Martín Jorge: “Tiene estrella”
“Me acuerdo de ir, perfectamente, a los conciertos de la antigua Orquesta Sinfónica Municipal, que eran los lunes de noche, el único día que no trabajaba la Comedia. Era el único día que no había funciones de la Comedia, entonces siempre sabías que tenías conciertos. Salía de la Escuela de Música e iba para ahí”, recuerda Martín Jorge, director de la Banda Sinfónica, sobre el período anterior a la reforma. “También fue donde yo empecé a consumir y a ver ópera, que no la producía el sector público, la producía la Sociedad Uruguaya Pro-Ópera, y siempre era en agosto. Era un teatro igual y distinto, porque la platea era diferente, tenía unos pasillos que eran distintos en la circulación, no había un paso para la orquesta”.
Desde la reforma muchas cosas cambiaron. “Todo lo que no es el cañón central”, sintetiza el director de la Banda Sinfónica. “Era un teatro en el que si querías ir a la cazuela o al paraíso entrabas por los costados, no entrabas por la puerta principal. Directamente ibas por escaleras de los costados, que eran mucho más antiguas, que ya no existen más. El hall era distinto; las columnas eran iguales, pero las escaleras por las que bajabas de los palcos de arriba eran completamente diferentes. Una vez que vos pasás, que entrás como en el ambulatorio, de ahí para adentro la reconstrucción histórica es prácticamente igual. Entonces, sacando ese espacio de la herradura de la sala y sus ambulatorios, todo lo demás sufrió una transformación arquitectónica impresionante. El escenario, el bajo escenario, ese cubo de cristal que está ahora que permite una parrilla muchísimo más alta, con más movimientos; las salas laterales, que en una había un museo, creo que era de ciencias naturales, no me acuerdo. Donde está el café Allegro ahora había un museo donde había fósiles, pedazos de ballenas, me acuerdo de venir con la escuela. Y en el otro lado estaba la EMAD. Y el funcionamiento de la Comedia era una oficina chiquita de la orquesta. Bueno, todo eso tuvo un cambio enorme, te diría gigantesco”.
El director de orquesta apunta a un detalle fundamental: “Era un teatro que no tenía salas de ensayo”. “Ahora es un teatro que tiene dos buenas salas de ensayo, una que es la de la Comedia y la otra que es la de la Banda; y ya se está trabajando en una sala de ensayo más, que va a ser la de la Orquesta Filarmónica”, destaca Jorge. “Es un teatro donde la Zavala Muniz que estaba era como una adaptación de sala”, agrega.
Jorge también considera que la Banda Sinfónica se había alejado del Solís desde hacía casi medio siglo. “Parte del trabajo que yo siento que he hecho es volver a traerla y juntarla con los elencos; creo que se completa ese ciclo del teatro público con todos los elencos públicos de la intendencia. Y en la convivencia de todo eso, en cruzarte en los pasillos permanentemente, que no haya puertas que franqueen el paso, es lo que permite la creatividad y el desarrollo de otras”. Como ejemplo de esos cruces cita a Macondo, la serie de eventos que copó el teatro durante octubre de 2023 y cuyo espectáculo principal involucró a los tres elencos estables. Jorge también cita colaboraciones similares en la época fundacional de la Comedia: “Dos por tres te encontrarás con una foto de los años 50, con la Comedia Nacional de la Xirgu en una megaproducción en el teatro del parque Rivera, con la Orquesta y con la Banda tocando en vivo. O sea, no inventamos nada nuevo, pero nos olvidamos del pasado, y volver a reencontrarnos nos permite construir nuevas cosas, retomar eso y proyectar cosas hacia adelante”.
“El Solís tiene estrella”, resume Jorge acerca de la relación entre el Solís y su público. “El Solís, y lo he visto internacionalmente, es uno de los grandes teatros latinoamericanos”.
Martín García: “Los públicos se cruzan más”
“Es una casa en la que yo me siento muy a gusto. Me encanta venir de mañana lo más temprano posible. Cuando vengo caminando por Reconquista, disfruto la parte de atrás del teatro; cuando vengo por Buenos Aires a veces me quedo contemplando cómo le da el sol de mañana a la fachada espléndida que tiene”, dice Martín García, director de la Orquesta Filarmónica. “Me siento muy cómodo trabajando en el edificio, tanto con el equipo mío, con los músicos de la Orquesta, como con los demás elencos. Hay un tránsito y una interacción de la gente muy agradables que hacen sentir a uno muy bien y muy a gusto. Y además, destaco que la Orquesta tiene su sala de ensayo en el teatro, que es una cosa muy buena y muy importante, y además tiene una permanencia en el escenario del teatro que es histórica en cantidad de días, así que estoy muy contento en este momento en el teatro con la Orquesta”.
“En algún momento se puso de moda la palabra apropiarse”, explica sobre la relación con el público. “Traer o invitar a la gente al Solís, que es un teatro que mantiene un prestigio histórico y un nombre, no deja de ser un desafío lindo. Es una constante, ya sea en la Orquesta, en los demás elencos, en el propio teatro. Por ejemplo, el otro día recibimos 200 niños en el ensayo general, estamos siempre recibiendo grupos, invitando públicos. Y lo que hay es, por un lado, una cantidad de gente que en distintos espectáculos y distintas propuestas siente el teatro como parte suya, como parte de la ciudad, se siente integrada a la actividad del teatro, y después una cantidad de gente a la que tenemos que seguir diciéndole que venga al Solís, que venga a los espectáculos que hay acá, que son accesibles, son para todos”.
“Veo que en algunos momentos, en algunas propuestas, los públicos se cruzan, el público de cierto espectáculo tiene mucho en común con el público de otro, y así. Y después hay distintos públicos: los que vienen a disfrutar el teatro, los conciertos, los conciertos sinfónicos, los que disfrutan más de la lírica, mucho público que viene a propuestas específicas. Ahora hay como más cruce de públicos que en otras épocas. El algoritmo funciona en todo sentido”, opina.
Gabriel Calderón: “Un mito vigente”
“El recuerdo fuerte que tengo es de ser estudiante de la EMAD, y me llaman del equipo de Gerardo Grieco porque querían dos estudiantes avanzados para hacer los fantasmas del Solís de la visita guiada. Y ahí Leandro Núñez, que todavía no había entrado a la Comedia, y yo, durante los dos primeros años de su reapertura, trabajamos de eso. Cuando reabrió el Solís, había como cinco o seis visitas guiadas por día”, dice el dramaturgo Gabriel Calderón, hoy director de la Comedia Nacional.
“Era el edificio más nuevo de Uruguay. Me acuerdo de que en la visita guiada se llevaba la gente a la sala, y en la sala había una muestra tecnológica de las capacidades de la sala con audio, video, las luces robóticas, que eran nuevas. El Solís tuvo las primeras luces robóticas de Uruguay. Todo eso era muy impresionante”, agrega.
Sobre su trabajo actual en el teatro, Calderón opina que “tiene las ventajas y las desventajas de ser un teatro”, y explica: “Muchas veces, por la mirada contemporánea, se quieren hacer 800 cosas que no son teatro. El Solís tiene sus limitaciones. Cuando querés hacer entrar miles de personas a la vez... Siempre estuvo pensado, aunque se entraba por el costado, que la entrada de las personas es algo que lleva tiempo, en su beneficio. Sacarlas también, porque la gente conversa. Y así eran pensados los teatros. La acústica, el mirarse, toda esa parte donde es más importante mirarse entre la gente, o tan importante mirarse entre ellos que mirar la sala. Y bueno, para mí es eso. Yo me siento un privilegiado, porque hago teatro, dirijo teatro y trabajo en un teatro, y en un teatro muy bueno. Todo eso son ventajas, disfrutes”.
“Hay una idea de que el teatro de Uruguay es el Solís. Independientemente de quién dependa. Hay un orgullo nacional por esa sala, por haberla recuperado, y por los contenidos que tiene. Y por el privilegio que implica entrar, estar allí, actuar, a veces ir a ver un espectáculo. Lo vivo en la Comedia Nacional todo el tiempo cada vez que viene alguien y me dice: ‘Es la primera vez que vengo’, y siente que está accediendo a un lugar privilegiado de la propia historia del país y de la cultura. Siento que es un mito vigente. Todas sus compañías, en mi caso, en la Comedia Nacional, pero la Orquesta, los artistas independientes, todos tratamos de sostener el privilegio que implica actuar allí”, explica acerca del lugar del Solís.