Lejos de sus obras maestras, Radiohead –para quien firma, la última gran banda rock de alcance mundial– atraviesa estos días de sol y tormentas camuflada en una especie de retiro para viejos músicos de jazz. The Smile, el proyecto con el que sus integrantes Thom Yorke y Jonny Greenwood –más el baterista Tom Skinner– se permiten liberar nuevas composiciones y seguir tocando sin la presión de su banda madre, acaba de editar su segunda placa.
Para la grabación de su disco debut, el celebrado A Light for Attracting Attention (2022), los compositores y multiinstrumentistas Yorke y Greenwood habían confiado la producción a Nigel Godrich, un viejo conocido y parte fundamental de Radiohead desde el Ok Computer (1997).
Esta vez el grupo eligió a Sam Petts-Davies, quien también había colaborado con los gigantes de Oxford como ingeniero de sonido de su disco A Moon Shaped Pool (2016) y en Junun, el álbum que Greenwood grabó junto al compositor israelí Shye Ben Tzur y el grupo indio The Rajasthan Express, y además se mudaron a los estudios Abbey Road para grabar ocho nuevas canciones. Y si bien es cierto que la mayoría de las composiciones tuvieron su estreno en vivo en los shows del grupo durante 2022 y 2023, Wall of eyes, aparecido la semana pasada, poco tiene que ver con su antecesor.
En el nuevo disco hay un diálogo todavía más cercano entre Yorke y Greenwood, dos artesanos de la música acostumbrados a jugar de memoria. En A Light for Attracting Attention, un trabajo sólido y una continuación no demasiado sorprendente dentro de universo Radiohead, no escatimaron en capas sonoras y arreglos, para canciones podían tener casi tantas partes como las de “How to disappear completely” del Kid A (2000).
Siendo muy severo con Wall of eyes, se trata de un montón de buenos archivos para seguir trabajando, pero quizás, aunque es casi imposible dejar de recordarlo, esto no es Radiohead, y conviene juzgar a The Smile en su propias reglas y circunstancias: una semivacación creativa para experimentar nuevos terrenos sonoros, una combinación de músicos distinta y unas ambiciones pasadas por el filtro de dos artistas que ya compusieron, al menos, tres grandes discos de rock y muchos clásicos.
Para dejar por fin las comparaciones a un lado, un dato más que une pasado presente y futuro de The Smile y Radiohead. Quizás, detrás de su notable capacidad para componer una fórmula músical que produce hipnosis y estados de extrañamiento, no haya otra cosa que un deseo obsesivo de acercarse al podio de The Beatles, que no puede disimularse con ninguna vestimenta. Sin drama, el grupo ha sabido confesar que “Karma Police” viene de una deformación de “Sexy Sadie” del álbum blanco de los de Liverpool, y que “Paronoid android” está inspirada en la arquitectura de “Happiness is a Warm Gun”, otra composición de Lennon y McCartney. Alcanza escuchar “Bullet proof” de The Bends (1995) y “House of cards” de In Rainbows (2007) para notar la apabullante influencia beatle en esta otra innovadora banda.
Wall of eyes trae “Friend of a friend”, la canción más convencional del disco (en los parámetros de estos artistas) y definitivamente, un homenaje a The Beatles grabado en la que supo ser la casa creativa de John, Paul, George, Ringo, y el otro George (Martin). Y, digámoslo de una vez, también es la mejor de las ocho. Un video alusivo, dirigido por el cineasta Paul Thomas Anderson, muestra a Yorke (en bajo), Green (en piano) y Tom Skinner tocando el tema en vivo ante una audiencia de escolares, una melodía de recién despierto que muta hacia el final en un ruido de abismo, con un arreglo de cuerdas de la London Contemporary Orchestra y el saxofón de Robert Tillman y cuya letra viene del encierro de Yorke en Italia durante la pandemia y de la música que salía de los balcones de sus vecinos cantores.
En otra onda muy distinta, se unen más fácilmente canciones mínimas como las tres primeras: “Wall of eyes”, “Teleharmonic”, “Read the room”. Yorke, responsable de todas las letras, y en sintonía con la instrumentación, reduce los textos a pocas y breves frases y versos de palabras repetidas.
“Detrás de un muro de ojos / de tu propio dispositivo /¿Sigues siendo tú? / ¿con los ojos hundidos?”, se pregunta en “Wall of eyes”. Su poesía es la de un sujeto algo desconcertado, algo inmóvil, en medio de una catástrofe que pasa con la paz y la prolijidad de una hoja por el interior de una máquina impresora. Hay “drones” “derribando puertas”, montones de paranoia y ninguna habitación segura.
Yorke y Greenwood se intercambian bajos, guitarras y pianos y consiguen atractivas muestras instrumentales, pero no van más allá, como si con eso les alcanzara en esta etapa de sus vidas para ser felices. Al disco le sobran tres canciones, para elegir entre varias. La más representativa de este experimento podría ser “Bending Hectic”, ocho minutos de variaciones tonales en la guitarra de Greenwood, la voz y el bajo de Yorke en su expresión más delicada y una luz de esperanza revolucionaria para el final.
Wall of eyes, de The Smile. XL Recordings, 2024. En plataformas.