Montevideo Sonoro nació en 2015 como una ocurrencia de Daniel Machín y Gabriel Bentancor (1985-2021). Una escucha de la canción “Siestas de mar de fondo”, de Eduardo Mateo, los motivó a moverse sobre el texto y, sin pensarlo demasiado, se fueron al encuentro del paisaje. Este año, se transforma en algo más grande: una visita con realidad aumentada por distintas partes de la ciudad, que comenzará por su barrio más antiguo.
Fusión de historia, geografía y tecnología: las canciones se escuchan en su lugar
Una masa de camperones camina por la Ciudad Vieja, con el mediodía recién arrancando. El entrecruce de peatones fluye con la normalidad de la rutina laboral, más tranquilo en algunas veredas y más denso cerca de la Puerta de la Ciudadela. Hay canciones que están más vivas que nunca. La comprobación llega dos o tres veces durante el trayecto, a través de unos auriculares en los que suena, por ejemplo, “Alegris”, de La Tabaré.
En prudentes intervalos, el artefacto aislante también habilita la voz del periodista Carlos Dopico, que guía el paseo, de lentes negros y chupines, mientras ilustra sobre coincidencias de autores, inspiraciones y lugares del cancionero uruguayo, en la nueva propuesta didáctica y cultural del proyecto Montevideo sonoro. A su lado, el músico Sebastián Casafúa, responsable de Domo Silent –la empresa que provee la tecnología aplicada a la experiencia–, dispara la selección musical desde su teléfono celular.
Machín, gestor cultural y colaborador de la diaria, recuerda cómo comenzó todo, hace casi una década. “Agarramos un esténcil y empezamos a pegar códigos QR en los puntos de referencia de la canción de Mateo y de otras canciones. Juntamos 50, y ahí decidimos publicar un mapa sonoro en la web”, explica, y continúa relatando: “Al otro día teníamos 100 correos con sugerencias de otras canciones, y nos dijimos: ‘Acá hay algo’”. Entusiasmados con la rápida respuesta del público, en 2018 lanzaron el libro Montevideo sonoro, con historias, fotos y referencias de 300 canciones uruguayas.
El proyecto continuó con una serie de piezas documentales en video y regresó, luego de la pandemia, con el impulso que le dieron las redes sociales. Ahora toma una nueva forma, en la modalidad de “paseo musical inmersivo por la ciudad”.
“Cada barrio tiene su historia y cada historia tiene una canción”, advierte Machín, y define a Montevideo sonoro como “una experiencia musical única que fusiona historia, cultura y tecnología, de la mano de Domo Silent”.
El primer circuito planeado irá por las calles de la Ciudad Vieja y arranca en el Mercado del Puerto. Suena una murga vieja y otra nueva. Dopico hace referencia a un tema “emblemático de la música uruguaya” y promete: “Así lo iremos descubriendo en el camino mientras evocamos un montón de épocas pretéritas”.
Hay otras canciones que impresionan por los borrones del tiempo. El barrio reformado para un turismo homogéneo, las fachadas limpias y despejadas de óxido y basura obligan a imaginarse todos los detalles de un lugar. “En esta esquina sucedió todo”, advierte Dopico. “Vino Jaime y se tomaron una grapa”, cuenta en referencia a Jaime Roos mientras suena otra canción. Transportados al pasado, vemos al flaco Raúl Castro ocupar la redacción del semanario Las Bases. Por otra calle más tranquila, escondida entre el puerto y una plaza de juegos, el bajo del Hueso Hernández, el más dark de Los Estómagos, vuelve a provocar un temblor.
Montevideo sonoro. Primer circuito, desde el Mercado del Puerto hasta el teatro Solís. Sábados 3 y 31 de agosto a las 14.00 y a las 16.30. Entradas a $ 660 en Redtickets.