“No los conozco, pero me gustaron”, reza un comentario bajo Mundo moderno, el último disco de Mora y los Metegoles en el canal de Youtube de la banda. La observación fue publicada por un usuario con el logo de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota como foto de perfil, y si bien Mora y los Metegoles ha escapado a la etiqueta de “banda platense” desde sus inicios, el del público ricotero es quizás uno de los tipos de aprobación más difíciles de conseguir: los seguidores de Patricio Rey no regalan elogios así nomás. Sin embargo, el grupo de wendy rock cautiva hasta al escucha más conservador.
En un año de discos políticos en la escena pos-pandemia argentina –con Penpal, el debut de Marchitorial y No Hagas Que Me Arrepienta de Winona Riders a la cabeza– el tercer larga duración de Mora y los Metegoles se presenta como una obra bisagra. Brutalmente punk en actitud y sonoridad, con riffs envolventes que guiñan grandes nombres como los Stooges y una oscuridad oclusiva, Mundo moderno introduce una disconformidad generacional despojada.
“Imaginación” abre el disco con alusiones al encierro que signó los últimos años, la introspección marcando el rumbo de las siguientes canciones. Mora Palvi (voz y guitarra) recita canalizando el espíritu de Luca Prodan en versos escupidos con crudeza y sensibilidad. “Tengo muchas cosas, todavía me sobran”, afirma en el siguiente track, restándole importancia a lo material para sumergirse en las profundidades del sentir en “Unas palabras”.
“Bigote”, corte de difusión estrenado en Montevideo el pasado setiembre, es un oasis guitarrero dedicado a los protagonistas de la Argentina de hoy. “Qué lindo es estar así, tan cómodo y holgado”, canta Palvi, recordando un sentimiento también aludido en su hit “Una gran remera”, aunque ahora sean otros los cómodos: lejos de pararse indiferentes, los platenses señalan con el dedo la impunidad que rige la modernidad.
Cuando el oyente parece empezar a entender el álbum, la banda sacude el tablero con “El eco lejano”, una improvisación de armónica devenida en interludio que da paso a la teatral “Dormir”; construyendo la narrativa del insomnio sobre colchones de voces y distorsión oclusivos hasta que una alarma corta con la ilusión.
Manifiesto contemporáneo
Musicalmente, lejos de cerrarse a un género, la banda continúa su camino de exploración bajo el término wendy-rock, acuñado por ellos mismos y su espíritu de no encasillarse. La experimentación instrumental –el sitar en “Bigote”, la armónica del bajista Joaquín Millón en “El eco lejano”– es sólo un punto en la construcción sonora del disco, donde también importan los silencios, la distorsión, el eco, el ruido ambiental y las vibraciones.
Si bien la dupla de producción Aziz-Sagasti se repite desde Suerte, su último disco, Mundo moderno es más ecléctico: hay garage, psicodelia y ecos de T-Rex (influencia recurrente en la escena pos-pandemia), pero también folk, baladas y algo del indie platense del que parece imposible escapar.
“Se quiere matar” tiene la cadencia del traqueteo de un tren y la osadía de cuestionar los esoterismos de moda, una reinterpretación de aquel símbolo de paz que Charly buscaba en los 80, bajado a tierra con el nombre de la canción, crudo y sin anestesia, cantado por la voz dulce de Palvi como una canción de cuna.
Contraponer las letras con la intención de las melodías es un sello distintivo de la banda. “De la mano”, la segunda canción explícitamente política del disco, podría ser de 2 Minutos si la pasáramos a un ritmo punk, o un himno revolucionario con raíces folklóricas, pero sobre una pared de garaje, con toques kraut y la irrupción de un arpegio en guitarra criolla, Mora y los Metegoles transforman la protesta en una advertencia sombría: “Nos vamos a acordar”.
La habitación de Palvi, lugar de origen de estas canciones, aparece reverberante a lo largo del disco y en “Robada” es la gran protagonista: desde allí la narradora lucha con un síndrome del impostor, mientras el sol sigue iluminando y la araña teje su red. También se repite el concepto de la portada, ese dibujo delineado por puntos, como pistas que cada canción va dejando para formar el concepto final: un álbum actual, desafiante y comprometido, de sonido innovador y letras intimistas, que oficia como una suerte de manual generacional para afrontar la nueva realidad. O la crueldad explícita del mundo moderno.
Mundo moderno, de Mora y los Metegoles. Toto Records, 2024. En plataformas.