Un líquido cae sobre el piso del living. Lo siguiente es una escena para nada dramática: dos hermanos adolescentes entablan una más de sus mil peleas pequeñas y diarias, en la forma de una coreografía adecuadamente torpe. En otro rincón de la habitación, Mario (Ernesto Liotti) lee el diario con una pizca de hartazgo. Virginia (Virginia Marchetti), su esposa, toma decisiones para el futuro más próximo, retruca las barbaridades de su marido, no olvida en lo más mínimo los detalles de la Navidad.

Todo transcurre en armonía, con una capa de bienestar vintage que convierte en humor cualquier amenaza de angustia. A Virginia le inquieta la visita de su hermana, con la que dejó de hablar hace mucho tiempo, y además siente que debe preparar el terreno para la llegada de su sobrina Azul (Pedro Porciúncula). Mario sigue en la suya. Algo lo obliga a insistir con Juan –así se llamaba Azul antes de adoptar una nueva identidad– en un tironeo de “date cuenta”, con Virginia.

En el medio, Gonzalo (Matías Vespa), más cerca de su madre, y Rodrigo (Franco Balestrino), más cerca de su padre, siguen peleando, en una versión menos deteriorada y más fresca que la de sus padres, aunque igual de peligrosa.

Azul y la Navidad es una dramaturgia de la guionista argentina Lorena Romanín. Se trata de un texto sólido y claro, definido en los márgenes de la tragicomedia, una obra que recibió muy buenas críticas en su estreno en Buenos Aires, en 2022, con elenco porteño.

La versión uruguaya no se queda atrás. Cuenta con la dirección de Álvaro Correa, un elenco integrado por figuras consagradas y jóvenes promesas del teatro, y una puesta en escena de gran ritmo, a tono con los colores de una comedia costumbrista. Los diálogos son abundantes en ingenio y las interpretaciones, sin excepción, resultan impecables.

La estabilidad de este núcleo familiar perfectamente uruguayo se rompe con dos irrupciones: la de Pocha (Alicia Garateguy), la madre de Azul y la hermana más dispuesta a afrontar los conflictos con palabras, y la de Milagros (Julieta Conde), la novia resistida y de ideas vanguardistas.

Lo más original de la obra es el retrato fiel de cada una de las piezas del rompecabezas vincular, y la construcción de una trama que se juega todo el tiempo entre la realidad de las noticias, un manual de prejuicios vigentes y la corrección política, esta última expresada como un bicho que salta de mano en mano, sin dueño.

La obra interpela de igual manera a jóvenes, adultos y adultos mayores, aborda de un modo natural el género, la diversidad sexual y las masculinidades, y se concentra en las dinámicas afectivas familiares y la convivencia de una pareja de distintos. Lo mejor: lo logra con un leve agitar de aguas y sin pretensiones.

Azul y la Navidad. Viernes de agosto a las 20.00 en La Gringa (18 de Julio 1236, esquina Yi). Entradas a $ 600 y $ 550 (jubilados). Reservas al 2903 2744 o por Whatsapp al 098 099 010.