La historia de un político gallego muy conocido en nuestra región, una versión de García Lorca “sin una palabra de Lorca” y un abordaje autoficcional de El rey Lear que tiene a dos renombrados uruguayos como actores invitados son algunas de las propuestas con las que la numerosa delegación española se hace presente en el festival.
Iribarne o las heridas abiertas de la transición
Manuel Fraga Iribarne (1922-2012) fue una figura clave en la forma que adoptó la recuperación democrática española y, específicamente, uno de los responsables de la continuidad de algunas instituciones de la dictadura franquista. A casi medio siglo de la Constitución de 1978, existe un debate sobre el agotamiento de ese modelo, por lo que abordar al personaje es entrar en una polémica sobre la historia reciente, pero también sobre la actualidad política española.
Sobre esto, la dramaturga y actriz Esther Carrodeguas reflexiona: “Cuando decidimos abordar Iribarne nuestra idea era investigar las implicaciones que tenía en nuestro presente esa figura que había marcado la historia de España y de Galicia. Muchísimos investigadores, periodistas e historiadores están revisitando la transición y la manera en que, en realidad, se mantuvo mucho de lo que había. Muchos de los conflictos más importantes dentro de la sociedad española nacieron en esa transición. El conflicto con Cataluña, por ejemplo, tiene que ver con el diseño autonómico de España que se construyó en esa transición y se plasmó en la Constitución de la que Fraga Iribarne fue uno de los padres. Creo que ese diseño que se genera en la transición desde la dictadura es la herida abierta que ahora estamos viviendo día a día en las noticias respecto de la política estatal”.
Fraga fue muy cercano a las comunidades gallegas sudamericanas y estuvo muchas veces en Uruguay. En 2011, poco antes de morir, hizo campaña para las elecciones de las juntas autonómicas de Galicia y demostró su conocimiento de la política uruguaya al afirmar, por caso, que los del Frente Amplio no eran los primeros gobiernos de izquierda en Uruguay, porque ya había gobernado José Batlle y Ordóñez.
El “internacionalismo” de Fraga Iribarne tiene su lugar en la obra. La dramaturga señala: “La ‘política exterior’ del fenómeno Fraga Iribarne comienza en el franquismo. Su manera de hacer política ya tenía mucho que ver con la construcción en el exterior del país. En aquel momento se trataba de hacerse presente en Europa para construir una imagen determinada. Y después, cuando fue presidente autonómico, esa vocación internacionalista le funcionaba mucho más allá del charco. Hizo muchísimos viajes a diferentes países de América del Sur donde él construía ese ‘imperio’ gallego, como decimos en la obra. El imperio gallego eran Galicia y todas las ‘colonias’ que él consideraba allende los mares. La construcción de la diáspora como parte de su imperio fue una de sus líneas principales, lo que le daba muchísimos votos”.
Ahora la pieza será representada en una parte de ese “imperio”. ¿Qué expectativas tiene Carrodeguas respecto del Fidae? “Por la lectura que han hecho personas extranjeras, creemos que de alguna forma la pieza representa el típico espíritu tiránico, dictatorial, y seguramente en Uruguay habrá una relación con figuras locales que puedan representar este tipo de figura tiránica, sea en la política local o en la internacional, en la historia o en el presente. Por ejemplo, el auge de la extrema derecha puede ser un reflejo claro de este tipo de políticos que hacen lo que quieren porque se consideran ‘emperadores’, como decimos en la obra. Y sabemos que en Uruguay hay una comunidad gallega enorme y, por lo tanto, más allá del público teatral específico del festival, creemos también que mucha diáspora gallega quizá querrá ver una obra sobre Fraga. Esperamos que sea un bonito reencuentro también con esas personas que lo conocen”.
Foto: Difusión
Yerma o el sino de la maternidad
Ya no es novedoso tener a la dramaturga y directora vasca María Goiricelaya en Montevideo. Su espectáculo Altsasu llegó hace dos años al festival Temporada Alta y se estableció un vínculo entre la compañía La Dramática Errante y la sala Verdi que culminó con la coproducción Filtro. Este año, además, la Comedia Nacional estrenó su obra Nevenka. Con la presentación de Yerma en el Fidae llega a nuestro país uno de los espectáculos más icónicos de La Dramática Errante.
Se trata de una versión muy libre de la obra de Federico García Lorca. Goiricelaya recuerda que cuando empezó a abordarla, varias de sus amigas estaban intentando ser madres “de forma biológica” y no lo estaban consiguiendo. “Me parecía que era un camino muy duro, que se vive muy en soledad, porque no se compartía mucho esto de la imposibilidad de ser madre. Era una oportunidad de traer la historia de Lorca –no el texto– al presente y darle una nueva forma desde una mirada contemporánea. Trasladar todos estos cuadros que Lorca proponía y ubicarlos en lo que sería una pareja actual que aparentemente tiene todo lo que se asocia al éxito en la vida –un buen trabajo, una buena posición social, dinero– y de repente esta cosa tan animal aparece para truncar un poco sus vidas. La necesidad de ser madre va calando en el personaje principal y destruyendo todo aquello que había conseguido y que le hacía muy feliz”.
Su versión de Yerma será llevada al cine. “Ahora acabo de terminar el guion con Lara Izaguirre”, anota Goiricelaya. “Hemos hecho muchas entrevistas a mujeres que han pasado por este tipo de experiencias, y sí que es verdad que todas hablan de un momento de gran enajenación, de un pozo muy oscuro, donde de repente toda tu vida gira en torno a concebir. Era un tema que nos apetecía socializar y compartir con otras mujeres para mostrar también este dolor y visibilizar la infertilidad, que creo que es algo que se visibiliza muy poco. También hay una crítica al sistema capitalista productivista que nos lleva a las mujeres a retrasar las maternidades y consecuentemente a enfrentarnos en muchas ocasiones con este problema cuando la biología, por supuesto, impera”, dice.
En Uruguay, la idea de Lorca está muy asociada a la visión de Margarita Xirgu, pero Goiricelaya aleja comparaciones: “Vamos a un mundo absolutamente distinto, porque este espectáculo no tiene ni una sola palabra de Lorca, tiene las palabras de miles de mujeres que han pasado por esta experiencia tan dura. Pero creo que va a ser bonito, para todas esas generaciones que han leído Yerma y conocen al maestro, ver cómo se ha revisitado este clásico, creo que de forma bastante honesta y también salvaje”.
Si bien la directora conoce varios escenarios montevideanos, ahora con Yerma podrá recorrer otras ciudades de nuestro país. “Hay una vocación social muy fuerte en La Dramática Errante. Estamos a favor de descentralizar la cultura, de democratizarla, de que a cuantos más lugares llegue, mejor. Así que nos apetece mucho ver cómo esta historia se vive en otros lugares, más allá de Montevideo, y qué experiencia compartida podemos extraer”, cuenta con entusiasmo.
Foto: Bárbara Sánchez
Casting Lear y el padre Shakespeare
Casting Lear ganó el más reciente de los premios Max, creados por la sociedad de autores de España, como mejor espectáculo y tiene la particularidad de necesitar actores locales que participen en el “casting” del título. Será todo un impacto para el público uruguayo descubrir de quiénes se trata –son dos, uno por cada función– cuando la obra se represente aquí.
Con la pieza, la actriz, directora y dramaturga Andrea Jiménez se propone enfrentar a sus padres, reales y metafóricos, apelando al vínculo que en El rey Lear Shakespeare construye entre el monarca y su hija Cordelia. La obra del bardo inglés integra un canon que Jiménez veía “amenazante y peligroso”.
“Son instituciones tan sólidas y a respetar que muchas veces la relación para con ellas es museística, implica de alguna manera agachar la cabeza para honrarlos. Yo había tenido una relación rebelde; mis referentes eran del teatro contemporáneo y no me había relacionado con esos clásicos. Pero al decidir pensar la historia de mi padre, en primer lugar acudí a Shakespeare como una ayuda y como un legitimador. Tenía que proponer un proyecto al teatro de La Abadía y sabía que tendría mucho más fuerza si venía correlacionado con un clásico que si era una autoficción más”, explica Jiménez.
“Había descubierto mucho tiempo antes la relación entre la historia de Lear y mi propia historia, y tenía muchas ganas de involucrarme con el origen. Sentí que ya estaba en un lugar de madurez artística suficiente como para poder mirar a un clásico a los ojos. Y creo que es exactamente lo mismo para con mi padre: por fin estaba preparada para mirar este dolor a los ojos”, continúa.
La obra se completa, como anotábamos más arriba, con actores invitados. “En otra circunstancia también me hubiera dado miedo o vértigo tener como invitados a estos grandes hombres de teatro. Haber creado un dispositivo que me permite acogerlos y convivir en una relación como iguales es la aspiración de toda hija: que ese padre al que has mirado en la distancia y en la lejanía te mire y tú le mires a él como un igual, como dos personas que intentan entenderse”.
Si bien la autoficción es parte del asunto, Jiménez entiende que lo central en Casting Lear es la emergencia de “lo real”: “Hay algo que sostiene al espectáculo que tiene que ver con esta historia real y con que se genera un compromiso inevitable con el actor. Lo asocio más a la performance que a la autoficción, en el sentido de que algo indiscutiblemente real e irrepetible va a suceder en escena. A partir de esta búsqueda de vibración del presente, la ficción opera al servicio de la realidad. La ficción opera como una herramienta para entender algo del mundo o de una relación personal, en este caso la relación con mi padre y la relación con el perdón”.
Casting Lear lleva, hasta su llegada a Uruguay, 88 funciones, lo que implica 88 actores distintos. “No es que tenga un protocolo muy sólido para recibirlo”, aclara Jiménez. “Hay un apuntador que les pasa texto por un auricular; esto requiere un pequeño entrenamiento para poder hacerlo con fluidez, y la verdad es que esta obra ha sido una experiencia absolutamente maravillosa. Creo que para los actores ha sido una experiencia muy placentera, ha habido grandes momentos de teatro y grandes actores de teatro que han hecho la obra y ha sido hermoso. Me siento tremendamente afortunada de haber podido ser testigo y parte de ello, porque hay algo apasionante para mí –y que como directora persigo–, que es ver al actor en el lugar del vértigo, en esa zona de temblor en la que de verdad se arroja a lo desconocido”.
Iribarne. Viernes 10, sábado 11 y domingo 12 en la sala Campodónico de El Galpón. Yerma. Domingo 12 en el teatro Florencio Sánchez (Paysandú), miércoles 15 en el teatro Macció (San José), domingo 19 en la sala Campodónico de El Galpón. Casting Lear. Sábado 18 y domingo 19 en la sala Verdi.