Nadie va hoy a un concierto de Paul McCartney esperando ver cosas nuevas. Vamos a escuchar clásicos, canciones que se conocen de memoria porque son parte de la cultura occidental desde hace 60 años, maravillándonos de que aún esté entre nosotros una de las personas que marcó el siglo pasado. La música pop actual parece ir por un camino muy distinto a la de McCartney, y la influencia de los Beatles parece haber quedado atrás. Sin embargo, las cosas nunca son tan lineales como parecen.

Por qué los Beatles

Es imposible tener en cuenta la cantidad de variables que se dieron para que los Beatles se convirtieran en el hito cultural más importante del siglo XX en Occidente, un momento de enormes y acelerados cambios culturales, sociales y políticos. Encarnaron tan bien ese aire de los tiempos que a veces pareció que eran ellos los responsables de esos cambios. Obviamente no fue así, pero siendo la banda más popular de un planeta que comenzaba tímidamente su época de interconexión global, los Beatles representaron muy bien el ascenso de la cultura juvenil opuesto al mundo adulto, al volver masivas muchas cosas que estaban desarrollándose en forma simultánea en la música, la moda, el diseño y el arte. Innovaron también en la manera de relacionamiento con el público y reformularon la industria del entretenimiento, con la dosis justa de transgresión para llegar a las audiencias más amplias. E hicieron, claro, una música excepcionalmente buena y que expandió el concepto de lo que se consideraba música popular.

Junto a John Lennon, McCartney fue el principal motor creativo de la banda. La colaboración compositiva en el famoso tándem Lennon-McCartney y a la vez la competencia feroz entre ambos dio lugar a una obra única, en la que los dos tuvieron roles igualmente importantes, con la colaboración invalorable de George Harrison y Ringo Starr.

La caricaturización de las personalidades de los cuatros Beatles hizo que Paul fuera recordado como el baladista romántico, que gustaba por igual a las adolescentes y a sus madres, mientras a John se le asignó el rol más transgresor y contracultural. Si hubiera sido así, McCartney igual tendría un lugar central en la música del siglo XX: algunas de las canciones más populares de la banda como “All my Loving”, “Yesterday”, “Hey Jude” o “Let it Be”, todas mayormente de su autoría, siguen siendo composiciones enormes e incombustibles. Pero el espectro compositivo de Paul con los Beatles fue sorprendentemente amplio.

Como mínima y caprichosa muestra podría hablarse de las innovaciones letrísticas y arreglísticas de “Eleanor Rigby”, el extremismo rockero de “Helter Skelter”, el despojado lirismo de “Blackbird”, el primitivismo sexual de “Why Don’t We Do it in the Road”, la modernidad pop de “Fixing a Hole”, el soul de “Got to Get You Into my Life” o la psicodelia rockera de “Paperback Writer”. Paul fue también un letrista innovador que se apartó de los clisés, mostrando que la música pop podía tocar temas ambiguos y oscuros y tener varias capas de lectura sin dejar de ser accesible.

Fue además un gran experimentador musical, y se convirtió poco a poco en el director musical de la banda. Llevó al grupo por caminos innovadores: los cuatro beatles y el productor George Martin convirtieron el estudio de grabación en un nuevo instrumento musical y así crearon sonidos y piezas que no existían en el “mundo real”.

Además, innovó muchísimo en su instrumento principal, el bajo eléctrico. Creó líneas melódicas novedosas que expandían el rol dado al instrumento en el rock y experimentó con su sonido en formas hasta entonces inéditas. Y por si fuera poco, sin ser guitarrista en el grupo, grabó algunos de los mejores solos de guitarra de los Beatles en canciones como “Taxman”, “Good Morning, Good Morning” o “Back in the USSR” .

Reivindicación de Ram

En 1970 Paul McCartney anunció en una gacetilla de prensa su alejamiento de los Beatles (lo que motivó el fin del grupo) y el lanzamiento de su primer disco solista titulado solamente con su apellido. Lo había grabado en secreto en su estudio casero, tocando todos los instrumentos, lo que le dio al álbum un sonido doméstico y sin pulir, muy distinto al del cuarteto de Liverpool.

El contexto marcó la apreciación del disco: Paul era el “villano” de la historia, responsable del fin del conjunto más popular del mundo. La crítica de la época lo destrozó. Se apuntó contra su supuesta falta de rigor, su aire de demo y sus temas aparentemente inacabados y presuntamente intrascendentes. Los años, sin embargo, transformaron a McCartney en una obra de culto. Su aire doméstico y desprolijo sentó las bases para toda una serie de discos de “dormitorio” que hizo eclosión dos décadas después. La movida indie y lo fi de la década de 1990 –desde los primeros discos de Beck a Guided By Voices, pasando por Daniel Johnston o Eliott Smith– es continuadora, en forma consciente o no, de ese disco, considerado hoy un clásico.

Los desencuentros o la incomprensión de Paul con la critica de rock de la época se profundizaron con el lanzamiento de su segundo trabajo pos Beatles, Ram, editado en 1971 y acreditado a Paul y Linda McCartney. En un año de lanzamientos muy trascendentes en la historia de la música popular, Ram fue visto como un álbum indulgente e intrascendente, sin vuelo y hasta “burgués”, que mostraba la pérdida del rumbo creativo de Paul luego de los Beatles, a la sombra de John Lennon. Por si fuera poco, el hecho de que fuera un disco a dúo del ex Beatle con su pareja, la fotógrafa Linda Eastman, hasta ese entonces sin ninguna historia musical previa, era visto casi como un insulto. Todos, incluyendo sus tres excompañeros de banda, consideraron que Paul había tocado fondo.

Sin embargo, pocas obras en la historia de la música han tenido un cambio tan drástico en su apreciación como Ram. Con el paso del tiempo, no sólo fue considerado lo mejor de McCartney como solista, sino como un disco que cambió la cara del rock y dio lugar a varias movidas musicales que se desarrollaron dos o tres décadas después.

Es un álbum extremadamente variado y muy complejo en su aparente sencillez, lleno de grandes momentos musicales, que es a la vez raro y directo. Lo que décadas antes había sido visto como “malo” –la búsqueda de belleza en lo cotidiano, la aparente falta de ambiciones de trascendencia, el salto constante entre géneros musicales, el sinsentido de muchas de sus letras– fue visto como inspirador por las generaciones posteriores. Y Ram parece haber tenido una influencia más profunda que la de los Beatles en artistas que surgieron tres décadas después de su edición, como la movida indie de inicios del siglo XXI integrada por artistas como Of Montreal, New Pornographers, Grizzly Bear o Ariel Pink.

¿Basura electrónica?

En 2022, al celebrar los 80 años de Paul McCartney, el portal musical Stereogum pidió a 80 músicos de distintas generaciones que eligieran su tema favorito de Paul McCartney. En esa lista llama la atención la sobrerrepresentación de canciones del disco McCartney II, uno de los más extraños de su carrera, al menos de los que editó bajo su nombre (ver recuadro).

Paul había formado el grupo Wings en 1971, que se transformó en uno de los conjuntos más populares de la década y con el cual editó siete discos. En 1980 el músico disolvió Wings para volver a grabar un álbum por las suyas, en el que otra vez se ocupó de todos los instrumentos. Fascinado por la new wave y el synthpop de fines de los 70, creó un disco que tenía algunas canciones, pero que estaba compuesto en su mayoría por experimentaciones instrumentales con sintetizadores, secuenciadores y máquinas de ritmo que eran toda una novedad en esa época. La obra fue también denostada por la prensa de la época; la revista Rolling Stone, por ejemplo, la tildó de “basura electrónica”. Pero, como los otros álbumes reseñados anteriormente, el disco fue revalorizado décadas después. Hoy parece prefigurar lo que harían artistas como Super Furry Animals, Animal Collective o hasta Gorillaz en la primera y segunda década del siglo XXI.

Retaguardia britpop

El ascenso del britpop en la década de 1990 de la mano de bandas como Oasis, que parecían redescubrir el sonido beatle 30 años después, volvió a despertar –si es que alguna vez se había dormido– el interés por los Beatles y por la carrera solista de McCartney. El propio Paul transitaba, luego de un tiempo no demasiado inspirado, un resurgimiento creativo, en parte por su asociación creativa con Elvis Costello a finales de los 80 y en parte quizás por su inmersión en la obra de los Beatles como parte del documental (y posterior serie de discos) Anthology.

En los 2000 Paul grabó uno de los mejores discos de su carrera, Chaos and Creation in the Backyard (2005), producido por Nigel Godrich, el productor de Radiohead, y continuó acumulando una obra extremadamente interesante. Su último disco hasta el momento, McCartney III (2020), es muy recomendable. Sin embargo, sus shows en vivo se volvieron cada vez más celebratorios del pasado beatle al incorporar no sólo canciones que eran mayoritariamente de su autoría con el cuarteto, sino composiciones de Lennon y Harrison. Los uruguayos, increíblemente, pudimos comprobarlo en 2012 y luego en 2014 en conciertos memorables en el estadio Centenario. Ahora, con 82 años, vuelve a ese mismo lugar.

Cita histórica

A los 27 años, McCartney, junto a los demás Beatles, ya había dado al mundo una obra que cambió para siempre la historia de la música popular. Era inevitable que mucha de su música posterior no estuviera al nivel de esos pocos más de siete años de estado de gracia irrepetible. Lo mismo les sucedió a sus excompañeros de banda.

Pero McCartney no se rindió a las evidencias. No necesitaba demostrar nada, ya había dejado una obra tan inmensa como imperecedera, y sin embargo continuó intentándolo, haciendo lo que quería (y podía) y dejando que la música se defendiera por sí sola. Y la música habló, a veces a destiempo, siguiendo su camino de forma extraña, dejando huellas impensadas mucho tiempo después. Que esta persona siga entre nosotros es un muy particular regalo que deberíamos saber apreciar.

Paul electrónico

McCartney comenzó a interesarse en la música electrónica y en los compositores vanguardistas a mediados de la década de 1960. Aparentemente, ya en 1965 se puso en contacto con la compositora Delia Derbyshire, una pionera de la música electrónica inglesa, responsable entre otras cosas de la banda sonora de la serie Dr. Who, para hacer una versión con sintetizadores y onda de radio de “Yesterday”, pero no prosperó. En 1967 compuso la obra electroacústica “Carnival of Light” con la colaboración de los otros Beatles para una muestra artística contracultural en el Roundhouse Theatre de Londres. Hasta el día de hoy es una de las pocas obras atribuibles al cuarteto que no ha sido editada. Un año antes, sus experimentaciones con loops de cintas se escucharon en la revolucionaria canción “Tomorrow Never Knows”, incluida en el álbum Revolver de los Beatles, compuesta mayormente por John pero con el increíble aporta “electrónico” de Paul.

Décadas después, McCartney trabajó junto al músico y productor Youth en un proyecto de música instrumental llamado The Fireman. El proyecto grabó dos álbumes, Strawberries Oceans Ships Forest en 1993 y Rushes en 1998. Aunque ahora es público que McCartney y Youth estaban detrás de ese seudónimo, en principio lo hicieron en forma anónima. The Fireman editaría un tercer álbum en 2008, un poco más convencional, ya con la integración del dúo hecha pública. En 2000 se asoció con Youth y con la banda galesa Super Furry Animals para crear Liverpool Sound Collage¬. El disco nació por un pedido de su amigo, el artista Peter Blake (responsable de la portada del disco Sgt. Pepper’s), para musicalizar una exhibición de sus obras en Liverpool. También se interesaría mucho por la obra de DJ y productores de música dance, y con alguno de ellos, como el hoy famoso Nitin Sawhney, trabajaría en algunos remixes con seudónimo.

Paul McCartney Got Back. Martes 1° de octubre en el estadio Centenario. Entradas desde 5.635 pesos en Acceso Ya y Red Pagos.