A veces, para producir nuevos objetos culturales, el presente sigue revisitando al pasado e, incluso, se vale de aquellos viejos emblemas (espirituales, epocales, simbólicos, tecnológicos) para pararse con más firmeza. Le pasó al vinilo y también lo vivió (con menos intensidad) el casete. Ahora el VHS transita una especie de retorno gracias al mismo envión: la revalorización del viejo plástico olvidado.

“El formato es el centro de la experiencia”, dice Emilio Silva Torres, un joven cineasta y archivista obsesionado con los videocasetes, mientras revolea una copia física de Psychic Vision, rarísimo opus japonés editado por Godspeed Video, su sello de películas en VHS, que le reza padrenuestros al cine pensado para TV, se ensancha en el capitalismo nostálgico y hace pie en los bootlegs, productos piratas pero –a esta altura– necesarios.

No hace falta ir tan atrás en la historia contemporánea para recordar el devenir de los continuadores del VHS: llegaron los DVD, luego la piratería digital y más tarde el on demand y el streaming. El VHS fue un bien masivo que democratizó el cine hogareño, devino en basura descartable y se convirtió en un celoso artefacto de culto. Aunque, todavía, no del todo escaso.

Según consta en algunos registros, el último VHS editado oficialmente fue A History of Violence, en 2006. Quizás sea anecdótico, porque el VHS no murió. Lo saben bien Silva Torres y su proyecto, Godspeed, que hasta este mismo instante se nutre de tres títulos: The Appointment (un exquisito thriller televisivo financiado por el British Film Institute), Ringu (una horrorífica película para televisión de Fuji TV, cuya copia original se exhibió un viernes a la noche y después nunca más se vio) y la mencionada Psychic Vision (primer film de horror en clave de falso documental, anterior a The McPherson Tape).

Foto del artículo 'La vuelta de los videocasetes y el director Emilio Silva Torres'

Las tres películas son gemas distribuidas directamente en video. “Siempre me interesó la búsqueda de películas desconocidas, de archivos perdidos”, confiesa Silva Torres. De hecho, su obsesión por Acto de violencia en una joven periodista, la curiosísima película uruguaya erigida como su film favorito, también parte de esa ausencia: casi no quedan VHS en el mercado y, a pesar de su estatus de culto, poco se sabe de su realizador, Manuel Lamas.

“A fin de cuentas, me interesa poder compartir un cine distinto, lanzar en VHS cosas que ya no existen”, sigue el responsable del sello, quien fantasea con reeditar en video Acto de violencia en una joven periodista.

Muchos conocen a Un buen día, film bastardo del argentino Nicolás del Boca, no por su versión original de 2010, sino porque fue reconvertido en fenómeno de culto, primero canonizado como meme y luego por el trabajo de Néstor Frenkel, que captó su esencia y le hizo un documental llamado Después de ‘Un buen día’. La exploración de Frenkel supo capitalizar el furor internetero originado en unas juntadas para ver la película en modo irónico. A caballo de la misma manía, la extraña The Room cultiva fanáticos alrededor del planeta y hasta tuvo una remake hollywoodense protagonizada por James Franco. Ambas películas comparten el singular privilegio de ser porquerías inclasificables pero salvajemente adictivas. Lo mismo sucede con la uruguaya y ochentera Acto de violencia en una joven periodista, que es tan insólita y, al mismo tiempo, tan magnética que terminó inspirando el documental que Silva Torres dirigió sobre ella. Titulado Directamente para video, circuló en festivales en 2021 y en 2002 ganó el Premio Fipresci, durante el Bafici. La completa investigación de Silva Torres da cuenta de su obsesión con la película de Lamas y con el formato en que fue editada.

Interesado tanto en la mística como en el poder del objeto fetichista, Godspeed cuida detalles del diseño, reconfigura portadas y se preocupa por revalorizar esos “viejos objetos”. “Los VHS son una forma de socializar”, asegura.

Silva Torres reside en Buenos Aires. Allí, en su casa de Villa Crespo, tiene un tendal de perlitas, mientras que en lo de padres, en Montevideo, acumula unos 2.000 videos. “Si la película no salió en 4:3, no me interesa”, tira a propósito de una “nerdeada” referida a la proporción entre el ancho y el alto de una imagen, el formato tradicional de la televisión.

Sin embargo, no considera al VHS como el mejor formato posible, sino que le da valor a su oficio artesanal a partir de su entraña archivista. “Rescato cosas del pasado para traerlas al presente”, se enorgullece. Y casi como un ritual underground, edita apenas unas 100 copias numeradas de cada film. Y ya está, se terminó.

Así las cosas, el nombre “Godspeed” refiere a una antigua forma británica de desearse “buena suerte” y, de paso, remite a la banda canadiense de post-rock Godspeed You! Black Emperor, cuyo título viene –a su vez– de un documental homónimo basado en unos salvajes motoqueros japoneses de los años 70. “Buena suerte en este viaje por lo desconocido”, desea el editor de estas cintas bootlegs llenas de magia, misterio y confusión.