.

La poética del artista tiene un ancla en las historias en donde la palabra regresa para “empezar de cero” (“Sin final”) luego de algún sacudón existencial o de excesos de otro tipo, remarca la pertenencia barrial, coquetea con los estados depresivos y se rescata cada vez con historias de amor romántico. “Ahora prefiero estar solo con mi corazón”, se escucha en “Corazón”, una de las piezas más logradas del grupo desde el punto de vista musical.

“Es nuestra forma de contarte esas cosas tristes, que es algo medio cubano también”, dice el cantante sobre lo agridulce de sus canciones. “Pero te lo decimos con una sonrisa, con un ritmo que te mueve. Tratamos de que esa sensación quede representada en los acordes. Es cierto que siempre hay un dejo de tristeza, melancolía o nostalgia, pero viene el estribillo y te saca una sonrisa”, asegura, al tiempo que menciona a “Gustavo Cordera, Juan Subirá, Charly García, Fito Páez y Andrés Calamaro” entre sus más importantes referentes de la composición.

Sobre el suceso de la banda, el cantante relata: “Tenemos un mánager que está todo el tiempo diciéndonos: ‘No naturalicen, esto no le pasa a cualquiera’. Tratamos de darle bola, porque creo que es lo que nos mantiene con los pies bien sobre la tierra. Es verdad que la vida que llevamos no es la de todo el mundo. No estuvo exenta de cosas muy difíciles, pero sabemos que tiene otro montón para atesorar para siempre”, reflexiona.

Lago reconoce que, a pesar de los 20 millones de reproducciones de muchas de sus canciones y de los estadios llenos a lo largo de Argentina, aún se sigue sorprendiendo con la respuesta del público. “Llegar al Teatro de Verano, acá en Montevideo, para nosotros va a ser algo imponente y estamos muy nerviosos por esta fecha”, admite. “Venimos de tocar en la Plaza de la Música, en Córdoba, en el Anfiteatro Municipal de Rosario y en el Movistar Arena de Buenos Aires, y seguimos de gira todo el año. A cada lugar al que llegamos, cuando nos bajamos del ómnibus, hay gente esperándonos para saludarnos. ¿Cómo no te vas a seguir sorprendiendo?”, dice.

La fórmula de Lago evoca a la consigna de los ingleses Led Zeppelin The song remains the same: la canción es la misma. Si bajamos hasta el primer álbum de los platenses (Perdonar, 2012), la más elevada narrativa del grupo queda reflejada en estos versos de “Hasta acá llegamos”: “Somos plaza/ somos el calor en la vía/ Somos luces, iluminando las avenidas/ Somos el tren que dejó aquella espina”.

Cruzando el Charco. Viernes 13 a las 21.00 en el Teatro de Verano. Entradas desde $ 1.300 a $ 2.300 en Tickantel.