El verde lima es el color de 2024. Está en prendas de ropa, accesorios, carteles publicitarios y redes sociales; usualmente, acompañado de una inscripción en tipografía Arial minúscula: brat. El sexto álbum de Charlotte Aitchison, más conocida como Charli XCX, trascendió lo musical para imponerse como tendencia, y brat no es sólo su nombre sino una filosofía de vida que masificó el objetivo de vivir un verano (boreal) despreocupado.
En lo estrictamente lingüístico, una brat es una malcriada, una mocosa obstinada y caprichosa. Pero Charli XCX se apropió del término y lo despojó de su connotación negativa para transformarlo en algo que incluso Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos, quiere ser. En un video publicado en su cuenta de Tik Tok, la artista lo definió así: “Una chica que es algo desprolija y quizás dice algo tonto de vez en cuando, que se siente como ella misma pero también puede derrumbarse, que supera sus crisis como si fuera una fiesta. Una chica honesta, directa y algo volátil”.
Más allá de la música, la tendencia llegó como contraste de la estética clean girl que promovía el maquillaje discreto, los peinados tirantes y una paleta de colores neutros. Vino a romper la monotonía para instaurar una figura completamente disruptiva como referente: Charlie XCX, con su melena indomable, el cigarrillo colgando de los dedos y el maquillaje corrido de la noche anterior. Una mujer en sus 30 que lleva años de fiesta, pero no en grandes boliches, sino en los clubes clandestinos del lado B de Londres. Es la reina del underground, pero llega a esa posición de manera natural, con una curada actitud descuidada.
Como canta en “Von Dutch”, ser brat viene con su cuota de repercusiones negativas: es estar en el centro de rumores y titulares amarillistas y reconocerlo, adueñarse de la narrativa que se le adjudica, aunque ser consciente de ello no impida que le afecte. Por eso, en medio de la fiesta desmesurada que su disco propone, aparecen las inseguridades en los vínculos de “Sympathy is a knife”, la presión sobre el aspecto físico de “Rewind” o la difícil relación entre colegas constantemente comparadas y puestas a competir de “Girl, so confusing”.
Hiperpop transparente
“Bebo, fumo y uso autotune”, admitió la cantante al repasar su proceso creativo; una desfachatez que plasmó en 15 canciones que debutaron en el número dos del ranking de álbumes británicos y en el tercer puesto de Billboard, superando sus previos éxitos como los singles “I love it” y “Boom clap”. La respuesta del público no es lo único que cambió. Si bien Charli XCX siempre fue una artista pop, brat redobla la apuesta con sintetizadores completamente saturados y un espíritu “Y2K” que busca traer de vuelta las tendencias de la primera década de los 2000, como el electro house de David Guetta o el dance-pop de Black Eyed Peas.
Despreocupada, Charli XCX canta explícitamente sobre tomar drogas, no dormir y salir de fiesta, pero también se muestra vulnerable, explorando sus vínculos y dedicando la canción más íntima del álbum, “So I”, a su amiga y productora Sophie, fallecida en 2021. Adentrada en la nostalgia y el miedo a perderse algo, característicos de la generación millennial, en “I think about it all the time” reflexiona sobre sus ganas de ser madre, para cerrar el disco con “365”, un giro completo de vuelta al inicio: sentirse una brat en el desenfreno de la pista de baile.
Kamala es brat
Horas después de que Joe Biden anunciara su apoyo a la candidatura de Kamala Harris para la presidencia de Estados Unidos, Charli XCX publicó su respaldo en la red social X con la frase: “Kamala es brat”, y se destacó entre la catarata de respaldos de celebridades. De inmediato, el centro de operaciones de Harris cambió su foto de portada en la misma red social: pasaron a adherir a la estética del álbum con el texto “kamala hq” sobre el característico fondo verde.
Para el equipo de la candidata, las declaraciones de la estrella del momento abrieron la oportunidad de acercarse a los votantes jóvenes, quizás desencantados con la desmoronada campaña de Biden, pero el trasfondo de coincidencias entre Harris y Aitchison parece ir más allá. Hijas de madres migrantes de India, ambas mujeres se encuentran transitando el momento astrológico conocido como “retorno de Saturno”, que, según afirma Charli XCX, es una etapa de autoconciencia y crecimiento personal que tuvo fuerte influencia en su álbum. Si le hacemos caso al Zodíaco, la británica, a los 31 años, transita el proceso por primera vez consagrada como la estrella pop del momento, mientras que Harris, a los 59, avanza en las encuestas a la par que ingresa a su segundo retorno de Saturno.
Astros aparte, en sus coincidencias y diferencias, Kamala Harris y Charli XCX se pliegan al espíritu brat, que es también una consigna de las generaciones X y millennial: reconocer la realidad distópica y seguir adelante, construyendo un futuro a pesar de las circunstancias adversas.